San Pedro Sula, Honduras.
La medicina fue lo suyo desde que estaba en la escuela La Salle de San Pedro Sula. El alumno Juan Craniotis Ríos curaba los golpes y pequeñas heridas de sus compañeros, valiéndose de un botiquín que le regaló su mamá.
Aquel estuche que llevaba siempre colgado de su cintura contenía curitas, yodo y otros medicamentos esenciales para tratar las lesiones que sufrían los niños cuando estaban jugando.
Desde entonces supo que sería médico y no lo hizo cambiar de parecer ni su padre, quien quería que fuera ingeniero como él. Incluso, siendo Juan adolescente lo puso a trabajar en una constructora para que se animara, pero la respuesta del muchacho fue: “quiero ser doctor”.
Con sus padres y sus hermanos en Puerto Cortés, de donde es originario. Su padre Juan Craniotis fue un empresario de la construcción.
Para probar su vocación lo llevó a presenciar una cirugía que practicaba un amigo suyo, pero el muchacho más bien quedó maravillado con el trabajo de los cirujanos. No hubo otra alternativa que ponerlo a estudiar medicina en la Universidad Nacional Autónoma de Honduras.
Estaba haciendo su práctica en el viejo Hospital Leonardo Martínez cuando Juan Craniotis Ríos descubrió su otra gran vocación: la de ayudar a personas con defectos congénitos, como integrante de brigadas médicas voluntarias.
Por ese tiempo, el doctor Luis Bueso Arias y la altruista Ruth Paz, ambos ya fallecidos, trajeron la primera brigada médica para operar gratuitamente a niños con problemas de labio leporino y paladar hendido. Craniotis se integró al equipo de médicos norteamericanos y hondureños como asistente y traductor, ya que también habla inglés. Después se fue a estudiar Pediatría a México y luego Cirugía Pediátrica.
Con la periodista María Eugenia Peña tiene 20 años de casado y dos hijos. él tiene dos hijos de un matrimonio anterior.
Con esas especialidades regresó a Honduras en el momento en que las brigadas voluntarias se realizaban en el nuevo hospital Mario Rivas.
Como el doctor Luis Bueso Arias ya se había retirado, Craniotis quedó como director de las brigadas de Cirugía Pediátrica y Reconstructiva que anualmente traen médicos norteamericanos.
“Reparábamos malformaciones congénitas, que son más frecuentes en la gente pobre por la desnutrición que sufren”, comenta el especialista.
El doctor Juan Craniotis Ríos invierte gran parte de su tiempo en corregir malformaciones congénitas en niños de escasos recursos económicos
Su mérito mayor es el de participar en la reparación de malformaciones anorrectales mediante cirugías largas y complicadas. “Son cirugías técnicamente difíciles que nadie quiere realizar, por eso se van acumulando en los hospitales públicos”, expresó.
Una de estas operaciones, más practicadas en la Fundación Ruth Paz, es la conocida médicamente como reparación de cloaca. Se trata de corregir las anomalías en niñas que nacen con un solo orificio para defecar, orinar y menstruar. “Cuando la gente dice, mi niño me nació sellado, ya sé lo que significa. Por eso la charla que doy sobre esta malformación se llama ‘Nació Sellado’”, comentó.
Otra de las cirugías que más practican los brigadistas son las hernias inguinales, consideradas una patología congénita. “Cuando se forma el bebé, los testículos están en el abdomen, pero luego descienden al escroto dejando abierta una comunicación, pero si esta comunicación no se cierra, el intestino se desliza por allí y se forma la hernia”, explica.
Es referente de voluntariado entre gente sin recursos para corregir una malformación.
Mientras prestaba sus servicios en el Hospital Mario Rivas, el doctor Craniotis vivió un florido romance con la periodista María Eugenia Peña que culminó en matrimonio.
Considera que “si eres pediatra y te molesta el llanto de los niños, escogiste mal la especialidad”. él ha demostrado que es de las personas que predican con el ejemplo.
La medicina fue lo suyo desde que estaba en la escuela La Salle de San Pedro Sula. El alumno Juan Craniotis Ríos curaba los golpes y pequeñas heridas de sus compañeros, valiéndose de un botiquín que le regaló su mamá.
Aquel estuche que llevaba siempre colgado de su cintura contenía curitas, yodo y otros medicamentos esenciales para tratar las lesiones que sufrían los niños cuando estaban jugando.
Desde entonces supo que sería médico y no lo hizo cambiar de parecer ni su padre, quien quería que fuera ingeniero como él. Incluso, siendo Juan adolescente lo puso a trabajar en una constructora para que se animara, pero la respuesta del muchacho fue: “quiero ser doctor”.
Para probar su vocación lo llevó a presenciar una cirugía que practicaba un amigo suyo, pero el muchacho más bien quedó maravillado con el trabajo de los cirujanos. No hubo otra alternativa que ponerlo a estudiar medicina en la Universidad Nacional Autónoma de Honduras.
Estaba haciendo su práctica en el viejo Hospital Leonardo Martínez cuando Juan Craniotis Ríos descubrió su otra gran vocación: la de ayudar a personas con defectos congénitos, como integrante de brigadas médicas voluntarias.
Por ese tiempo, el doctor Luis Bueso Arias y la altruista Ruth Paz, ambos ya fallecidos, trajeron la primera brigada médica para operar gratuitamente a niños con problemas de labio leporino y paladar hendido. Craniotis se integró al equipo de médicos norteamericanos y hondureños como asistente y traductor, ya que también habla inglés. Después se fue a estudiar Pediatría a México y luego Cirugía Pediátrica.
Con esas especialidades regresó a Honduras en el momento en que las brigadas voluntarias se realizaban en el nuevo hospital Mario Rivas.
Como el doctor Luis Bueso Arias ya se había retirado, Craniotis quedó como director de las brigadas de Cirugía Pediátrica y Reconstructiva que anualmente traen médicos norteamericanos.
“Reparábamos malformaciones congénitas, que son más frecuentes en la gente pobre por la desnutrición que sufren”, comenta el especialista.
Su mérito mayor es el de participar en la reparación de malformaciones anorrectales mediante cirugías largas y complicadas. “Son cirugías técnicamente difíciles que nadie quiere realizar, por eso se van acumulando en los hospitales públicos”, expresó.
Una de estas operaciones, más practicadas en la Fundación Ruth Paz, es la conocida médicamente como reparación de cloaca. Se trata de corregir las anomalías en niñas que nacen con un solo orificio para defecar, orinar y menstruar. “Cuando la gente dice, mi niño me nació sellado, ya sé lo que significa. Por eso la charla que doy sobre esta malformación se llama ‘Nació Sellado’”, comentó.
Otra de las cirugías que más practican los brigadistas son las hernias inguinales, consideradas una patología congénita. “Cuando se forma el bebé, los testículos están en el abdomen, pero luego descienden al escroto dejando abierta una comunicación, pero si esta comunicación no se cierra, el intestino se desliza por allí y se forma la hernia”, explica.
Mientras prestaba sus servicios en el Hospital Mario Rivas, el doctor Craniotis vivió un florido romance con la periodista María Eugenia Peña que culminó en matrimonio.
Considera que “si eres pediatra y te molesta el llanto de los niños, escogiste mal la especialidad”. él ha demostrado que es de las personas que predican con el ejemplo.
