26/04/2024
12:56 AM

Intervención y cama 10

    San Pedro Sula, Honduras.

    La tristeza, desolación y el enojo, como un nudo en el estómago, quedaron consignados en la columna Cama 10, publicada en Opinión en la edición del martes en LA PRENSA, ante la impotencia porque “una vez más se me muere un paciente” por no tener a tiempo los medicamentos. Es la frustración y la rabia de un buen médico, una doctora responsable que conserva en el centro de su profesión el valor supremo de la vida.

    No es lo mismo ojear papeles, calcular cantidades o elaborar informes que pasan de escritorio en escritorio hasta terminar su inútil utilidad en un archivo, que acercarse a un paciente, diagnosticar la enfermedad, recetar las medicinas y verlo morir porque lo que se necesita “no hay” en el hospital Mario Rivas y hablar con los familiares.

    Y no se trata de una circunstancia, un momento crítico, sino de una situación prolongada cuyo número de víctimas quedará en los archivos con la notificación de las heridas o enfermedad causantes del deceso, sin nota marginal de que no se le pudo proporcionar la atención requerida por el estado calamitoso del hospital.

    La tardía aceptación del desastre, auténtica tragedia para las personas de escasos recursos, condujo a la intervención del centro hospitalario convertido en nacional por las carencias en los centros primarios de salud, obligando a los pacientes a trasladarse al Rivas donde esperan pronta atención y medicamentos. La desilusión es inmediata porque “no hay guantes; no hay jeringas; no hay ropa; no hay medicamentos; no hay suero...” señala la presidenta de las enfermeras.

    Pequeñeces expresan los burócratas, cuya mira está dirigida hacia los problemas macro que habrá que resolver, pero sin ignorar, desdeñar aquellos otros micros y personales. “Tienen que pagarles regularmente. Nadie va a estar contento ni motivado si no tiene su salario”. No será de mucho consuelo las palabras si la obstrucción burocrática o los intereses personales no desaparecen y se hace justicia a los empleados a quienes se les retrasa el pago del sueldo.

    Hay problemas mayores y de más difícil solución como garantizar la atención con el calificativo de “calidad”, según el oficialismo, para cuidar la vida, toda vida y en todo momento y así hacer lo posible y hasta lo imposible para recuperar la salud. Aunque se haya infiltrado el mundo delictivo, su erradicación es indispensable para mejorar la atención, pero un hospital con masiva carencia de medicamentos, equipo, material y otros insumos en el tratamiento de pacientes y protección de los empleados es una ficción y una violación al derecho de los ciudadanos a la salud. “Una vez más se me muere un paciente por una “estupidez”. En la entrada de la sala estaba su hijo con una bolsa llena de suero y medicamentos”, termina la columna de la doctora del Rivas sobre aquel día que, aunque han pasado meses, no olvida.