El asesinato de Samuel Eduardo Ávila Raudales (24), quien conducía un bus rapidito y acribillado la tarde del domingo, fue la gota que derramó el vaso de los transportistas capitalinos.
Ayer unos 180 conductores del servicio denominado ejecutivo paralizaron las unidades para exigir a la Policía Nacional seguridad en las calles.
Los transportistas paralizaron las unidades en los bajos del puente de El Carrizal, en las inmediaciones de la Universidad Nacional Autónoma de Honduras
y en el bulevar Comunidad Económica Europea.
Los operadores de las unidades del transporte aseguran que integrantes de maras que hacen cobro del “impuesto de guerra” los han mantenido sometidos durante las últimas semanas. A juicio de los conductores, el móvil de la muerte de su compañero fue el incumplimiento del pago de la extorsión.
La paralización afectó a decenas de capitalinos, quienes tuvieron que buscar la forma de llegar a sus trabajos y centros de estudio.
Jorge Lanza, portavoz de los transportistas, destacó la valentía de los operadores, quienes manifiestan sentirse acorralados por las extorsiones. “Pagamos las esquelas de la Dirección Nacional de Tránsito, las de la Dirección General de Transporte y se paga ‘impuesto de guerra’ a tres maras, cada día es más difícil comer en esta ciudad y nadie hace nada”.
