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Las ‘prepago’, comercio sexual subterráneo que atrapa a hondureñas

  • 18 febrero 2013 /

La indiferencia de la sociedad ha permitido que este negocio crezca a expensas de muchachas que son tentadas por el dinero fácil.

Una modalidad de prostitución disfrazada atrapa a más jóvenes hondureñas que caen seducidas por la tentación de ganar dinero fácil y rápido, aunque ello implique llevar una doble vida, vulnerar su integridad física y arriesgarse en el negocio oscuro del comercio sexual.

Las jóvenes que han caído en este flagelo, conocidas internacionalmente como chicas prepago, tienen en común que buscan diferenciarse de la prostitución de la calle elevando su estatus a categoría de “élite para la élite”. Escogen a sus clientes por medio de amigos, en bares, restaurantes, spas y gimnasios, en redes sociales o bien por su trabajo como edecanes o modelos.

Este mundo de las prepago, que termina convirtiéndose en un infierno, se maneja con jerarquía; existen las “de alta” y también las de “nivel medio” y hasta funcionan escuelas adonde mujeres de todo tipo son reclutadas y entrenadas para esta actividad subterránea.

Los sociólogos han catalogado este fenómeno como un reflejo de la decadencia moral a la que ha sucumbido la sociedad ante la pasividad de la familia, medios de comunicación, Gobierno y organizaciones sociales responsables de orientar y dar oportunidades a la juventud, especialmente a las mujeres.

Ese deterioro de valores es terreno fértil para que el crimen organizado y el narcotráfico ayuden a expandir ese comercio sexual de jóvenes sofisticadas que cobran -muchas veces- en dólares la noche a sus clientes frecuentes, entre quienes figuran turistas, funcionarios, políticos y narcotraficantes.

Estas jóvenes sueñan con vivir rodeadas de lujo, no importa el precio. Quieren dinero sin imaginar que se convierten en objetos para el mejor postor.
“No imaginé que sería prepago”

La historia de Celeste -cuya identidad está protegida- es similar a la de decenas de jóvenes que radican en Tegucigalpa, San Pedro Sula o en ciudades turísticas. Están dispuestas a todo.

Es joven y hermosa, tiene 22 años. Emigró del interior del país a una de las grandes ciudades con el sueño de estudiar Derecho. Su plan inicial era estudiar, graduarse y ser una abogada reconocida. Era un objetivo a su alcance, pues contaba con el apoyo de sus padres; pero la urbe le abrió las puertas a muchas alternativas para combinar el estudio con el trabajo. El primer día como universitaria se interesó también por el modelaje.

Creyó firmemente que si trabajaba sin dejar de estudiar se compraría todo lo que sus padres no podían darle. Anhelaba pagarse un buen apartamento y satisfacer sus lujos... pero nunca imaginó que ese sueño de ser modelo la sometería al mundo de las “chicas prepago”.

No fue difícil entrar en ese ambiente. Una de sus compañeras de universidad la invitó a una fiesta que ofrecía un empresario y desde ese día -sin haberlo imaginado- se abría paso en el submundo de las “damas de compañía”, de las animadoras de reuniones de empresarios, diplomáticos, políticos y hasta de narcos.

Es callada, elegante y de modales refinados. Es modesta al vestir, al menos cuando está frente a sus padres o ante quienes desconocen su doble vida. Celeste decidió contar su historia para que otras jóvenes no emulen su ejemplo. “Yo quería fama, comprarme ropa y zapatos finos, todos me decían que como era bonita no me costaría figurar y ser reconocida. Soñaba con la fama, por eso acepté cuando mi amiga me invitó, sabía que encontraría gente clave que me ayudaría. Era mi oportunidad para que me lanzaran como modelo, no imaginé que me vería en el negocio de las ‘prepago’ y que en horas sería una de ellas”.

“Me dijeron que el trabajo no implicaba acostarme con ningún cliente. Cuando empecé me gustaba vivir y vestir bien y llamar la atención. No puedo negar que ese dinero, aparte de lo que mandaban mis papás, no caía mal”.

Un día después de aquella primera fiesta citaron a Celeste a un casting. Aparentemente había dejado impresionados a los supuestos representantes de una agencia de modelaje. La maquillaron, la vistieron elegante y la joven quedó transformada.

Su primer gran evento fue asistir a la fiesta de un empresario. Le dijeron que era un grupo de inversionistas que llegaban del extranjero y ella sería parte de las “impulsadoras” de los productos que iban a promocionar. Pero no era cierto.

Se llevó una tremenda sorpresa. Cuando llegó a la residencia -ubicada en una zona distinguida- se enteró de que el modelaje era para los invitados. Había otras 12 muchachas listas para desfilar, pero todas no se quedarían. Aquellos hombres escogerían solo a las más bellas.

“Llegué a la casa, vi al grupo de hombres y entendí que no se trataba de promoción de productos. Sentí miedo, en mi cabeza pasaban muchas cosas, se me venía la imagen de mis padres. Ellos creían que yo estaba estudiando”.

Las culpas atormentaron a Celeste. Transcurría el tiempo y ella caía rendida ante los excesos y las tentaciones. Lo mejor -recuerda- era cuando le pagaban, ya que estaba ganando el dinero para comprar los lujos que siempre había deseado.

“Me pagaron 200 dólares (3,800 lempiras) esa noche, era un dinero que nunca había tenido y continué en el negocio. Mi amiga era el enlace con los clientes, entre ellos empresarios, diplomáticos, políticos, extranjeros y hasta narcos. Ella cobraba más, pero a mí solo me pagaban 200 dólares por cada evento. Me llegaron a gustar algunos clientes. Uno de ellos me ofreció el doble para que me acostara con él, lo pensé y al final, acepté. Así me fui acomodando a ser una ‘prepago’. Dejé mis estudios. No había agencia de modelaje, sino una red de prostitución exclusiva, que atendía a los más poderosos”.

Su vida cambió y para que sus padres no sospecharan les contó que había conseguido un trabajo y les ayudaría con los gastos. Cuando la visitan, ella se vuelve la niña recatada, como cuando salió hace tres años de casa. “Ellos creen que estoy estudiando y trabajando, cuando me visitan cambio de celular y me comporto como una adolescente. Les digo que estoy trabajando en una empresa donde me pagan muy bien y que el cargo que tengo me da tiempo para estudiar y trabajar”, relató.

Lo más complicado para Celeste es pasar desapercibida. “Me toca esconderme, porque la gente si se entera de lo que uno hace te dice que eres una prostituta y te discrimina. En los sitios que frecuentamos tenemos que estar seguras que no habrá nadie que nos conozca, porque si no estamos fregadas. Nos buscan muchos extranjeros, dicen que somos lindas y muy complacientes, a ellos no les importa pagar lo que uno les pida”.

Celeste reconoce que sus padres la educaron con principios morales, pero ella se acomodó a una nueva vida. En su relato desnudó que algunas agencias de modelaje reclutan a jóvenes que desean fama y dinero. “La agencia logra atraer a chicas de buen cuerpo con rostro bonito y buscan que sean muchachas de bien.

Han llegado incluso a tomarnos fotos y tienen un catálogo para ofrecer solo a los clientes permanentes, de mucho dinero, no circula públicamente, se mantiene en la clandestinidad. Por ejemplo, un empresario trajo a cinco extranjeros. Estuvieron en reuniones de trabajo, que terminaron en citas.
Ellos vieron el catálogo y nos escogieron. Nos llevaron a un hotel de caché que se contrató solo para nosotras y allí amanecimos. Ya si quieren estar más tiempo con nosotras, eso significa que deben pagar más”, confesó.

Según su narración, la agencia pone el precio por cada una y un porcentaje es para las prepago, el cual varía según el calvario (leáse servicio) a la que es sometida.

Guía preventiva para los padres

Preste atención a las señales de alerta para identificar si su hija es víctima de alguna modalidad de prostitución disfrazada.

1 Su hija (o) tiene dinero, ropa, joyas y otros regalos cuya procedencia es inexplicable. No es apropiado que ningún hombre o mujer, sea joven o mayor, dé a jóvenes dinero, ropa, joyas y otros regalos.

2 Se ausenta de la casa, el colegio o el trabajo y deja de frecuentar a sus amistades conocidas.

3 Cambios repentinos y poco característicos en su vestuario, horario y compañía. Los cambios abruptos y poco comunes en los jóvenes deberían alertarle a la posibilidad de que esté en actividades prohibidas.

4 Relaciones con hombres o mujeres mayores. Esta siempre debería ser una señal de advertencia, para los padres, de que algo está mal.

5 Los jóvenes se rehúsan a responder preguntas cotidianas. Necesita averiguar si sus hijos simplemente están siendo rebeldes, o si está tratando de ocultar algo importante.

6 Un empleo o recibe oferta de trabajo que genera sospechas. Es importante verificar cualquier oferta de empleo que les hagan a sus hijos.

7 Habla de otras jóvenes que están involucradas en prostitución disfrazada. De nuevo, esto no es prueba definitiva de que su hija está involucrada en actividades prohibidas, pero sí es una advertencia.

8 Trate de averiguar qué está ocurriendo con su hija o hijo. Cuanta más información le sea posible indagar por usted misma, mejor será la respuesta que podrá obtener de las autoridades. Las principales preguntas que deberá responder son: ¿Qué está haciendo mi hija? ¿Dónde se encuentra? ¿Quiénes son sus amistades?

En Colombia es un tema que se aborda en los medios

“Se ofrecen como regalos entre los ‘ejecutivos de alto riesgo’ (así se llaman hoy entre sí los grandes narcos). Son bellas mujeres que llevan desde Colombia hasta México. Muchas son modelos y actrices colombianas”, cita El Tiempo, uno de los diarios más prestigiosos de Colombia al publicar una entrevista con uno de los hombres que cotiza mujeres para narcotraficantes y otros hombres adinerados.

“La diferencia entre una prepago y una prostituta, según él, es que las prepago cuando reciben sus millones (en moneda colombiana) se van corriendo a comprarse una cartera de más de un millón de pesos, lo mismo pasa con su ropa, y así es como van queriendo más y más”, explica Gabriel, el hombre citado en la nota periodística.

NOTA DE REDACCIÓN

La sociedad no puede ser indiferente a este fenómeno en el que han caído y siguen cayendo cientos de jovencitas, la mayoría por falta de orientación. Se trata de la cultura de las “prepago”, jóvenes que tienen doble vida, que son alentadas a hacer dinero fácil aunque para ello entren al infierno de degradar su cuerpo. No hay duda de que ellas son producto de una sociedad de altísimo consumo y que el dinero del crimen organizado y del narcotráfico ha hecho crecer este aparato que hace negocio con esta prostitución disfrazada. Tampoco debe haber ninguna duda de que se les debe advertir del peligro que corren; y los padres deben vigilarlas con mayores controles. Los trabajos periodísticos contenidos en esta serie fueron escritos basados en testimonios de estas mujeres, vestidas a la moda, con un BlackBerry o iPhone en la mano, hablando el mismo lenguaje que antepone la banal belleza a los estudios. Sociólogos, sicólogos, organizaciones feministas y autoridades han participado para aportar sus conocimientos sobre el tema.

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