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Lucha para tener una cadena de salas de belleza

  • 24 julio 2017 /

Hace dos meses abrió su negocio, luego de haber estudiado en la academia de belleza de la alcaldía.

San Pedro Sula, Honduras

Como a muchas niñas, a Yolani Pacheco desde pequeña le gustaba todo lo referente al mundo de la belleza, por lo que siempre era la estilista de todas sus amigas e incluso de sus familiares.

Para ella maquillar y hacer peinados no solo era una afición, ni mucho menos un pasatiempo, era una área en la que deseaba prepararse profesionalmente.

6,000
Salones de belleza. Hay en San Pedro Sula, según el registro de la oficina de Control de Ingresos de la Alcaldía. Aunque las autoridades consideran que hay muchos que operan sin permiso.

Por diferentes razones, entre ellas una situación económica difícil, le impidió siempre ingresar a una academia para prepararse, hasta que el año pasado supo, a través de LA PRENSA, de la Academia de Belleza “Canela y Miel” que funciona en el Centro de Capacitación Municipal (CCM).

Al saber de la oportunidad rápidamente buscó información y semanas después fue aceptada para ingresar a la academia. Tras seis meses de aprendizaje y con apenas un mes de haber obtenido su diploma, decidió abrir su propio salón de belleza, el cual ya es muy conocido en la colonia Real del Campo, donde reside.

“Se llama Jesús Yireth, le puse así porque creo en Dios y confío en que él hará prosperar mi negocio para crecer cada día”, expresó Yolani.

Su pequeño negocio no tiene nada que envidiarle a cualquier otra peluquería ya posicionada de la ciudad; ofrece cortes de cabello para hombre hasta aplicación de uñas con las tendencias de moda. Las ganas de superación de Yolani, de 29 años, son grandes y su sueño es tener su propia cadena de salas de belleza y que esta se convierta en una de las más importantes del país.

Fue la alumna con mejores notas durante su tiempo de estudio en la academia de belleza.

Su motor

Es madre de tres hijos: Jeimy (12), Jafeth (7), Gissel (5). Son ellos los que le dan la fortaleza para luchar, sobre todo por su hija mayor, quien sufre del síndrome de Escobar, un padecimiento poco conocido y que causa una malformación en la columna.

“Lastimosamente no he podido seguir llevándola a la terapia por falta de dinero. Los doctores me dijeron que no sobreviviría después de los dos años y gracias a Dios ya tiene 12”. Jeimy termina este año su sexto grado y es una niña con excelentes notas y aspira con ser una gran profesional para apoyar a su mamá.

Su sala de belleza está ubicada en el bloque P, casa 3 de residencial Real del Campo.