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La vida en la frontera entre EUA y México

  • 18 febrero 2017 /

    Nueva York, Estados Unidos

    En la frontera entre EUA y México ya existe un muro con una extensión de 1,126 kilómetros que pasa por los desiertos de Sonora.

    Y, más hacia el este, hay estructuras de acero pesadas que cortan los largos kilómetros de extensiones de hierba como las marcas de un campo de batalla. En Texas, las vigas rojizas que forman parte de la valla fronteriza son frías, duras y ásperas al tacto. En Tijuana, dos vallas -una vieja y otra más reciente- se sumergen hasta el océano, donde las olas corroen el metal.

    La frontera se extiende por más de 3,057 kilómetros a través de cuatro estados: California, Nuevo México, Arizona y Texas. Donde ya existe una valla, la tierra y la hierba que la rodean cuentan las historias de quienes tratan de cruzarla, los que la patrullan y quienes viven junto a ella. A unos 40 kilómetros de Ciudad Juárez, la barda de malla metálica termina abruptamente, como un pensamiento inacabado. El resto de la frontera está demarcado por el río Bravo. Sin embargo, cientos de kilómetros en la zona rural de Texas, incluyendo el Parque Nacional Big Bend, no están cercados y carecen de barreras o muros artificiales.

    21,600
    millones de dólares costaría el muro de Trump. Tardaría tres años y medio en construirse, según el Departamento de Seguridad Nacional.

    Tijuana

    En Tijuana, dos vallas fronterizas se extienden a lo largo de la ciudad: una de metal corrugado oxidado por el tiempo, y otra, a unos cientos de metros de distancia, de una densa malla metálica cubierta con alambre de concertina. Las vallas separan casas, autopistas y parques antes de sumergirse en el océano. Un residente recordó a unos migrantes que se ahogaban mientras intentaban cruzar.

    Roberto Ramírez, de 46 años, recuerda cuando no existían los muros: solo unos alambres enrollados en postes de madera demarcaban la frontera entre los dos países. Los niños jugaban fútbol en los campos mientras sus padres cultivaban pepinos y tomates. Ahora existen dos vallas por lo que se pregunta cuál sería el punto de construir otra estructura. La desesperación que obliga a los migrantes a buscar oportunidades en EUA no se detendrá con barreras físicas, dice, no importa lo grandes o numerosas que sean.

    En otras zonas de Arizona la valla se convierte en simples barreras con forma de X. Catarino Núñez cultiva la tierra en Ciudad Juárez. Agustín Ramírez, vive a 800 metros del río Bravo, en Reynosa. De niño nadaba en el río, ahora no.

    Nogales

    Como una cortina de metal, el muro atraviesa las onduladas colinas de Nogales, una ciudad fronteriza donde las largas filas de tráfico, tanto de vehículos como de peatones, conforman la travesía diaria de un lado a otro.

    Aquí el muro está hecho de altas vigas de acero dispuestas en fila. La versión actual es tan nueva que los adolescentes aún recuerdan su construcción. Fuera de la ciudad, la pared sigue a través del árido campo. José Pablo Sánchez Carillo, de 18 años, vive al lado del muro en el barrio Buenos Aires, donde creció. Se asusta ante la idea de que México tenga que pagar por el nuevo muro. Hace poco estaba sentado afuera con sus amigos, hablando de la promesa del presidente Trump de facturarle a México el muro. “Se supone que este tipo es un multimillonario, ¿verdad?”, preguntó. “Entonces ¿por qué diablos no lo paga él mismo? Él es el que lo quiere”.

    Muro
    El muro estaría contruído en tres fases. La primera sería la más pequeña cubriría unos 42 km de distancia cerca de San Diego, California; El Paso, Texas; y en el Valle del Río Grande en Texas.

    Ciudad Juárez

    A través de desiertos, montañas y dorados pastizales, el muro fronterizo se transforma: de los páneles de metal de seis metros de altura a las desgastadas hojas dispuestas a lo largo de amplias extensiones de arena y las barreras en forma de X colocadas en las llanuras abiertas. A veces, desaparece en las cordilleras de las montañas fronterizas. A unos 40 kilómetros de Ciudad Juárez, la valla fronteriza se detiene abruptamente. La población de muchas ciudades ha disminuido por el crimen y el narcotráfico. En otras partes, los sembradíos de trigo y alfalfa llenan las tierras de cultivo a lo largo de la frontera de México. Si se construye un nuevo muro, los agricultores se preguntan qué pasará con sus compatriotas mexicanos e incluso con los estadounidenses que dependen de la mano de obra migrante.

    El Paso

    En esta ciudad de 680,000 habitantes, la valla fronteriza se eleva frente a los barrios, patios de recreo y apartamentos cuyo alquiler cuesta 400 dólares al mes. Es una estructura de dos hileras de malla de alambre ubicadas encima de una losa de hormigón, con capas de eslabones de cadenas más antiguas enfrente. Mannys Silva Rodriguez, de 58 años, y su esposo residen en el barrio de Chihuahuita. “Al principio, nos oponíamos”, dijo sobre la actual malla de alambre, construida en 2008. “Estábamos acostumbrados a la vegetación del río Grande y el canal. Teníamos árboles y luego vino esto. Al principio no nos gustó. Pero nos acostumbramos”.

    Guerrero

    Es una pequeña ciudad colonial situada al borde del río Bravo. Aunque ha sido nombrado Pueblo Mágico (por el gobierno federal de México por su preservación y encanto histórico), un sentimiento de temor persiste en sus calles debido al aumento de la actividad criminal a lo largo de la frontera. Los residentes dicen que en los últimos cinco años han surgido grupos de hombres armados y miembros de pandillas que toman las tierras agrícolas. Enrique Cervera, de 78 años, es el cronista de la ciudad de Guerrero y trabaja en el archivo de la alcaldía. Recuerda la época en que los estadounidenses venían a visitar a sus familiares en Navidad, pero esos viajes se acabaron cuando la violencia comenzó a aumentar en la zona. “Estoy contento de que esté construyendo ese muro, porque tal vez ayudará a acabar con todas esas actividades ilegales”, dice.

    La segunda abarcaría 242 km de frontera en el Valle del Río Grande y sus alrededores: Laredo, Tucson, El Paso y Big Bend. La tercera, una zona que no se detalla de 1,728 kilómetros.