27/04/2024
10:08 AM

'Ninis” de La Mosquitia emigran a San Pedro Sula

San Pedro Sula, Honduras.

Empujados por la imperiosa necesidad de un empleo, más que por el deseo de estudiar, “ninis” misquitos abandonan Gracias a Dios y emigran hacia San Pedro Sula, donde pocos consiguen un trabajo formal.

Washin Baptist (24) llegó en 2015 a San Pedro Sula porque hasta su comunidad, llamada Benck, llegan las noticias de que esta ciudad ofrece oportunidades.

“Vine a San Pedro porque donde vivo no hay trabajo y necesito billete (dinero)”, expresó Baptist. “Allá no hay trabajo”.

Benck es una comunidad fácil de localizar: está situada en el municipio de Villeda Morales, ubicado (gráficamente) en la última esquina del mapa de Honduras. Sin embargo, “es difícil llegar hasta allá”.

La recóndita Benck, con sus caseríos Titi, Wayli y Tasbarraya, es un escenario espectacular, desde el punto de vista natural, pues está flanqueado por el río Segovia, parque nacional Kruta y el fantástico mar Caribe; pero para jóvenes como Baptist este lugar es hostil y “muy peligroso”.

El narcotráfico internacional opera en esa zona y recluta a jóvenes para que recuperen y trasieguen los paquetes de cocaína que lanzan al mar desde lanchas y avionetas o que pierden cuando son perseguidos por las autoridades antidrogas.

“Los narcos dan trabajo, pagan bien, pero es peligroso. Prefiero estar aquí (San Pedro Sula)”, comentó.

El día que periodistas entrevistaron a Baptist, él se encontraba en el parque central de San Pedro Sula con sus paisanos Kevin Tomás Mendoza (25), Rommel Mendoza Vargas (23) y Berelito Nolasco (20), otros “ninis” (de caseríos de Benck) que arribaron a la ciudad el año pasado.

Encontrar un trabajo formal (con horario establecido y salario mensual), para Baptist y sus tres amigos, es una misión más difícil que para “ninis” urbanos.

Los cuatro solamente cursaron la educación primaria y hablan poco español.

Estas dos limitaciones se constituyen, además, en una barrera que les impide encontrar un trabajo calificado.

Por ahora se conforman con descargar y cargar camiones, actividad que no llena sus expectativas económicas, puesto que no es una labor constante todo el año.

“Solo queremos trabajar, estudiar no, no hay billete”, dijo Berelito Nolasco, quien respondió con dificultades a las preguntas de los periodistas de LA PRENSA. En Benck, por ser una comunidad impenetrable a causa de la falta de vías de comunicación, los productos de consumo básico y las medicinas son más caras que en otras zonas del país.

Conforme al último Informe Nacional sobre Desarrollo Humano 2011 del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), el departamento de Gracias a Dios, de donde llegaron estos cuatro misquitos, “tiene la menor esperanza de vida (70.2 años) y el menor ingreso anual per cápita, estimado en tan solo $1,409”, unos 89 lempiras al día. Baptist y sus tres amigos viven en Medina, un barrio de San Pedro Sula que se ha convertido en la sede de la comunidad misquita que ha emigrado de Gracias a Dios en los últimos cinco años.

En esta populosa zona, unos 500 misquitos, por lo menos, viven en casas y cuarterías, donde pagan alquileres baratos.