28/04/2024
11:35 AM

El vecindario de los vivos y los muertos en La Lima

Decenas de personas habitan entre las tumbas ante la necesidad de poseer una vivienda.

San Pedro Sula, Honduras.

Desde la pila donde lava la ropa, Angélica Paz puede ver, a través de un cerco de varas, las tumbas de sus vecinos los muertos. La necesidad de una vivienda la llevó a vivir hace cuatro años a la colonia La Bendición, una ocupación de las tierras contiguas al camposanto que en un tiempo pertenecieron a la compañía bananera en La Lima.

Para llegar a su casa Angélica debe recorrer una larga calle bordeada de tumbas, a veces a bajo las sombras de la noche, sin que ello le produzca el menor escalofrío porque está segura que los muertos no salen aunque algunos parecen asomarse por los agujeros oscuros de las losas resquebrajadas por el tiempo.

“El miedo es mental”, dice la mujer cuando alguien le pregunta sino teme que la espante algún espíritu que haya quedado penando. Más bien se siente afortunada de vivir en la colonia de los calvos como le dicen algunos limeños al lugar. “Al menos aquí ya estamos en el puesto”, expresa sonriente porque cree que allí reposarán algún días sus despojos.

Pero su vecino vivo, Óscar Escalón, no cree que los espantos sean producto de la imaginación. Él asegura que ha visto sombras que se mueven al pie de una empalizada de mangos, por eso a veces prefiere quedarse en la calle cuando lo agarra la noche fuera de su casa localizada en el extremo sur este del cementerio.

“Se oyen lamentos de niños y cuando voy a ver qué pasa, no hay más que silencio. Algunos creen que son pícaros, pero son espantos”, relata el hombre quien trabaja como albañil. Cuando llegó a vivir al lugar vio la necesidad de limpiar las tumbas cercanas a su casa con otros vecinos y mientras lo estaban haciendo se encontraron, bajo un árbol de yuyugo, un esqueleto humano que estaba a flor de tierra por lo que procedieron a sepultarlo en el mismo sitio. No descarta que la osamenta pertenezca a una persona que fue víctima de un asesinato no investigado.

Escalón mostró la tierra removida donde hicieron el entierro y más allá, un mausoleo resquebrajado por los estragos del tiempo y la falta de mantenimiento que mostraba, a través de una hendidura, su contenido macabro.

El vecindario de los vivos y los muertos en La Lima

Quienes habitan en este lugar dicen que no tienen más opción que vivir entre los muertos.

El vecindario de los vivos y los muertos en La Lima

Muchos limeños se han visto obligados a vivir entre las tumbas ante la falta de una vivienda.

A la deriva

Como esta, hay otras tumbas abandonadas en este predio de reposo eterno que muchos llaman cementerio nuevo, porque fue creado hace más de 40 años, al terminarse los cupos en el primer camposanto de Lima Nueva en ese mismo sector.

Pese a que es relativamente nuevo ya no caben más muertos, por eso está creciendo hacia arriba, es decir que hay mausoleos hasta de tres pisos, detalló Rigoberto Cruz, un jubilado de la bananera que vive en el otro extremo del cementerio.

Fue una bendición de Dios para unas 30 familias sin vivienda que la municipalidad les permitiera asentarse en los predios aledaños al camposanto por eso le pusieron a la colonia La Bendición, comentó.

Varios de los colonos propusieron inicialmente bautizarla como Brisas del Cementerio, pero el nombrecito no dejaba de resultar un poco tenebroso, indicó.

A sus 70 años de edad, Cruz se siente afortunado de vivir a unos pasos del panteón porque dice que se le hará más corto el camino hacia su descanso final cuando le llegue la hora.

“Para qué gastar en funerarias, de aquí nomás que me lleven, solo tienen que traspasar el portón de la casa”, le ha dicho a su compañera de hogar, Jeny Hernández.

Ambos se sienten seguros y sin temores viviendo frente a sus vecinos silenciados por la muerte, porque no creen en esas historias de aparecidos y espantos.

Los domingos el cementerio se convierte en una ciudad donde las personas van y vienen entre las sepulturas, de sus casas al centro de La Lima, cuenta Jeny.

A los supersticiosos que se asustan porque prácticamente ella vive con los muertos, les contesta con un comentario irónico: “Creo que el sueño que me baja temprano es porque duermo a la par de tantos difuntos”.