Ciudad de México.
Para gran parte de los centroamericanos que integraban la caravana migrante, que enfureció al presidente estadounidense Donald Trump, el sueño de un mejor futuro ya no se encuentra en Estados Unidos, sino en México.
Aproximadamente 700 jóvenes de Honduras, El Salvador y Guatemala llegaron ayer a Ciudad de México, el último punto de la caravana que arrancó en Chiapas, el 25 de marzo, y que concluirá este miércoles tras reuniones con autoridades del Gobierno mexicano.
Jonathan López, migrante de 26 años, tuvo que dejar a sus dos hijos y viajar a México con su esposa huyendo de las pandillas que buscan reclutar a los jóvenes.
“Nos venimos porque está muy peligroso por las pandillas. Decidimos emigrar para acá para buscar un futuro mejor”, narró.
“La situación para uno, de joven, es de riesgo, porque si uno vive donde son MS ( mara Salvatrucha) y su familia donde son (pandilla) 18, uno no puede ir ahí”. El anhelo de la pareja es llegar a Tijuana para residir y buscar trabajo. Ambos consideran que en México hay menos violencia y mayor oportunidad de empleo.
Irineo Mujica, director de la organización Pueblo Sin Fronteras, aseguró que la mitad de los participantes de la caravana cuenta con visas humanitarias del Instituto Nacional de Migración (INM), que les permite permanecer en México un año.
Históricamente, puntualizó, el 80% de los migrantes en la caravana se quedan en México. “México es un lugar de destino, lo dicen los números. Más de 20,000 peticiones de asilo quieren decir algo, excepto que la Comar (Comisión Mexicana de Ayuda a Refugiados) no ha respondido de la forma correcta”, aseveró.
Pese al anhelo de quedarse en México, la vanguardia de la caravana se manifestó ayer en el Ángel de la Independencia y la Embajada de Estados Unidos para protestar contra el discurso de Donald Trump.
En su mayoría hombres jóvenes, con los zapatos gastados y la piel quemada por el sol, clamaron al mandatario estadounidense que detenga las políticas represivas contra los migrantes.
“Donald Trump nos está tratando como delincuentes. Le estamos pidiendo a Donald Trump que somos humanos, que deje su racismo, y que nos apoye como lo hace el pueblo mexicano y todos los mexicanos”, expresó una joven hondureña.
Todos se ven cansados y con hambre. Bajo el sol se comparten botes de agua y jugo mientras deciden si se quedan en México o siguen a Estados Unidos.
Para gran parte de los centroamericanos que integraban la caravana migrante, que enfureció al presidente estadounidense Donald Trump, el sueño de un mejor futuro ya no se encuentra en Estados Unidos, sino en México.
Aproximadamente 700 jóvenes de Honduras, El Salvador y Guatemala llegaron ayer a Ciudad de México, el último punto de la caravana que arrancó en Chiapas, el 25 de marzo, y que concluirá este miércoles tras reuniones con autoridades del Gobierno mexicano.
Jonathan López, migrante de 26 años, tuvo que dejar a sus dos hijos y viajar a México con su esposa huyendo de las pandillas que buscan reclutar a los jóvenes.
“Nos venimos porque está muy peligroso por las pandillas. Decidimos emigrar para acá para buscar un futuro mejor”, narró.
“La situación para uno, de joven, es de riesgo, porque si uno vive donde son MS ( mara Salvatrucha) y su familia donde son (pandilla) 18, uno no puede ir ahí”. El anhelo de la pareja es llegar a Tijuana para residir y buscar trabajo. Ambos consideran que en México hay menos violencia y mayor oportunidad de empleo.
Irineo Mujica, director de la organización Pueblo Sin Fronteras, aseguró que la mitad de los participantes de la caravana cuenta con visas humanitarias del Instituto Nacional de Migración (INM), que les permite permanecer en México un año.
Históricamente, puntualizó, el 80% de los migrantes en la caravana se quedan en México. “México es un lugar de destino, lo dicen los números. Más de 20,000 peticiones de asilo quieren decir algo, excepto que la Comar (Comisión Mexicana de Ayuda a Refugiados) no ha respondido de la forma correcta”, aseveró.
Pese al anhelo de quedarse en México, la vanguardia de la caravana se manifestó ayer en el Ángel de la Independencia y la Embajada de Estados Unidos para protestar contra el discurso de Donald Trump.
En su mayoría hombres jóvenes, con los zapatos gastados y la piel quemada por el sol, clamaron al mandatario estadounidense que detenga las políticas represivas contra los migrantes.
“Donald Trump nos está tratando como delincuentes. Le estamos pidiendo a Donald Trump que somos humanos, que deje su racismo, y que nos apoye como lo hace el pueblo mexicano y todos los mexicanos”, expresó una joven hondureña.
Todos se ven cansados y con hambre. Bajo el sol se comparten botes de agua y jugo mientras deciden si se quedan en México o siguen a Estados Unidos.
