06/05/2024
12:44 PM

'Propuesta de diálogo es buena, pero debe alejarse del populismo de derecha”

Analistas consideran que el Gobierno y la oposición están obligados a buscar el diálogo para el bienestar de todo el país. Otros consideran que JOH no cumplirá las promesas

Tegucigalpa, Honduras

En contraste con el discurso de 2014, cuando sentenció “voy hacer lo que tenga que hacer”, esta vez, el presidente Juan Orlando Hernández pronunció una pieza colmada de mensajes de esperanza y reconciliación para iniciar una nueva era.

En aquel entonces, cuando el país era golpeado por una ola de violencia, Hernández le envió un mensaje directo a las maras y carteles de la droga que, efectivamente, logró desarticular en cuatro años.

El sábado, al iniciar su segundo período de gobierno, Hernández abordó ese mismo tema, pero de manera marginal. En esta ocasión, concentró su oratoria en la reconciliación, incluso, citó el versículo de Marcos 3:25: Y “si una casa está dividida contra sí misma, tal casa no puede permanecer, esa casa no podrá permanecer”, recitó. Hernández comenzó agradeciendo a los electores, al Partido Nacional y otros actores políticos, y antes de cumplir los cinco minutos de alocución expresó su buena voluntad para un diálogo con los opositores.

“Esta fecha es un día significativo en la vida de Honduras. Hoy 27 de enero del año 2018, frente al pueblo hondureño, me comprometo a desarrollar un proceso de reconciliación entre todos los hondureños, como debe ser”, dijo.

Ante más de 20,000 personas que llegaron al estadio y representantes de delegaciones internacionales, dijo que “el proceso de reconciliación tiene que darse de hermanos a hermanos, en la familia, en las organizaciones sociales, en las instituciones políticas”

“Estoy consciente que existen diferencias políticas, claro que lo reconocemos, pero tenemos que sentarnos a dialogar sobre lo que produce las diferencias, que sea una diálogo abierto y sin barreras, tenemos que escucharnos los unos a los otros, tenemos que unir al país”, manifestó.

Estas palabras, para algunos analistas son positivas, y para otros forman parte de un conjunto de promesas que, según ellos, no cumplirá.

Julio Raudales, presidente del Colegio Hondureño de Economistas (CHE), evita calificar el discurso como “bueno o malo”, pero cree que es un punto de partida positivo porque tiene un propósito en pro de la estabilidad social y económica.

“El primer paso para generar empleo es pacificar el país, generar gobernabilidad y confianza en las instituciones. Esto es justamente lo que está pidiendo. Él habló de una fuerza de tarea, pero será un poco difícil si no considera la gobernabilidad, gobernanza y respeto institucional”, dijo.

A criterio de Raudales, “tanto el Gobierno y la oposición deben acercarse. Es crucial para el país. Deben abrirse al diálogo, un diálogo que debe ser honesto y reunir todos los requisitos para sacar al país de este problema. Si seguimos de esta forma, las posibilidades de crecimiento económico y el bienestar para la población serán mínimos”, añadió.

El sábado, Hernández aclaró que no le pedirá “a nadie que abandone sus convicciones, ni sus ideas, ni sus sueños, ni esperanzas que sienten por nuestro país”, porque “todos tenemos derecho a nuestra propia opinión, pero siempre respetando los derechos de los demás”.

El historiador y analista político Juan Ramón Martínez califica como “bastante bueno” el gesto y el llamado hecho por el presidente para alcanzar la reconciliación nacional.

“A mí me parece, en términos generales, que el discurso es bastante bueno, aun cuando, para mi gusto, pasó por alto reconocer algunos hechos que lo afectaron porque muchas de sus decisiones no han concitado el respaldo electoral que él andaba buscando, pero el discurso es enormemente positivo en lo que se refiere a la búsqueda de la reconciliación”, dijo.

Martínez cree que es factible para Hernández “salir adelante y el país pueda recuperar la paz y la tranquilidad, pero no solo es cosa de enunciarlo”.

“Él debió indicarle al pueblo hondureño qué presentaría para que las medidas en contra de la corrupción fuesen más efectivas. Incluso, todo lo referido a la reelección y su legitimidad debió anunciar que estaba dispuesto a ponerlo en un escrutinio inmediato”, opinó.

Además, “me parece a mí que debió haber renunciado al populismo de derecha poniendo en evidencia el populismo de izquierda y la amenaza que representa para el país la intervención de naciones y grupos externos en nuestros propios asuntos”.

Promesas

El presidente hizo un “llamado” a la oposición con el ánimo de que reconozca que “no hay diferencia política que justifique la violencia, que justifique la destrucción de la propiedad.

Eso es dañino aún para los que provocan violencia”. Hernández expresó que “no es justo para nuestra población generar ese temor, no es justo para la imagen de Honduras”.

Rafael Delgado, economista y profesor de la Universidad Tecnológica Centroamericana (Unitec), no cree en el discurso de Hernández porque “estuvo plagado de más promesas que no cumplirá”.

“En términos generales y dada las circunstancias de ser un presidente que llega bajo el manto de la ilegalidad, pues no es creíble. Me parece que todo lo que él expresó sobre el llamado al diálogo y todo lo demás, no es creíble”. Delgado considera que “más que un diálogo”, convocado por el Gobierno, “Honduras necesita un proceso de concertación” y en este caso “Hernández no puede ser el convocante porque es parte del problema”.

En la toma de posesión, el presidente les recordó a los hondureños que “la palabra empeñada se cumple”.

“Hace cuatro años (...), cuando todavía mi pelo era más negro, hice muchos compromisos en este mismo lugar. Algunos quiero recordar. Recuerdan aquel día (...), yo Juan Orlando Hernández voy hacer lo que tenga que hacer para recuperar la paz y la tranquilidad de mi pueblo. De la mano de Dios y del pueblo hondureño, claro está (...) quebramos la tendencia de la inseguridad, salvamos más de 31,700 vidas, gracias a lograr la reducción en la tasa de homicidios”, manifestó.