26/04/2024
12:30 PM

Aprender

    San Pedro Sula, Honduras.

    El consejo de mirar hacia adelante, evitando la tentación de la retrovisión como la mujer de Lot que quedó convertida en estatua de sal, es un principio que envuelve el quehacer administrativo público, cuyos protagonistas evitan, a todo trance, evaluar y juzgar lo que han hecho sus predecesores.

    Señalamos lo anterior porque en la compra de medicamentos, a juzgar por las declaraciones del presidente Juan Orlando Hernández, se ha logrado un sustancial ahorro con pago a precios reales de mercado que evidencia, al mismo tiempo, los superprecios consignados en las transacciones sin que se identifique la incapacidad, en el menos malo de los casos, o la inmoralidad de funcionarios responsables en la adquisición de medicina, material o equipo médico hospitalario.

    Cambió el sistema y la compra “al por mayor” abarató el precio, pero no será para tanto, tal como lo expresa el mandatario: “Las jeringas antes eran compradas a 4.60 lempiras, ahora lo hacemos a 9 centavos. ¿Se imaginan ustedes todo el dinero que antes se perdía?” Más que perder hay que hablar de desviar y de quiénes lo desviaban. Silenciar o no echar mirada atrás es alimentar la impunidad que está bien amarrada con la corrupción.

    El Tribunal Superior de Cuentas (TSC) está proporcionando algunos indicios de que el pasado no se entierra ni se olvida, el problema es el siguiente paso, cuando los casos, con el respaldo de la documentación obtenida, pasa a los operadores de justicia y ahí ya es otro desafío con el que no siempre se puede. Volviendo a las compras de medicamentos, los resultados llegan como tabla de salvación en el naufragio del sistema público de salud.

    Es un paliativo, pues el desastre es de tal magnitud que exigir soluciones de la noche a la mañana es querer tapar el sol con un dedo o esconder la incompetencia del pasado.

    “La compra eficaz que se hace ahora permite un ahorro de hasta un 50% en promedio de compra de medicamentos y materiales; esto es alrededor de unos 350 millones de lempiras”, explica el presidente Hernández, quien apuntilla que es un gran avance y evita la corrupción que antes existía.

    El sistema del fideicomiso, pero, sobre todo, los muchos y abiertos ojos de instituciones y organismos, cuya autoridad moral es reconocida, impidieron la acción de la delincuencia institucionalizada. Reconocida la experiencia como “eficaz”, “beneficiosa” y, sobre todo, “moral”, habrá que conservarla y utilizarla eliminando los espacios en los que los corruptos se mueven como peces en el agua.

    No todo va a ser malas noticias, como no todo va a ser linduras; en la existencia habrá de ambas, pero ojalá vayamos más cerca de las últimas para divisar los primeros rayos de luz que nos indiquen el final del larguísimo túnel en el que caminamos aún los hondureños.