La Organización Internacional de Migraciones (OIM) ha dado a conocer la significativa disminución del desplazamiento de niños y jóvenes hacia la Unión Americana con el fin de ingresar a suelo norteamericano y encontrarse con sus familias. La denominada ola de migrantes ha disminuido en un 70.4%.
El éxodo, alimentado por la difusión del mensaje de entrada libre para menores, desbordó las previsiones y solamente en junio se contabilizaron casi 11,000 niños y jóvenes provenientes de México y Centroamérica.
A los albergues y refugios tradicionales hubo que sumar algún centro militar para acoger temporalmente a los inmigrantes así como nombrar jueces para resolver los casos, la mayoría de los cuales terminaban en ingreso y señalamiento de una fecha para presentarse en la corte.
En los países de origen de los migrantes, entre ellos Honduras, se desarrolló una campaña para concienciar sobre los gravísimos peligros a los que se exponían los menores en el trayecto: asaltos, extorsión, secuestros, muerte.
Esto tuvo efecto, pero más allá de eso es necesario llegar a las causas de la migración, del porqué se deja el país y se corren tantos riesgos: desempleo, inseguridad, poca calidad de vida. Pero, sobre todo, dar respuestas a estos problemas y acompañar personal y colectivamente a los sectores desfavorecidos para que no sientan ni tengan la necesidad de salir del país.
Ha disminuido el flujo migratorio hacia el norte, pero las causas que lo alimentan están ahí y es necesario atacarlas y no quedarse en lo temporal, superficial, es decir, en los efectos.
