La mujer en falda corta y blusa escotada le lanza un beso a un hombre de unos 40 años, luego le levanta la ceja y sigue el coqueteo.
El hombre la mira serio, pero ella insiste: ¡Venite, vamos!, lo invita, pero no tiene suerte. El cuarentón que permanece sentado en una jardinera del parque central le dice secamente que no, “porque hace mucho calor”.
El
todo el parque, sus sandalias se quedan atrapadas entre los ladrillos sueltos del piso. Son las 10:30 de la mañana y la muchacha de 26 años se une a un grupo de mujeres que se dedican a lo mismo que ella: la prostitución.
Su conversación se centra en que ha sido un día malo porque no han conseguido clientes. “Está difícil”, dicen.
Las ventas de perros calientes y pasteles despiden un olor agradable que invita a los peatones a degustarlos, no hay control en las ventas que hay en el parque; pero esa aroma desaparece en algunas ocasiones por la fetidez de los orines de personas que no usan los baños públicos y, lo peor, las lluvias rebalsaron una alcantarilla y la pestilencia hasta marea.
Un fotógrafo de los que utilizan el parque como su fotoestudio dice que el problema es que los sanitarios públicos los abren cuando quieren, el sábado y domingo están cerrados.
“La gente se hace donde puede porque no tienen a donde ir”, dice César Zelaya.
La arquitectura del palacio municipal, en su fachada frontal, de estilo clásico contemporáneo, es el telón de fondo de toda Ver más noticias sobre Honduras