26/04/2024
12:56 AM

Alex, el pequeño presidente electo por Dios y los niños

El pequeño ganó las elecciones en la escuela Pompilio Ortega en El Zapotal. Sueña con ver las instalaciones de su centro educativo transformadas.

En el aula de cuarto grado, sección B, de la escuela Pompilio Ortega en El Zapotal se encuentra su presidente escolar recién electo por más de 200 niños que ejercieron el sufragio en las pasadas elecciones a finales de abril.

Dicha celebridad es la sensación en los últimos meses dentro del centro educativo. Sus compañeros lo admiran, le tienen un profundo cariño y lo ven como un ejemplo, aunque él apenas logre ver algunas sombras.

Su nombre es Alex Cruz, de 15 años, su físico le resta al menos cuatro años más y debido a que su madre biológica los abandonó a él y sus hermanos y a su padre cuando tenía apenas dos años no pudo estudiar el tiempo que correspondía. Su sonrisa y su voz se entusiasman cada vez que alguien se acerca a saludarlo. Logra distinguir perfectamente las voces de sus seres queridos e incluso acercarse a ellos con solo oírlos.

El pequeño Alex perdió el sentido de la vista completamente a los cinco años tras haberse resbalado a los tres años en el baño de su casa e impactar con la parte superior del rostro sobre un bloque.

Pero esto, lejos de ser un motivo de frustración y tristeza, ha originado una sublime historia de esfuerzo, valentía y superación que ha dejado huella en muchos corazones que han tenido la oportunidad de saber de él. Según cuentan sus amigos, fue Dios quien lo eligió para darles color a sus vidas.

Los más cautivados son los menores de la escuela Pompilio Ortega. Cada niño espera con ansias todas las tardes la llegada del menor junto con doña María Torres, su madre de crianza, que ha pasado 10 años de su vida cuidándolo en toda circunstancia.

Su mejor amigo, Ángel Dubón, lo ayuda a llegar al aula donde es recibido por otros 35 compañeros a los que les relata cuentos, cuenta chistes y arma trabalenguas durante el recreo. Para ellos, son minutos de risas y sensacionales emociones. Todos conocen a Alex por su carisma, su sonrisa permanente y su destreza para hacer negocios con su venta de pulseras que él elabora. Las vende a 10 lempiras. Sin embargo, si hay alguien fascinado por su ejemplo, es su profesor Carlos Alfonso Leonardo.

El catedrático cuyas canas hablan de su amplio recorrido magisterial recuerda cuando la mamá de Alex lo consultó por la matrícula dentro de la escuela. “Me irritó porque me preguntó tres veces si había cupo para su hijo”, cuenta Leonardo mientras hace ademanes con las manos.

La sorpresa para él llegó cuando María le dijo: “Es que mi hijo no puede ver”. Sin embargo, esto, en vez de atemorizarlo, lo animó a prepararse para apoyarlo. Usó el Internet y buscó los mecanismos para comunicarse eficientemente con Alex. Ahora lo ve como un hijo.

“Sé que Dios lo puso en mi vida por algo”, dice con cierta nostalgia mientras lo observa. El docente de 65 años asegura que el menor incluso le da clases de braille y han encontrado la dinámica de “aprender el uno del otro” durante el tiempo que llevan de conocerse.

La directora Lesly Núñez se muestra orgullosa de tener al valiente en la escuela que ella administra. Está convencida de que su vida ha sido bendecida con Alex.

Elecciones

El pequeño aficionado del Marathón es tan querido en su centro de estudio que al primer anuncio de las elecciones internas, es decir, los gobiernos de cada grado, todos sus compañeros lo propusieron como candidato y se alzó con la presidencia de cuarto grado con contundencia.

Pero cuando alguien es tan carismático, servidor de los demás y sobre todo es un ejemplo de superación y buenas calificaciones, sin duda es postulante para algo aún más grande. Y fue cuando sus compañeros en alianza con niños de otros grados lo propusieron para presidente de toda la escuela. Su contrincante era una niña de quinto grado que tenía muy buenas calificaciones y obviamente con un par de habilidades más perfeccionadas que las suyas.

Aunque el panorama parecía complicado, Alex aceptó el reto e incluso les prometió a los 607 estudiantes mejorar el techo del estrado donde realizan los actos cívicos, pintar todas las instalaciones y mejorar las condiciones de los baños. Su honradez, sinceridad y bondad hicieron que quienes lo escuchaban creyeran que él cumpliría.

Un día antes de la elección, las aspiraciones del presidente de cuarto B parecían desvanecerse. Una actividad en el Centro de Rehabilitación Luis Braille, donde él aprende a leer y escribir, se realizaba justo el día de las elecciones. “No podré estar”, le dijo a su profesor con tristeza. “Tranquilo, vas a ganar”, le replicó su entusiasta catedrático.

Fue cuando, en medio de la actividad de la escuela de braille, mientras Alex no podía concentrarse ni mantener su mente en otro escenario que no fueran las elecciones que se realizaban en ese preciso momento en su escuela, recibió el aviso de su madre: “¡Hijo, eres presidente de la escuela, la mayoría votó por ti!”.

El júbilo e incluso un par de lágrimas perdidas se apoderaron del campeón electoral.

A diario, Alex camina cerca de 300 metros de su escuela al hogar de su tía, quien le ha prestado espacio a su padre don Alejo y a los otros hermanos para que vivan, ya que su trabajo de taxista apenas le da para llevar comida a su casa. Alejo y su compañera de hogar, doña María, quien no es madre biológica de Alex, pero sí de crianza, han buscado en brigadas y hospitales alguna esperanza médica que le dé al pequeño la luz para disfrutar visualmente de todas las persona.

Sin embargo afirman que médicos cubanos e incluso estadounidenses les han dicho que “el golpe en su córnea” es irreversible. “Quisiéramos que otro médico fuera o dentro del país nos dé la noticia de que Alex pueda recuperar su visión”, comentó su padre.

El ahora presidente escolar permanece feliz y sabe, porque lo dice con convicción, que no hay nada que le impida ser feliz.

Ayúdale a Alex con su escuela y familia

Alex Cruz busca permanentemente cumplir las promesas que les hizo a sus compañeros para restaurar la escuela Pompilio Ortega. Este centro educativo ha sido nombrado ejemplo, pues fue una de las cinco instituciones públicas de San Pedro Sula que no perdieron clases el año anterior. La fachada de la escuela no ha sido pintada y la mayoría de sus aulas carecen de ventilación suficiente para recibir clases en condiciones adecuadas.

Además, el techo del escenario de la institución está incompleto y los menores reciben directamente el sol durante los actos cívicos. “Quisiera que la gente que lea mi historia me ayude a ser un buen presidente de mi escuela. El maestro y mis compañeros me quieren mucho y tengo que darles lo que se merecen”, dice el escolar.

Entre otros sueños que Alex anhela cumplir está el de viajar y escuchar las olas del mar de cualquier zona playera de Honduras. Espera conseguir una casa propia para sus padres y darles una mejor vida para agradecerles el desarrollo que ha tenido a pesar de su dificultad. Pero, sin duda, su sueño más grande es recuperar la vista. “Deseo ver a toda la gente que me quiere y que puedan ayudar a los demás niños que tienen mi problema porque es difícil divertirse con ese problema”, termina diciendo.

La escuela Pompilio Ortega está en la calle principal de El Zapotal, cuadras después del Centro Artístico Infantil de esa zona de San Pedro Sula.