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Tradiciones y supersticiones antes de cada vuelo al espacio en Aikonur

  • 19 noviembre 2016 /

El cosmonauta ruso Oleg Novitsky, la astronauta estadounidense Peggy Whitson y el francés Thomas Pesquet despegaron en las primeras horas del viernes de la base espacial en Kazajistán con destino a la Estación Espacial Internacional (EEI).

Moscú, Rusia

El miércoles por la noche los astronautas miraron “Sol blanco del desierto”, un clásico del cine soviético de los años 1970, como hace cada tripulación la víspera del viaje, uno de los muchos rituales de Baikonur.

El francés Thomas Pesquet, la estadounidense Peggy Whitson y el ruso Oleg Novitsky despegaron el jueves del cosmódromo de Baikonur, en Kazajistán, para una misión de seis meses a bordo de la Estación Espacial Internacional (EEI).

Los tres astronautas llegaron a Baikonur el 1 de noviembre y los metieron en cuarentena. Poco a poco se fueron aislando del mundo exterior.

Misión
El regreso de los tres astronautas
a la Tierra está previsto el 15 de mayo de 2017.
Para Pesquet será su primer vuelo. Por eso tuvo el honor de plantar un árbol en la alameda de los Héroes, un parque situado detrás del hotel donde se alojan. Lo mismo hicieron sus predecesores.
El primer hombre en volar al espacio, Yuri Gagarin, fue el primero en 1961. Desde entonces se plantaron decenas de olmos y álamos.

“Estas tradiciones están muy ancladas porque los rusos tienen una tradición oral muy fuerte”, explica Lionel Suchet, responsable durante más de diez años en el Centro Nacional Francés de Estudios Espaciales (CNES). Estos ritos también tienen un lado práctico, asegura la exastronauta francesa Claudie Haigneré. “Los 15 últimos días pasados en Baikonur sirven para tomar conciencia, para pasar de la etapa ‘Me preparé, tengo confianza’ a la de ‘empiezo mi misión’”, explica la exministra que voló dos veces al espacio desde Baikonur.

Foto: La Prensa

“Pasamos a otro mundo”, añade. “Esta fase sucede en Baikonur y la tradición forma parte de ella”.

Orinar contra una rueda

El día del viaje, los astronautas firman delante de la puerta de la habitación del hotel y brindan con el personal. Todos tienen que orinar, o al menos hacer ademán, contra una rueda trasera del autobús que los lleva hacia la plataforma de lanzamiento.

El extraño ritual también es obra de Gagarin, motivado por una necesidad apremiante justo antes de volar al espacio.

Estas tradiciones están vinculadas “al mito en la cultura rusa o soviética en torno a Gagarin. Está la noción de pionero”, afirma Claudie Haigneré.

“Me parece fantástico que se conserven estos elementos de tradición porque es una aventura particular. Es una aventura de la Humanidad, encarnamos este sueño”, añade. Según ella, Cabo Cañaveral, de donde partían los vuelos tripulados hasta 2011, también tenía sus rituales.
Al llegar a la plataforma de lanzamiento, los astronautas verán por primera vez su cohete Soyuz. Por superstición no tienen derecho a asistir a la instalación del cohete en la plataforma, pero no pasa nada: fue bendecido el miércoles por un sacerdote ortodoxo. Otra tradición que data de 1993, después de la caída de la Unión Soviética.

Foto: La Prensa

Los estudios

Rusia es conocida por su capacidad para efectuar lanzamientos en cualquier tipo de circunstancias meteorológicas. Ni la nieve que cubre el cosmódromo desde el cual el país es en la actualidad el único en poder enviar tripulantes a la EEI, ni las gélidas temperaturas imperantes pudieron obstaculizar el despegue del cohete Soyuz.

Casi nueve minutos después de ponerse en marcha el lanzador ruso - que realizó 1,700 despegues exitosos desde los años 1960 -, la cápsula Soyuz MS-03 en la que viajan los tres astronautas se separó del tercer piso del cohete para colocarse en órbita a 200 km de la Tierra.

El jueves, El Soyuz desplegó sus antenas solares y la tripulación inició un viaje de más de 48 horas a bordo de este minúsculo módulo de solo 2.5 metros de largo. La misión de los tres tripulantes será colocarse a la misma altura que la EEI, que orbita a 28,000 km/h a 400 km de la Tierra.

El acoplamiento de la cápsula Soyuz con la nave orbital estaba previsto el sábado.

Rusia provee el módulo principal de la EEI, donde se encuentran sus propulsores, y los cohetes Soyuz son la única forma de trasladar tripulantes a la estación orbital desde el cese de operaciones de los transbordadores espaciales norteamericanos en 2011.

En seis meses, Pesquet llevará a cabo no menos de 62 experiencias para la Agencia Espacial Europea (ESA) y el Centro nacional francés de Estudios Espaciales (CNES). Sin contar las 55 experiencias que realizará en cooperación con las agencias espaciales norteamericana, canadiense y japonesa.

El francés estudiará el impacto de la ingravidez sobre los músculos y probará tecnologías susceptibles de revolucionar la purificación del agua.

Sus compañeros no se quedarán atrás. Whitson realizará experimentos sobre el impacto de la luz sobre el ciclo del sueño, mientras que Novitsky, para la agencia espacial rusa Roskosmos, realizará más de 50 experiencias científicas.

Foto: La Prensa

Gastronomía espacial

Los astronautas de la ISS podrán celebrar las fiestas de fin de año dándose un festín. “Tendremos platos de chefs con estrellas Michelín”, explicó Pesquet en su última rueda de prensa antes del despegue, el miércoles, en referencia a las lenguas de ternera con foie gras trufado o los magrets de pato confitados preparados por los chefs Alain Ducasse y Thierry Marx, unos platos previstos para comerse en situación de ingravidez.

A bordo de esta inmensa nave de 400 toneladas, los tres serán recibidos por la astronauta norteamericana Shane Kimbrough y los cosmonautas rusos Serguei Ryjikov y Andrei Borissenko, llegados el 19 de octubre.

El comandante del Soyuz, el ruso Oleg Novitsky, tiene una gran experiencia en el espacio. A los 45 años, este expiloto de la aviación rusa permaneció cinco meses en la ISS en 2012 y 2013.

La norteamericana Peggy Whitson, de 56 años, es una de las astronautas más experimentadas de la Nasa. Es la mujer con mayor cantidad de tiempo en el espacio --más de 376 días en total-- y seis salidas extravehiculares por un total de 39 horas. Además, ya tiene en su haber dos estancias en la ISS. Junto a sus compañeros, el francés Thomas Pesquet, expiloto de aviones comerciales, es a sus 38 años el benjamín del equipo. Efe