La novia se ha decantado por un diseño firmado por Clare Waight Keller, la diseñadora británica y directora artística de la casa Givenchy, que incluye un velo de cinco metros
Tal y como se intuía en las primeras imágenes difundidas por el canal de YouTube de la casa real, en las que se veía a la antigua actriz acompañada de su madre y ya en el coche que la llevaría a Windsor, Meghan Markle se ha decantado para su gran día con el príncipe Enrique por un diseño con escote barco firmado por Clare Waight Keller, directora artística de la casa Givenchy.
Casi al mismo tiempo que la novia hacía su entrada en la capilla de San Jorge, el Twitter del palacio de Kensington ha desvelado los detalles del secreto mejor guardado en torno al enlace del año explicando, por ejemplo, que se decantó por la diseñadora británica después de conocerla en persona a principios de 2018 debido a su 'estética elegante y atemporal' y su estilo relajado.
Una de las piezas más llamativas de la creación ha sido el impresionante velo de cinco metros que ha cubierto el rostro de Meghan durante su recorrido hacia el altar y la primera parte de la ceremonia, que incluía un guiño a los 53 países de la Commonwealth en forma de los bordados florales -realizados a mano- que lo adornaban y que representaban la flor típica de cada región. En la parte frontal y colocadas de forma simétrica se pueden apreciar espigas de trigo escondidas entre el resto de flores, para simbolizar amor y caridad.
El velo está sujeto por una tiara de diamantes que perteneció a la Reina María y fue confeccionada en 1932, aunque el broche central que la adorna se remonta a 1893. La reina Isabel II ha prestado esta impresionante joya a la ya casi esposa del príncipe Enrique para la ocasión.
Como no podía ser de otra forma, en un día tan importante no podía faltar algún guiño a Lady Dy, madre del novio, en forma de las no-me-olvides que adornan el ramo de Meghan y que eran las favoritas de la fallecida princesa del pueblo. El diseño es obra de Philippa Craddock y ha sido creado con flores recogidas en los jardines del palacio de Kensington, incluyendo mirto para continuar la tradición que inició la reina Victoria al casarse con el príncipe Alberto en 1858.
