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La peseta se resiste a desaparecer

  • 14 enero 2012 /

A diez años del euro, un pequeño pueblo de Galicia, España, desde hace tres meses acepta la vieja moneda.

En este comienzo de año, el euro cumple una década circulando entre las manos de los españoles y, aunque desde la entrada en vigor de la moneda única la antigua peseta comenzó a desaparecer, su espíritu sobrevive material y virtualmente entre los que la conocieron.

El euro y la peseta convivieron formalmente en la economía española durante los dos primeros meses de 2002. La posibilidad de pagar en ambas monedas en los establecimientos transformaba las compras en un juego de habilidad mental.

La equivalencia de un euro en 166,386 pesetas no facilitaba los cálculos así que comenzaron a circular, junto a la moneda única, trucos matemáticos para poder controlar los precios en la nueva divisa.En esa época, las tablas conversoras en todos sus formatos fueron el mejor aliado. En reglas, calculadoras, llaveros y bolígrafos, los convertidores aliviaron esta dura transición en la que además hubo que acostumbrarse a los céntimos.

Fueron tiempos de rascarse los bolsillos y romper las huchas (alcancías) para quitarse de encima las viejas pesetas. La sustitución definitiva llegó en marzo, aunque el canje de pesetas por euros todavía es ilimitado y la moneda rehúsa a desaparecer por completo. Según datos del Banco de España, aun quedan sin cambiar 1,708 millones de euros en pesetas.

Un pequeño pueblo de Galicia de menos de 10,000 habitantes vio en este excedente de pesetas sin colocar una oportunidad de negocio y desde hace tres meses acepta la moneda en medio centenar de sus comercios.

La iniciativa arrancó de la recién creada Unión de Empresarios de Salvatierra do Miño, en un intento por darse a conocer. Sin embargo, la prensa internacional se ha hecho eco de esta vuelta al pasado.

“Comenzamos con la campaña a principios de octubre pero se nos ha disparado tanto en términos de dinero como en repercusión”, comenta sorprendida Luz Fernández Alonso, portavoz de la asociación. Tanto que no han sido capaces de dar el cierre a final de año, “por el momento vamos a continuar también en la cuesta de enero”, añade.

Ya han recaudado más de un 1.16 millones de pesetas, casi 7.000 euros provenientes de este pequeño pueblo, pero también de otros municipios vecinos y de más allá de la frontera con Portugal, donde en su tiempo se trabajaba tanto en escudos como en pesetas.

La ocurrencia de Salvaterra do Miño se ha llevado la fama, pero no es la primera vez que un comercio o un grupo de comercios lleva a cabo prácticas similares. Otras comunidades han hecho lo mismo.