Cero playa y mucha destrucción es lo que se puede ver en un amplio sector de la aldea garífuna de Corozal, donde prima el temor entre los pobladores.
Dos casas y un restaurante cedieron ante la presión de las olas. Los damnificados fueron nueve personas.
Desde la noche del pasado miércoles, la remoción de arena aflojó las estructuras del restaurante Ávila y empezó el descalabro en los sanitarios y una acera construida en la orilla, donde antes estuvo la playa.
Fue cuestión de tiempo para que el amanecer de ayer jueves, los asombrados pobladores dieran la voz de alerta y empezara una jornada de ayuda en beneficio de los perjudicados.
“Necesitamos ayuda. La casa que hice con esfuerzo se dañó”, dijo Carmen Zapata, afectada.
“Estamos sorprendidos por lo que ha pasado. El mar está acabando con las playas. Creo que más de 60 metros de playa han desaparecido. Es algo preocupante”, estimó Joel Loredo, vicepresidente del patronato pro mejoramiento de la comunidad.
Lenta destrucción
En agosto se dieron las primeras señales de que algo inusual estaba ocurriendo.
Algunos pobladores de mayor edad indicaron que eso no era normal.
“Creo que en los últimos 40 años no se había presentado un problema de esta naturaleza. En parte hay responsabilidad por las construcciones cerca de la playa o dentro de ella”, indicó Carlos Castillo, historiador de la comunidad.
Sostuvo que año tras año se presentan problemas cuando hay mal tiempo, pero nunca de esa manera. Miembros del Codem (Comité de Emergencias Municipal) visitaron la aldea para evaluar los daños. El grupo bajo la responsabilidad de Virgilio Reyes le presentará un informe al alcalde Carlos Aguilar para darles respuestas a los afectados. “Hemos hecho una evaluación del caso.Vamos a reubicar a las personas afectadas y se trasladarán piedras para proteger lo que queda de las casas y los negocios dañados”, dijo Reyes.
