Tegucigalpa, Honduras
Un último abrazo, un último beso, la última caricia... Todo quedó en esperanza para la familia de Ludwing Criss Zelaya que a pocos días de la Navidad tuvo que ver, desde lo lejos y a través de una ventana, cómo el expolicía era extraditado a Estados Unidos en donde está acusado por narcotráfico.
'Adiós hijo, te amo', fueron las pocas palabras que la madre de Ludwing pronunciaba antes de romper en llanto, justo en el instante que la aeronave que transportaba a Ludwing hacia Estados Unidos empezaba su movimiento en la pista de Toncontín.
La madre del hombre que un día juró defender la justicia en Honduras y terminó siendo señalado por ella, se unió en el silencio a la esposa del exoficial, que prefería mirar al techo mientras todo pasaba, solo pendiente de lo que sus tres hijos hacían.
La agitación de la prensa y de los organismos de seguridad parecían no importar, no había consuelo en ningún lugar y menos cuando la aeronave finalmente despegó.
No había mucho más que hacer, solo salir de la terminal lo antes posible para tratar de evitar a los periodistas y jugar evadir, con una bocanada de aire fresco capitalino, la tragedia que para una familia significa el proceso de extradición que ya ha tocado a 18 hondureños.
