San Pedro Sula, Honduras.
En Honduras, un niño está bien cuidado si está gordito, y cuando los menores están delgados, las madres son señaladas por “cuidarlos mal”. Este pensamiento ha ocasionado que cada vez más menores lleguen a la sala de emergencia de los hospitales con graves problemas de desnutrición, obesidad o enfermedades asociadas.
Elba Campos, jefa del área de pediatría del hospital Mario Rivas, dice que esta es una situación que puede cambiar si los padres se preocupan más por la alimentación de sus hijos.
“No hay estudios específicos que determinen qué cantidad de niños están mal nutridos en la ciudad, pero es evidente solo con conocer el tipo de gastronomía de los sampedranos. El 60% de los pacientes menores que tenemos en el hospital tienen mala alimentación; es decir, vienen desnutridos u obesos”.
Campos añade que la mayoría de los pequeños son hijos de padres adolescentes. “Esto es como un círculo vicioso. Tenemos muchachas de 18 años que ya tienen hasta tres niños y siguen pensando que una hamburguesa, papas fritas y refrescos de cola son lo mejor para sus hijos porque es rico”.
Consecuencias
Los efectos negativos de una mala alimentación pueden llegar a evidenciarse en un retraso mental, físico y psicomotor importante. En el caso de los niños que sufren obesidad, lo más seguro es que también tengan diabetes.
Campos refiere que hace unos 20 años este tipo de padecimiento era exclusivo en los adultos mayores de 40 años, pero que en la actualidad ella atiende a cuatro niños con diabetes tipo dos.
Teresa Rodríguez, madre de un niño obeso, expresa que le queda poco tiempo para estar pendiente de lo que su hijo come.
“El trabajo me quita gran parte del día y lo más fácil y rápido es pasar comprando comida”.
Campos añade que de las comidas regulares de los sampedranos la más dañina es el pollo con tajadas por la cantidad de grasa que contiene y la frecuencia de consumo. Además, las porciones son muy grandes.
En Honduras, un niño está bien cuidado si está gordito, y cuando los menores están delgados, las madres son señaladas por “cuidarlos mal”. Este pensamiento ha ocasionado que cada vez más menores lleguen a la sala de emergencia de los hospitales con graves problemas de desnutrición, obesidad o enfermedades asociadas.
Elba Campos, jefa del área de pediatría del hospital Mario Rivas, dice que esta es una situación que puede cambiar si los padres se preocupan más por la alimentación de sus hijos.
“No hay estudios específicos que determinen qué cantidad de niños están mal nutridos en la ciudad, pero es evidente solo con conocer el tipo de gastronomía de los sampedranos. El 60% de los pacientes menores que tenemos en el hospital tienen mala alimentación; es decir, vienen desnutridos u obesos”.
Campos añade que la mayoría de los pequeños son hijos de padres adolescentes. “Esto es como un círculo vicioso. Tenemos muchachas de 18 años que ya tienen hasta tres niños y siguen pensando que una hamburguesa, papas fritas y refrescos de cola son lo mejor para sus hijos porque es rico”.
Consecuencias
Los efectos negativos de una mala alimentación pueden llegar a evidenciarse en un retraso mental, físico y psicomotor importante. En el caso de los niños que sufren obesidad, lo más seguro es que también tengan diabetes.
Campos refiere que hace unos 20 años este tipo de padecimiento era exclusivo en los adultos mayores de 40 años, pero que en la actualidad ella atiende a cuatro niños con diabetes tipo dos.
Teresa Rodríguez, madre de un niño obeso, expresa que le queda poco tiempo para estar pendiente de lo que su hijo come.
“El trabajo me quita gran parte del día y lo más fácil y rápido es pasar comprando comida”.
Campos añade que de las comidas regulares de los sampedranos la más dañina es el pollo con tajadas por la cantidad de grasa que contiene y la frecuencia de consumo. Además, las porciones son muy grandes.
