Cortés, Honduras.
Desde que la comunidad de La Barra del Motagua y Cuyamel fueran declaradas zonas inhabitables, las 84 familias que las habitan han buscado la manera de reubicarse, pero sin éxito.
Como solución proponen la compra de un terreno en la comunidad de Buenavista, el problema es que este tiene un costo de L10 millones y la Municipalidad no dispone de los recursos para adquirirlo.
Los mapas y registros del patronato de la Barra del Motagua muestran que en 1986 había una distancia de 800 metros entre el mar y las viviendas.
Para 1998, después del huracán Mitch, se redujo a 600 metros, y en la actualidad solo 40 metros separan las aguas del mar de los hogares que se encuentran en ese lugar, debido a que por los eventos climáticos estas comunidades se han hundido.
Por esta situación Gustavo Cabrera, coordinador de la oficina de Cuerpos de Conservación, dice que “una marejada de siete pies sería suficiente para que se termine de perder toda la zona”.
Cabrera agregó que es urgente que estas personas sean reubicadas antes de octubre, cuando comience el invierno, o de lo contrario serán víctimas de una catástrofe.
Petición
Más de 400 personas que viven en la zona piden a las autoridades acciones inmediatas porque temen que en invierno pueda suceder una tragedia.
Francisco Díaz afirma que ellos no piden que les regalen nada, pero sí que les den facilidades de pago del terreno y que les presten un camión para desarmar las viviendas actuales, que en su mayoría son de madera, y reconstruirlas en la nueva ubicación.
Desde que la comunidad de La Barra del Motagua y Cuyamel fueran declaradas zonas inhabitables, las 84 familias que las habitan han buscado la manera de reubicarse, pero sin éxito.
Como solución proponen la compra de un terreno en la comunidad de Buenavista, el problema es que este tiene un costo de L10 millones y la Municipalidad no dispone de los recursos para adquirirlo.
Los mapas y registros del patronato de la Barra del Motagua muestran que en 1986 había una distancia de 800 metros entre el mar y las viviendas.
Para 1998, después del huracán Mitch, se redujo a 600 metros, y en la actualidad solo 40 metros separan las aguas del mar de los hogares que se encuentran en ese lugar, debido a que por los eventos climáticos estas comunidades se han hundido.
Por esta situación Gustavo Cabrera, coordinador de la oficina de Cuerpos de Conservación, dice que “una marejada de siete pies sería suficiente para que se termine de perder toda la zona”.
Cabrera agregó que es urgente que estas personas sean reubicadas antes de octubre, cuando comience el invierno, o de lo contrario serán víctimas de una catástrofe.
Petición
Más de 400 personas que viven en la zona piden a las autoridades acciones inmediatas porque temen que en invierno pueda suceder una tragedia.
Francisco Díaz afirma que ellos no piden que les regalen nada, pero sí que les den facilidades de pago del terreno y que les presten un camión para desarmar las viviendas actuales, que en su mayoría son de madera, y reconstruirlas en la nueva ubicación.
