27/04/2024
07:41 AM

Así peleó un hondureño con un cocodrilo y vivió para contarlo

Rigoberto Costa Osorio regresaba con leña a su hogar en Santiago cuando un reptil lo atacó en medio del río Ulúa.

Valle de Sula, Honduras

Fueron los minutos más largos en la vida de Rigoberto Costa Osorio. Este joven jornalero originario y residente de la comunidad de Santiago, Pimienta, luchó con un cocodrilo que lo atacó cuando cruzaba el caudaloso río Ulúa.

Su relato provoca escalofríos a quien lo escucha. Estar vivo es un milagro.

“Salí a eso de las doce del mediodía después de almorzar. Tenía que ir a traer la leña para el consumo de la semana. Iba con mi machete y una cuerda naranja rumbo a la otra orilla del Ulúa; allí se encuentran trozos de leña”, relata Costa, sentado en uno de los sofás de la sala de su casa. En su rostro se denota aún el dolor.

Se despidió de su madre, Mariana Osorio, quien solo le dijo que “fuera con Dios” sin pensar que su hijo casi perdería la vida.

Horas después, Costa de 22 años llegó a una empacadora de bananos, lugar que cruza obligatoriamente para cortar la leña.

“Le pedí permiso a don Sebastián López, encargado de dicha empresa. Se me concedió el paso para ir al río. Desde la entrada de ese lugar se camina una hora”.

Sudoroso y cansado llegó a una de las orillas del Ulúa, se sentó y esperó unos minutos para “enfriarse”. Se acercó un muchacho en bicicleta, que le preguntó qué andaba haciendo en ese lugar y le contestó que buscaba leña.

El joven no le dijo nada y se quedó en la orilla mientras Costa cruzaba el río. “Amarré 30 leños y me los subí a los hombros, caminé y llegue a la orilla. Me senté esperando bajar la temperatura corporal, pues hacía mucho calor, y si sudado me meto, me puedo enfermar”.

Estaba listo para irse con la leña. Eran las cuatro de la tarde y aún faltaba para que el sol se ocultara. Costa tiró el tercio de leños al río. Solo le tocaba empujar, ya que flotan cuando están secos. Comenzó a nadar el ancho Ulúa en una zona de 20 metros.

“Iba por la mitad de río cuando de pronto sentí que había pegado en algún tronco de un árbol hundido. Pero segundos después algo me agarró de repente la pierna izquierda. Sentí una fuerte mordida. Me hundió dándome vueltas en la profundidad del Ulúa”. Los recuerdos lo hacen hablar de manera acelerada y nerviosa. Costa soltó los leños. “Sentí que los colmillos me estaban perforando hasta los huesos de la pierna”. En ese momento, el jornalero comenzó la lucha de su vida, una pelea que jamás olvidará.

“Comencé a pelear con aquel animal que por lo menos medía unos tres metros de largo. Tenía la pierna prensada en sus colmillos. En ese momento solo pensaba en luchar para sobrevivir. Le daba duro con los puños en el hocico y eso hacía que diera vueltas en la profundidad y en la superficie”.

En un momento parece que llorará. Las heridas en la pierna son un constante recuerdo de ese 14 de marzo. Cuenta que como pudo le prensó la boca con todas sus fuerzas y el animal se quedó quieto unos minutos. Cuando ya se daba por vencido le metió la mano en la garganta en un espacio que quedaba entre las dos partes del hocico del cocodrilo.

El animal abrió la boca y dejó libre al jornalero, quien salió rápidamente del río. No podía creer lo que le había pasado.

“En ese momento que llegué a la orilla me vi la pierna. Estaba destrozada y con agujeros por todas partes. Comencé a gritar y a pensar en Dios.

El muchacho que antes me había encontrado en la orilla me escuchó y fue a auxiliarme. Se sorprendió de lo que vio y sin pensarlo me subió en la bicicleta. Yo comenzaba a sentirme débil porque estaba perdiendo mucha sangre. El dolor surgió y no aguantaba más ir de esa manera en ese vehículo”.

Tardaron más de una hora en llegar a un lugar donde pudieran auxiliarlo. Un vecino lo llevó a su casa; Costa se estaba muriendo. Los nervios se apoderaron de su madre y sin pensarlo le pidió al conductor de un mototaxi que lo llevara a la Cruz Roja, en el centro de Pimienta. De ahí lo remitieron al hospital Mario Rivas de San Pedro Sula.

Su madre interviene en el relato para decir: “Pensé que mi hijo iba a morir, pero lo puse en la mano de Dios. Fue atendido de emergencia y nos tocó esperar. Nos pidieron unos medicamentos, pues no había en el hospital. Al llegar con lo recetado lo atendieron y días después logró recuperarse”.

Temor a los cocodrilos

Desde que fue dado de alta, Costa le da gracias a Dios por estar con vida, pero aún así no deja de preocuparlo que esos animales invadan el río, donde incluso se baña la gente de la comunidad.

Pobladores de Santiago aseguran que han visto cocodrilos y lagartos, que han atacado a varias personas del lugar.

“Todos los días vemos estos animales en las orillas del río. Se han reproducido aceleradamente. Los hemos visto con sus crías en el hocico”, dijo el vecino Rosalío del Cid.

Alfonso Medina, comandante noroccidental del Cuerpo de Bomberos, explicó que, según investigaciones, el Ulúa, a la altura de la comunidad de Santiago, Potrerillos, es el hábitat de los cocodrilos. Por eso, estos reptiles han proliferado en esta comunidad, pues la aparición de estos animales en esta temporada se debe a que las hembras van a poner los huevos y es el lugar perfecto para la incubación.

“Pedimos a los habitantes que tomen las precauciones necesarias para evitar hechos lamentables. Sabemos que muchas personas buscan estas áreas para disfrutar en familia, pero recomendamos lugares donde haya grupos de socorro para que puedan atender cualquier emergencia”, indicó Medina.

Mientras tanto, los vecinos solo observan el río rogando a Dios que ningún cocodrilo los ataque.