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El vínculo entre el dinero y la política, una sombra que persigue a los Kirchner

  • 28 julio 2014 /

A medida que la economía argentina se debilita, caen los índices de aprobación de la presidenta.

Río Gallegos, Argentina.

Durante los 11 años en los que han dominado la política nacional, la presidenta argentina, Cristina Fernández de Kirchner, y su difunto esposo, Néstor Kirchner, han acumulado una peque­ña fortuna.

Entre 2003, cuando Néstor Kirchner fue electo presidente, y 2010, cuando murió, el patrimonio de la pareja aumentó de US$2,5 millones a US$17,7 millones, según sus de­claraciones juradas anuales ante la Oficina Anticorrupción. Muchos argentinos quieren saber de dónde provino ese dinero.

Una serie de investigaciones judiciales ha sacudido la política argentina al dirigir la atención a negocios de altos funcionarios y sus socios. A fines de junio, el vicepresidente Amado Boudou fue procesado por los delitos de cohecho y negociaciones incompatibles con su función en relación a la compra de una imprenta en bancarrota.

Un ex secretario de Transporte fue procesado en abril bajo car­gos de enriquecimiento ilícito. Ambos han negado las acusaciones. Hace dos años, una ex ministra de Economía fue condenada por los delitos de encubrimiento agravado y sus­tracción de documento público en una inves­tigación sobre una bolsa con efectivo hallada en el baño de su oficina.

No obstante, la investigación que ha ge­nerado más polémica tiene que ver con un empresario del sector constructor con la­zos estrechos con los Kirchner. Un fiscal en Buenos Aires acusó a Lázaro Báez de lavar cerca de US$65 millones a través de una red global de empresas fantasma. El fiscal, José María Campagnoli, dijo en una entrevista que el dinero habría sido desviado de fondos del gobierno destinados a obras públicas y que Báez era testaferro de los Kirchner.

Pero la pesquisa de Campagnoli fue inte­rrumpida cuando las autoridades judiciales lo suspendieron, acusándolo de excederse en sus funciones y filtrar información a los medios. Campagnoli niega las acusaciones y afirma que es perseguido por investigar la corrupción. Ahora encara un proceso judicial por el que podría ser destituido.

En una entrevista, Báez negó las acusa­ciones del fiscal, que calificó como parte de una campaña para perjudicar a su empresa y desacreditar al gobierno kirchnerista. Un portavoz de Báez ha dicho que el empresa­rio no tiene inversiones en ningún país fuera de Argentina.

Funcionarios del gobierno de Kirchner no respondieron a pedidos de comenta­rios sobre la riqueza de la presidenta o las investigaciones de corrupción. En su úni­ca declaración pública sobre su patrimo­nio —un intercambio tenso y escueto con estudiantes de la Universidad de Harvard en 2012— Kirchner, de 61 años, dijo: “Te­níamos y tengo una determinada posición económica que ha sido producto de que he trabajado toda mi vida y he sido una muy exitosa abogada. Ahora soy una exitosa presidenta también, gracias”.

Pero los escándalos han socavado la popu­laridad de Kirchner en un momento delicado. Cuando le quedan menos de 18 meses de man­dato, la presidenta intenta estabilizar una de las economías más vulnerables de América Latina. La inflación galopante y la escasez de divisas han llevado a Argentina a la recesión. Sólo 26% de los argentinos aprueban su ges­tión, según una encuesta reciente de la con­sultora Management & Fit.

Asimismo, el país mantiene una disputa judicial con un grupo de acreedores extran­jeros. En junio, la Corte Suprema de Estados Unidos rechazó analizar un fallo de un tri­bunal de menor instancia que exige a Argen­tina pagar toda la deuda que mantiene con un puñado de bonistas que rechazaron su oferta de unos 30 centavos por dólar sobre cerca de US$100.000 millones en deuda que incumplió en 2001. El gobierno sostiene que no tiene dinero para acatar la orden. Pero si no lo hace hasta el miércoles, el país podría enfrentar su segunda cesación de pagos en 13 años.

Uno de los acreedores que no aceptaron canjes —conocidos como holdouts—, el fon­do de cobertura estadounidense NML Capital Ltd., quiere que una corte federal de Neva­da le ayude a embargar activos que, afirma, están en manos de firmas fantasma de Báez, alegando que el dinero fue básicamente roba­do del Estado argentino. Un tribunal federal de Nueva York ha determinado que NML tie­ne derecho a obtener información sobre ac­tivos argentinos en el exterior en su intento por cobrar la deuda. Un vocero de Báez des­cribió la solicitud de NML como “oportunista y poco seria en su concepción”.

Los Kirchner forjaron una exitosa reputa­ción en Argentina al presentarse como defen­sores de los oprimidos. Cristina Kirchner fue electa en 2007, reemplazando a su marido.

Manuel Garrido, un ex fiscal anticorrup­ción durante los mandatos de los Kirchner, dice que los escándalos “reflejan el surgi­miento de un capitalismo clientelar, oligar­cas que emergieron en la última década al calor de sus vínculos con los funcionarios”. Garrido renunció en protesta en 2009, afir­mando que los Kirchner limitaron sus pode­res de investigación después de que indagó presuntos actos de corrupción que involucra­ban al gobierno. Funcionarios no respondie­ron a pedidos de declaraciones.

Austral Construcciones S.A., la principal empresa de construcción de Báez, fue creada semanas antes de que Néstor Kirchner asu­miera el poder en 2003. Desde que la pareja se mudó a la Casa Rosada, el palacio presi­dencial, la firma de Báez ha recibido cientos de millones de dólares en contratos de obras públicas en Santa Cruz y se ha convertido en el mayor empleador del sector privado en la provincia.

Báez, de 58 años, contó que conoció a Nés­tor Kirchner jugando al basquetbol y al fút­bol en los años 70. Su amistad se fortaleció gracias a su amor por los deportes y el acti­vismo político en el movimiento peronista. Kirchner solía ir a su chacra, dijo, para jugar al fútbol y comer asados.

Durante una entrevista en su oficina, sen­tado frente a una inmensa fotografía de los Kirchner en un acto político, Báez dijo que su empresa se expandió rápidamente porque los Kirchner elevaron el gasto público para fomentar el crecimiento regional, el empleo y el desarrollo social.

El patrimonio de los Kirchner se ha multiplicado

“Esta no es una empresa fan­tasma”, aseveró mientras camina­ba por la sede de su firma en Río Gallegos, la melancólica capital de Santa Cruz, en la Patagonia argen­tina. Mostró docenas de topado­ras, trituradoras, camiones y otra maquinaria pesada.

Báez afirmó que el gasto pú­blico de los Kirchner transformó Santa Cruz, una provincia rica en petróleo, y el país. Dijo que Austral Construcciones cambió las reglas del juego en un sector donde media docena de compañías dominaban las licitaciones de obras públicas. Conduciendo su pickup Toyota Hilux negra por Río Gallegos, seña­ló una nueva escuela y proyectos de vivienda pública que su empre­sa construyó con financiamiento del gobierno nacional.

“La mayoría que escribe sobre esto no sabe lo que hacemos,” co­mentó mientras caminaba por el gimnasio de la nueva escuela. Ase­guró que este tipo de infraestruc­tura moderna no existiría sin los Kirchner.

“La cuestión judicial nos ha he­cho un daño gigantesco,” indicó. El escándalo “nos quita a nosotros mucho nivel de participación en la obra pública, es una manera ele­gante de sacarnos de la cancha”.

Báez dijo que el negocio de su empresa es transparente. Atribu­yó el escándalo a un intento de sus detractores por descarrilar sus esperanzas de ganar una lici­tación para construir un proyec­to hidroeléctrico de casi US$5.000 millones.

En abril de 2013, el periodista argentino Jorge Lanata hizo re­velaciones sobre la empresa de Báez en su popular programa de noticias. “Periodismo para todos” mostró entrevistas grabadas con una cámara oculta a Leonardo Fa­riña, quien dijo que manejaba una fortuna de US$5.000 millones para Báez y se desempeñaba como su valijero.

En los videos, Fariña afirmó que socios de Báez cargaban valijas de efectivo en el jet ejecutivo del empresario y las transportaban a Buenos Aires. Allí, el dinero era lle­vado a una firma de servicios fi­nancieros conocida informalmen­te como “La Rosadita”, afirmó, a cinco cuadras de la Casa Rosada. Había demasiado dinero para ser contado a mano, explicó, así que lo pesaban para determinar su valor y luego lo enviaban a paraísos fis­cales.

Fariña también contó haber jugado al fútbol y socializado con Néstor Kirchner. Federico Elaskar, dueño de la firma financiera, apa­reció en el programa y corroboró los comentarios de Fariña.

Después de la emisión del pro­grama, tanto Fariña como Elaskar se retractaron, diciendo que le ha­bían mentido a Lanata. Pero Cam­pagnoli dijo que su equipo verificó sus vínculos con Báez y su partici­pación en una presunta trama de lavado de dinero que utilizó una red de empresas fantasma.

En una reciente entrevista, Campagnoli alegó que Báez era un testaferro de los Kirchner y que desvió fondos destinados a proyectos de obras públicas. Dijo que solicitó allanamientos en las residencias de los Kirchner para conseguir pruebas. El pedido fue rechazado por un juez. Báez asegu­ró que llevó a cabo los contratos de obras públicas de forma apropiada y desestimó como “ridículas” las acusaciones de que había trasla­dado valijas de efectivo.

En diciembre pasado, después de que Campagnoli presentó dos informes a un juez federal, fue sus­pendido tras ser acusado de filtrar información y excederse en su ju­risdicción.

El caso fue tomado por otro fis­cal y ahora está en manos del juez federal Sebastián Casanello. A principios de mayo, procesó a Fa­riña y Elaskar por lavado de dine­ro no relacionado a sus presuntos vínculos con Báez, pero no ha pre­sentado cargos contra el empresa­rio. La investigación continúa.

Fariña se encuentra en la cár­cel mientras aguarda un juicio por evasión fiscal vinculado a otra in­vestigación. Su abogado, Iván Mendoza, reconoció que su clien­te había llevado a cabo negocios con Báez pero dijo que Fariña no es culpable y que está pagando un precio por su estilo de vida extra­vagante.

Intentos de contactar a Elaskar y su abogado fueron infructuosos. Elaskar negó los cargos en su tes­timonio en la corte y añadió que el programa de TV le significó gran­des problemas. “Me metieron en una máquina de hacer chorizos”, sostuvo.

Campagnoli fue restituido como fiscal la semana pasada, pero el proceso que finalmente podría costarle el cargo continúa. “Sabía­mos que iba a terminar mal”, ase­veró. “Lo hice porque soy un fis­cal y tengo un equipo que piensa como yo”.

Ignacio Rodríguez Varela, un secretario judicial quien trabaja­ba para Campagnoli, dijo que la investigación “era como lo que se podía ver a través del ojo de una cerradura, por lo que pudimos ver y lo que podríamos haber descu­bierto si se nos hubiera permitido continuar.”

Ricardo Monner Sans, un abo­gado que ha denunciado casos de corrupción, sostuvo que el juez a cargo del caso “ha hecho todo un esquive referido a Báez. Si profundiza, debería llegar a los Kirchner”.

El juez Casanello lo negó. “Un juez tiene que buscar la verdad a toda cos­ta sin olvidarse nunca de respetar los derechos garantizados en la Consti­tución y el código procesal”, dijo. “Es falso que no se investiga o que se in­vestiga lentamente”.
El creciente patrimonio de los Kirchner había sido objeto de una investigación en 2009. El juez fe­deral Norberto Oyarbide, quien ha sobrevivido reiterados intentos de destituirlo de su cargo, sobreseyó al matrimonio. Afirmó que los in­vestigadores concluyeron que no había problemas y que el caso que­daba cerrado.

Garrido, el fiscal anticorrup­ción que renunció en 2009, y Alfre­do Popritkin, un contador forense y ex perito de la Corte Suprema, señalaron en entrevistas que los Kirchner nunca explicaron de for­ma fehaciente cómo incrementa­ron su riqueza de US$5,4 millo­nes en 2007 a US$12,8 millones en 2008.

En sus declaraciones, los Kir­chner indicaron que obtuvieron la mayor parte de su patrimonio mediante numerosas transaccio­nes inmobiliarias en Santa Cruz y de depósitos de efectivo.

Garrido dijo que no se hizo una valuación apropiada de los activos inmobiliarios. Popritkin aseveró que el matrimonio nunca presen­tó documentos que demostraran cómo lograron obtener tasas de in­terés mayores a las del mercado.
Los vínculos empresariales en­tre Báez y los Kirchner son exten­sos, según documentos a los que tuvo acceso The Wall Street Jour­nal. Incluyen préstamos, transac­ciones de inmuebles, copropiedad de terreno y desarrollos inmobi­liarios conjuntos.

También involucran pagos re­lacionados con Alto Calafate, un hotel boutique que pertenece a los Kirchner en un destino turístico en la Patagonia cerca del glaciar Pe­rito Moreno.

En 2010, por ejemplo, la empre­sa de Báez alquiló 90 noches de ha­bitaciones por mes en el hotel, uno de varios que poseen los Kirchner en El Calafate, según una copia del contrato visto por The Wall Street Journal. Una habitación en el ho­tel cuesta entre US$140 y US$238 la noche, indica el documento. Al precio inferior, eso generaría cer­ca de US$150.000 en ingresos ho­teleros en un año.

El vocero de Báez reconoció los acuerdos. El secretario general de la Presidencia, Oscar Parrilli, dijo que las transacciones hoteleras son “acuerdos privados entre per­sonas y que fueron declarados tan­to por el ex presidente como por la actual presidenta”.

En la última década, Báez se ha convertido en uno de los mayores terratenientes de Argentina, al comprar decenas de miles de hec­táreas en Santa Cruz, de acuerdo con registros públicos.

En 2006, Jorge Molfino, un re­sidente de Santa Cruz, vendió un rancho de 10.000 hectáreas a Aus­tral Construcciones. Molfino dijo que pidió US$1,5 millones, pero que un representante de Báez ofre­ció pagarles US$1,6 millones en ocho cuotas, bajo la condición de que la última de US$200.000 fuera destinada a la campaña presiden­cial de Cristina Kirchner. Aceptó la propuesta.

Voceros de Báez y el gobierno no respondieron a pedidos de co­mentarios.
Tras la muerte de Néstor Kir­chner, Báez erigió un mausoleo de tres pisos en su honor en Río Galle­gos, inspirado en el Dôme des In­valides en París, donde se encuen­tra la tumba de Napoleón.

Una placa conmemorativa, colocada por Báez, adorna una pared adyacente a la entrada: “Aquí descansa Néstor Carlos Kirchner, el santacruceño que cambió la Argentina y, sobre todo, un amigo”.