Washington, Estados Unidos.
Con la batalla de Mosul, último bastión del grupo Estado Islámico (EI, también denominado Isis) en Irak, EUA espera finalmente obtener un éxito militar que compensaría sus dudas estratégicas en Siria.
Después de meses de preparaciones, y con el apoyo aéreo de una coalición encabezada por Washington, las fuerzas iraquíes lanzaron ayer una ofensiva crucial para reconquistar la segunda mayor ciudad de Irak, en manos del EI desde 2014.
Luego de un fin de semana difícil para la diplomacia reunida en Europa para tratar de contener la guerra en Siria, el secretario estadounidense de Defensa, Ashton Carter, destacó que la batalla de Mosul representa “un momento decisivo en la campaña para asestar al EI una derrota duradera”.
“EUA y el resto de la coalición internacional están dispuestos a apoyar a las fuerzas de seguridad iraquíes, a los combatientes peshmerga y al pueblo de Irak en la lucha”, dijo Carter. “Estamos seguros de que nuestros socios iraquíes se impondrán a nuestro enemigo común y liberarán Mosul y el resto del país del odio y la brutalidad del EI”, añadió Carter.
Retaguardia
EUA aseguró que más de un centenar de asesores militares estadounidenses avanzan en la retaguardia hacia Mosul, con la intención de asistir en la ofensiva iraquí y kurda.
“Esta es la operación más importante contra el EI en Irak hasta la fecha y las tropas estadounidenses están tomando partido en sus respectivos roles, aunque solo un pequeño número está implicado físicamente sobre el terreno”, dijo en rueda de prensa el portavoz del Pentágono, Peter Cook.
El Departamento de Defensa indicó que entre 100 y 200 asesores estadounidenses se han integrado con algunas de las brigadas iraquíes y peshmergas (combatientes kurdos) que avanzan en la ofensiva contra Mosul.
El Pentágono estima que en Mosul se han atrincherado entre 2,000 y 5,000 combatientes del EI y que han tenido tiempo para crear posiciones defensivas y plantar bombas y planear emboscadas para los más de 30,000 soldados iraquíes, kurdos y de milicias suníes y chiítas que asedian la ciudad.
Con la batalla de Mosul, último bastión del grupo Estado Islámico (EI, también denominado Isis) en Irak, EUA espera finalmente obtener un éxito militar que compensaría sus dudas estratégicas en Siria.
Después de meses de preparaciones, y con el apoyo aéreo de una coalición encabezada por Washington, las fuerzas iraquíes lanzaron ayer una ofensiva crucial para reconquistar la segunda mayor ciudad de Irak, en manos del EI desde 2014.
Luego de un fin de semana difícil para la diplomacia reunida en Europa para tratar de contener la guerra en Siria, el secretario estadounidense de Defensa, Ashton Carter, destacó que la batalla de Mosul representa “un momento decisivo en la campaña para asestar al EI una derrota duradera”.
“EUA y el resto de la coalición internacional están dispuestos a apoyar a las fuerzas de seguridad iraquíes, a los combatientes peshmerga y al pueblo de Irak en la lucha”, dijo Carter. “Estamos seguros de que nuestros socios iraquíes se impondrán a nuestro enemigo común y liberarán Mosul y el resto del país del odio y la brutalidad del EI”, añadió Carter.
Policías iraquíes, que participan en la ofensiva, captados en la base militar Qayyarah, a 60 kmt al sur de la ciudad que pretenden arrebatarle al Estado Islámico.
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EUA aseguró que más de un centenar de asesores militares estadounidenses avanzan en la retaguardia hacia Mosul, con la intención de asistir en la ofensiva iraquí y kurda.
“Esta es la operación más importante contra el EI en Irak hasta la fecha y las tropas estadounidenses están tomando partido en sus respectivos roles, aunque solo un pequeño número está implicado físicamente sobre el terreno”, dijo en rueda de prensa el portavoz del Pentágono, Peter Cook.
El Departamento de Defensa indicó que entre 100 y 200 asesores estadounidenses se han integrado con algunas de las brigadas iraquíes y peshmergas (combatientes kurdos) que avanzan en la ofensiva contra Mosul.
El Pentágono estima que en Mosul se han atrincherado entre 2,000 y 5,000 combatientes del EI y que han tenido tiempo para crear posiciones defensivas y plantar bombas y planear emboscadas para los más de 30,000 soldados iraquíes, kurdos y de milicias suníes y chiítas que asedian la ciudad.