15/04/2024
12:48 AM

'Dijeron: ‘Esta negrita no dura ni dos días en el puesto’”: Sara Doris Sambulá

Es nuera de la partera que atendió el nacimiento del expresidente Porfirio Lobo Sosa. Se considera la paja en el ojo de algunos políticos.

San Pedro Sula, Honduras.

Todavía está en Trujillo la vieja máquina de coser en la que su madre quería que aprendiera costura, pero que ella se negó a pedalear porque aspiraba a ser una profesional de mucho prestigio. Sara Doris Sambulá logró no solo eso, sino convertirse en la primera funcionaria garífuna del país, como directora Departamental de Educación en Cortés.

Su madre, Victoria Mejía, quedó usando la máquina para parchar ropa, mientras la cipota buscó la forma de terminar sus estudios secundarios.

Vivía frente al mar en el barrio Cristales de Trujillo con su madre, dedicada esta a planchar ropa ajena y a hacer pan de coco para vender. El padre abandonó el hogar cuando Sara Doris tenía cuatro años, llevándose el poco apoyo económico que daba a doña Victoria y sus tres hijos.

Foto: La Prensa

Con sus hijos Kevian Judith, Eliana Catalina y Jefferson Elías.
Con solo siete años Sara Doris entró al primer grado en la Escuela Socorro Sorel de su barrio. Su maestra mestiza la maltrataba para forzarla a escribir con la mano derecha, no obstante que era zurda.

Es el único recuerdo amargo que tiene de su infancia. La niña era feliz a pesar de la pobreza que la rodeaba. Se acostaba tarde estudiando a la luz de un candil y se levantaba muy temprano para seguir leyendo con la luz del amanecer.

Con el segundo grado escolar llegó su á ngel de la guarda: la maestra garífuna Inés Martínez, quien, descubrió el talento de la alumna, cultivó su carácter de líder y la hizo tutora del grado.

Con su esposo Elías Pastor López.
“Allí me di cuenta que traía vocación para ser maestra. Hasta la cartera cargaba a mi profesora”. Había tanta afinidad entre ambas que la maestra terminó llevándose a la alumna a vivir a su casa. Cerca residía un coronel que contrataba temporalmente a la escolar para que sirviera de “china” a sus hijos.

Gracias a que obtuvo el primer lugar de excelencia académica al terminar el nivel primario, fue premiada con una beca para estudiar el ciclo común en el Instituto Espíritu del Siglo de Trujillo. Por ese tiempo, la joven conoció a Elías Pastor López, un adolescente, hijo de la partera del pueblo. Con el tiempo Elías se convirtió en el padre de sus tres hijos.

Era un aprendiz de joyero, callado, pero muy enamorado. Se prendó de ella porque la escuchaba cantar cuando pasaba frente a su casa, pero sobre todo porque era una de las mejores alumnas del colegio. En el mundo deportivo Elías Pastor es conocido porque integró, en su juventud, el equipo Olimpia.

Escribió dos libros sobre el aporte cultural de las maestras garífunas.
Al terminar la beca de tres años de plan básico que le dio el Gobierno, la muchacha se vio imposibilitada para continuar estudiando. Fue entonces cuando su madre compró la máquina con dinero prestado para que aprendiera el oficio de costurera.

Ni siquiera la tocó. Se comunicó con un tío, que andaba embarcado, para que le ayudara con el estudio.

Fue así como terminó su educación secundaria en la Escuela Normal de Occidente, de La Esperanza, Intibucá.

Posteriormente obtuvo el título de licenciada en Educación Básica en la Universidad Pedagógica Francisco Morazán.

Ha puesto a prueba su patriotismo en eventos.
Relató que su suegra atendió el parto mediante el cual nació el expresidente de Honduras, Porfirio Lobo. Por eso, el exgobernante mantiene una buena relación con los parientes de la partera, incluida ella.

Pero, no es esa la más fuerte razón por la que Lobo la nombró Directora Departamental de Educación en Cortés. Fue el entonces ministro de Educación, Marlon Escoto, quien la propuso para el cargo, por haber visto su buen desempeño como coordinadora de Educación Intercultural Bilingüe.

“Esta negrita no va a durar ni dos días en el cargo”, vaticinaron políticos con menosprecio. Sin embargo, dijo, pese a las presiones se ha sostenido durante seis años como un barquito en medio de una tempestad.