Daniel Ortega dijo el lunes que no renunciará a la presidencia de Nicaragua antes de terminar su mandato en 2021, desoyendo el reclamo de los opositores que reclaman su salida inmediata del poder para superar la crisis.
'Nuestro período electoral finaliza con las elecciones de 2021, cuando tendremos nuestras próximas elecciones', dijo en entrevista con la cadena estadounidense Fox News, rechazando ceder a las demandas de la oposición de comicios anticipadas.
Ortega argumentó que los enfrentamientos violentos que vive Nicaragua desde abril pasado, y que han causado entre 277 y 351 muertos, han sido originados por grupos paramilitares financiados por algunos diputados opositores y el narcotráfico.
El mandatario, quien presidió el país entre 1979 y 1990, y volvió al poder en 2007, insistió en que las fuerzas paramilitares han sido las que han atacado a la Policía nicaragüense, que pretendía proteger a la población de las revueltas.
'Por la noche, cuando no hay manifestaciones pacíficas, hemos tenido ataques provocados por las fuerzas paramilitares, organizadas por gente que está en contra del Gobierno', insistió el presidente nicaragüense.
Además, el mandatario aseguró que en los últimos días se ha dado un proceso de 'normalización' de la situación y aseguró que ha habido manifestaciones tanto a favor como en contra de su Ejecutivo.
El presidente nicaragüense ya se negó a principios de mes a adelantar los comicios en su país, aduciendo que la Constitución establece mandatos de 5 años de duración, por lo que la presente legislatura no debe concluir hasta 2021.
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Ortega calificó los episodios de violencia como 'auténtico terrorismo', y reiteró que las revueltas tienen como objetivo acabar con el Gobierno que lidera, a la vez que reiteró que 'ningún nicaragüense ha fallecido dentro de una iglesia'.
'Somos un país pequeño con una economía frágil, pero merecemos respeto', apuntó Ortega ante los distintos pronunciamientos del Congreso estadounidense y la Casa Blanca sobre la crisis de la nación centroamericana.
Nicaragua atraviesa desde abril pasado la crisis sociopolítica más sangrienta desde la década de 1980 -con Ortega también como presidente-, después de que su Gobierno realizara unas fallidas reformas a la seguridad social que sirvieron como detonante para que la población comenzara a protestar sobre sus abusos y corruptelas.