Cuando las personas piensan en Dios, ¿qué imagen les viene a la mente? Esta fue la pregunta que trataron de responder científicamente un grupo de investigadores de la Universidad de Carolina del Norte (Estados Unidos) para lo cual hicieron uso de una tecnología para reconstruir lo que, según creen, es el rostro de Dios.
El estudio, publicado en una artículo de la revista científica Plos One, refiere que para lograrlo, el equipo investigador entrevistó a 511 personas que se identifican con la fe cristiana, a quienes mostraron cientos de rostros de manera aleatoria.
Después de eso se le preguntó a los participantes cuál de los rostros que habían visto se parecía más a la imagen que tienen del rostro divino.
Luego de juntar todas las imágenes seleccionadas, los investigadores las combinaron en una sola imagen mediante un software especial y el resultado no fue menos que sorprendente.
El rostro resultante no tiene nada que ver con la concepción tradicional de que Dios tiene la apariencia de una persona mayor, con el cabello blanco y una actitud muy sabia.
Por el contrario, la mayoría de los participantes concebían al Creador como una persona joven y de finos rasgos con un toque femenino pero sin llegar a ser andrógino.
Los investigadores hallaron varios factores que influían en la concepción que del Ser Supremo tenían los participantes.
 La imagen compuesta de la izquierda ilustra la fusión de rostros que, según el estudio, más se parecen a Dios. La de la derecha muestra la de los que menos se parecen.
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Joshua Conrad Jackson, principal autor del estudio dijo que estas concepciones se corresponden con los valores de cada grupo, en donde otras investigaciones muestran que los conservadores se sienten más cómodos viviendo en una sociedad ordenada y gobernada por un Dios poderoso.
Los liberales, en cambio, gustan de vivir en una sociedad tolerante, gobernada por un Dios cariñoso.
Otro factor se relaciona con el concepto que las personas tienen de sí mismas. De esa forma, las personas de más edad se imaginaban a Dios como una persona mayor, mientras que los jóvenes concebían un Dios joven. Las personas de raza negra se lo imaginaban con rasgos de esa misma raza. Y las personas físicamente atractivas, se imaginaban a Dios como alguien muy apuesto.
El estudio concluye que las personas proyectan con frecuencia sus creencias y rasgos en otras personas y en esto, la apariencia de Dios no es la excepción. “Las personas creen en un Dios que no solo piensa como ellos, sino que se ve como ellos”, dijeron los investigadores.
