Las claves del éxito para una educación de calidad se encuentran en este departamento ubicado al occidente de Honduras. No solo han logrado reducir a su mínima expresión la deserción escolar, también forman los mejores egresados del país en todos los niveles.
Esta realidad la reflejan los índices que la Secretaría de Educación e incluso la Universidad Nacional Autónoma de Honduras (Unah) han dado a conocer en los últimos años sobre este departamento.
LA PRENSA recorrió los principales centros educativos públicos del departamento para comprobar a qué se deben los buenos resultados de alumnos y maestros en todas las pruebas oficiales a las que son sometidos.
En Ocotepeque, solo 2.3% de los estudiantes en los niveles de prebásica, básica y media desertan anualmente de los 663 centros educativos en los 16 municipios; esto es, casi el 0.0001% de estudiantes por centro educativo, de acuerdo con reportes oficiales de la Secretaría de Educación.
Según los resultados de la prueba de aptitud académica que aplica tres veces al año la Unah, los aspirantes que llegan de la Normal de Ocotepeque y del colegio oficial San Marcos siempre ocupan los primeros lugares en los resultados finales con puntajes por colegio de 948 y 929, es decir que el 89% de ellos logra aprobar la carrera que estudian en la Unah.
En las evaluaciones de desempeño docente hechas por primera vez en Honduras el año pasado, los docentes de Ocotepeque fueron los de mejores resultados con un promedio de calificación de 87% arriba de Cortés, Atlántida y Francisco Morazán, que obtuvieron respectivamente calificaciones de 81 y 79%.
Sus estudiantes son mejores en matemáticas y español. Desde 2012 que se realizan las pruebas censales, los jóvenes con mejores avances en ambas materias son de Ocotepeque.
Aunque las condiciones no son similares a las de ciudades con altos índices de criminalidad como San Pedro Sula o Tegucigalpa, la pobreza es una realidad a la que día a día se enfrentan la mayoría de niños y jóvenes de centros educativos públicos.
“Lo que hacemos es recolectar fondos para ayudar a nuestros estudiantes que no tienen recursos para que no deserten. Si alguno no tiene zapatos o útiles, entre maestros y estudiantes hacemos donaciones para apoyarlo y que no deje de venir a clases”, comentó Néstor Perdomo, director de la escuela Normal Miguel Ángel Chinchilla de la cabecera departamental. Aquí también son los primeros en cumplir los 200 días de clases e incluso superarlos.
En promedio, el año anterior, todos los municipios lograron 206 días de clases arriba de todos los demás en Honduras. La meta ahora es superar esa cifra apostándole a la calidad educativa.
Otro punto destacado es el programa de alfabetización de sus estudiantes de último año de centros de educación media. Lograron alfabetizar a 1,500 con solamente 1,375 jóvenes, es decir, cada uno de ellos logró alfabetizar a una persona individualmente.
“Al estudiante se le reconoce su potencial como ser humano, estimulamos sus virtudes y reducimos sus debilidades, dejamos de concebirlo con el concepto tradicional de alumno para considerarlo como es: un joven que necesita el acompañamiento del padre de familia y del docente”, explica Héctor Pineda, director del instituto San Marcos, reconocido por las autoridades departamentales como el mejor de la zona.
“El personal directivo de este centro educativo en varias ocasiones ha estado trabajando con las encargadas de Recurso Humano Docente desde la mañana hasta horas que sobrepasan las 9:00 pm sin demostrar el mínimo grado de enfado o molestia. Es un admirable ejemplo para todos. Comprendemos que su filosofía es resolver los casos”, añadió Pineda.
El director departamental de Ocotepeque, Mauro Hernández, narra con orgullo y certeza que el reconocimiento obtenido desde hace varios años es gracias al trabajo en equipo del “trinomio educativo” de Ocotepeque. “Vale la pena caminar 10 kilómetros todos los días para ir por mis hijos porque los maestros que van a la escuela son apasionados por lo que hacen. Noto cuando mis hijos han aprendido algo nuevo todos los días”, destaca Lourdes Medina, madre de familia que cumple su parte en la jornada extendida en Ocotepeque.
El compromiso es la clave
No siempre tener dinero es indispensable para educación de calidad. La escuela Guía Técnica Número 5 del casco urbano de Ocotepeque no tiene pupitres nuevos ni aulas tecnológicas de alta categoría; sin embargoes una de las mejores escuelas de Honduras por el alto índice de aprobación de sus 600 escolares.
En la entrada del departamento se encuentra el instituto oficial San Marcos, en la aldea del mismo nombre.
Los padres de familia de la escuela unidocente rural Francisco Morazán, de El Moral, Sinuapa, no poseen automóviles, bicicletas ni caballos para transportarse por grandes distancias, pero llevan puntualmente todos los días a sus pequeños a clases y regresan por la tarde al terminar la doble jornada.
Ni hablar de los docentes que, aunque no siempre están a favor de todas las determinaciones de la Secretaría de Educación, llevan varios años sin dejar las aulas por alguna asamblea informativa que se realice en horarios de clases.
“El trabajo de la Dirección Departamental no solo en este tiempo, sino en años anteriores, nos compromete a darles el respaldo necesario. Ocotepeque será el primer lugar donde se ejecuten los proyectos de la Secretaría de Educación porque han sido disciplinados y transparentes en todo y han mostrado practicar la verdadera cultura educativa”, manifestó Marlon Escoto, ministro de Educación.
“Los resultados hablan por sí solos, los maestros, estudiantes y padres de familia de Ocotepeque son los mejores en Honduras”, añadió Dennis Cáceres, coordinador de Evaluación de Calidad Educativa. Lo estudiantes en Ocotepeque tienen la clara la fórmula del éxito en sus estudios.
“Sentimos bastante motivación para estudiar aquí en el colegio. Normalmente nos ayudamos entre todos para sacar buenas calificaciones y los maestros se toman el tiempo para explicar; son un ejemplo para nosotros”, expresó Clarissa Perdomo, presidenta de la asociación estudiantil del instituto San Marcos.
“La formación que recibimos en la normal nos compromete desde el inicio a ser mejores docentes para los niños que educaremos. Hemos adquirido esta mentalidad por generaciones”, señaló Mario López, normalista a punto de egresar.