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Guillermo Anderson, el trovador enamorado de su patria

  • 06 agosto 2016 /

Deja un legado como compositor, promotor cultural, defensor de la naturaleza y de compromiso con las causas artísticas.

San Pedro Sula, Honduras

Guillermo Anderson es canto, baile, guitarra, tambor, mar, caracol, selva, arena, sonrisa, fraternidad, sencillez, palabra, poesía, viento-ave del Caribe que ahora alza vuelo al horizonte infinito.

Un ceibeño, un hondureño, un ser humano premiado por la vida con el talento y la sensibilidad para escuchar la voz del mar, los sueños de los niños de su país, las nostalgias de los viejos, el frágil clamor de la naturaleza, el llanto y el grito jubiloso del tambor garífuna o el susurro del amor que crece bajo la mirada cómplice de las estrellas.

Guillermo Anderson, trovador de 54 años que deja un vacío en su patria Honduras, donde nació el 26 de febrero de 1962. ¿Una muerte prematura? Seguro que sí. Aunque la vida le ha quitado la guitarra demasiado pronto de sus manos deja una huella admirable. Una huella artística que le tomó casi treinta años. Una huella donde es inconfundible el amor por Honduras, el ideal de construir un país de hermanos, la constante lucha por preservar la naturaleza y el respeto por las culturas marginadas, especialmente la garífuna.


La vida es música

Sus primeros años de estudio los cursó en la Escuela Mazapán, de La Ceiba, y la secundaria en el instituto San Isidro de su ciudad natal. Esas vivencias infantiles en esta ciudad bañada por el Caribe, y que seguro marcaron al futuro artista, aparecen en su libro Bordeando la Costa, que además contiene ilustraciones creadas por él mismo. Es que Guillermo Anderson no solo es música. También es literatura.

En 1986 egresó de la Universidad de California en Santa Cruz, Estados Unidos, donde obtuvo una licenciatura en letras con énfasis en literatura hispanoamericana. Experiencia universitaria que además le permitió estar en contacto con una compañía que hacía teatro bilingüe para niños inmigrantes. Vivencia que perdura en el disco Para los chiquitos.

En ese país norteamericano trabajó en compañías profesionales como El Teatro de La Esperanza de San Francisco, California, y después en El Teatro Campesino creado por Luis Valdez.

Anderson siempre dijo presente a la temporada artística de Teatro La Fragua de la ciudad de El Progreso. El cierre de este proyecto cultural, impulsado por su amigo y sacerdote jesuita Jack Warner, siempre estaba en su agenda anual. Cada año la temporada concluía con el concierto de Guillermo Anderson. La pasión y compromiso con las manifestaciones artísticas estaba en su sangre. Otro legado, huella, ejemplo para los aspirantes a artistas de Honduras.

Digno hondureño

El Salvador , Guatemala, Nicaragua, Costa Rica, México, Estados Unidos, Gran Caimán, Cuba, Brasil, Taiwán, Japón, Argentina, España, Holanda, Alemania... son algunos de los países donde presentó su música impregnada de la multiculturalidad de su patria. Pero su agenda de giras internacionales no minó su compromiso con Honduras. También era normal verlo con su guitarra en ferias patronales o en centros educativos cantándole a la esperanza, a la paz, a la vida, a la fraternidad... sin ínfulas de grandeza.

Guillermo Anderson, sus composiciones lo reflejan, se dejaba sorprender constantemente por la vida a su alrededor. Es fácil sorprenderse con las costumbres en un país extraño. No es fácil sorprenderse con la vida cotidiana del país de nacimiento, se tornan tan normales que se pierde la capacidad de registro. Pero Anderson no solo ha registrado la fuerza milenaria de La Parranda y La Punta, también en sus canciones está presente el pescador, el cayuco bailando con el mar, el caracol, el izote, la mujer admirada por su fuerza ante la vida adversa, el olor de la guayaba, la admiración por la abuela que lleva en sus arrugas el sacrificio, el desconsuelo por el Cedro o el Ceibón talado por mano criminal, el inmigrante que deja su patria en busca de un futuro mejor por su familia...

Tras conocerse su delicado estado de salud llegaron homenajes y reconocimientos. Aunque lejos ya de los escenarios, siguió activo en las redes sociales para agradecer las muestras de cariño y mantuvo una actitud valiente en tiempo de la tormenta. Ahora solo resta decirle gracias, Guillermo. Y quizás aprender de su amor por Honduras, al recordar que En mi país escribió: “para quererte el corazón mío no alcanza”.

Foto: La Prensa

Su legado permanecerá por generaciones.

Foto: La Prensa

Guillermo Anderson recorrió los rincones de Honduras y del mundo llevando su canto.

Foto: La Prensa

Hoy, la tierra a la que tanto él amó, lo despide. Su legado permanecerá por generaciones.