El heterogéneo entramado de elementos como asfalto, tráfico, semáforos, vehículos o peatones que podemos encontrar en muchas ciudades, hacen que a menudo se hable de jungla urbana para referirnos a este peculiar ecosistema.
Pero lo que ocurre en la calle Gonzalo de Carvalho de la ciudad brasileña de Porto Alegre va más allá del sentido figurado. Esta vía alberga un auténtico bosque en su interior. Conocida como la calle más hermosa del mundo, a ambos lados de la Gonzalo de Carvalho se alinean más de un centenar de ejemplares de tipuana, un árbol típico de las avenidas de Sudamérica, que forman una especie de túnel vegetal a lo largo de tres manzanas.
Esta calle, recientemente declarada lugar de Herencia Ecológica, Cultural y Ambiental, además de enseñar que es posible tener un trozo de naturaleza dentro de la ciudad, demuestra que cuando los ciudadanos trabajan unidos pueden alcanzar sus objetivos, ya que son los propios vecinos que la cuidan.
Abre puerta de un avión para no oír llorar a un bebé
En muchas ocasiones volar no es una experiencia muy cómoda. Si al hecho de pasar varias horas sentados, le sumamos tener como compañero a un bebé que no ha parado de llorar en todo el trayecto, casi con total seguridad, el viaje se convierte en insoportable.
Posiblemente eso fue lo que llevó a Le Van Thuan (29), a abrir la puerta de emergencia después de que el avión de Vietnam Airlines en el que viajaba tomase tierra en el aeropuerto de Ho Chi Minh.
Lejos de lo que pudiera parecer, la intención de Van Thuan no era lanzarse al vacío para dejar de soportar el insistente llanto de la criatura, sino colaborar para que el niño y su madre salieran cuanto antes de la aeronave. Al parecer, la madre del niño le pidió ayuda para desembarcar cuanto antes y al joven no se le ocurrió una idea mejor que accionar la palanca que abría la salida de emergencia, desplegando automáticamente la rampa hinchable. Tras esta acción, el avión quedó inmovilizado en el aeropuerto de la ciudad vietnamita hasta que los técnicos de la compañía replegaron la rampa de evacuación. Mientras esta operación cuesta alrededor de 8,000 euros, Van Thuan tendrá que pagar una multa de 600 euros.
En estados UNIDOS LE pagan a los alumnoS para que vayan a clases
Un instituto de Estados Unidos ha desvelado un programa de incentivos de 40,000 dólares para que los estudiantes vayan a clase, lleguen a su hora y no causen problemas.
Los estudiantes que cumplan con los tres requisitos recibirán 25 dólares mensuales en forma de tarjetas de prepago Visa. Además, el colegio ingresará 5 dólares adicionales en una cuenta de ahorro a los alumnos que reciban la tarjeta-regalo.
El director del centro Dohn Community High School de Cleveland que ha establecido el polémico programa de estímulos justificó con estas palabras la medida: “El 90% de nuestros alumnos procede de clases pobres, de modo que el dinero es un importante estímulo para ellos. Desde luego, no les podemos enseñar si no están aquí”.
Los estudiantes, por su parte, han recibido con alborozo el programa de premios. Una alumna de 16 años afirma estar “entusiasmada; me anima a llegar al colegio a la hora, algo que no hago habitualmente. Algunos alumnos no tienen dinero y esto les ayudará. Creo que es una buena idea”.
La asistencia a clase ha aumentado un 15% con respecto a las semanas pasadas.
Irán al espacio en ascensor en 2050
Si todo se ajusta a lo previsto, dentro de 40 años Japón dispondrá de un ascensor espacial. Se trata de una estructura de unos 36.000 kilómetros de alto, por el que se podrán enviar productos y astronautas al espacio.
Construido mediante la unión de casi 100.000 kilómetros de nanotubos de carbono, material que es unas 20 veces más resistentes que el acero, permitirá que la órbita terrestre sea finalmente colonizada.
Satomi Katsuyama, la directora del proyecto, ha reconocido que aún quedan problemas por resolver, pero que en 2050 la obra podría estar lista.
Idea de antaño
Todos hemos oído hablar de los ascensores espaciales propuestos por el ingeniero ruso Yuri Artsutanov hace más de cincuenta años y explotados hasta el cansancio por los escritores de ciencia ficción dura, no son otra cosa que un mecanismo para poder alcanzar la órbita terrestre sin necesidad de utilizar un cohete o transbordador espacial.
El principio básico de su funcionamiento es muy simple, y equivale a una cuerda que tiene un peso atado en un extremo a la que hacemos girar a una gran velocidad.
La fuerza que ejerce el peso mantiene tensa la cuerda, que se proyecta desde nuestro puño hacia el exterior del radio de giro.
En el caso del ascensor espacial, la cuerda tiene unos 36.000 kilómetros de largo (la distancia a la que se encuentra la órbita geoestacionaria) y el “puño” que la hace girar no es otro que el propio planeta Tierra.
Les cae del techo un gato momificado del siglo XVIII
Tanto Los Cinco como Scooby Doo encontraron muchas sorpresas cuando exploraban aquellas viejas mansiones de sus historietas, pero creemos que nunca recibieron el impacto en plena cara de un gato momificado.
Es lo que le sucedió a una pareja del Reino Unido, que andaban revisando una propiedad cuando le cayó encima uno de estos felinos de alto interés cultural. El dúo de peritos inspeccionaba una casa del siglo XVIII en Knaresborough, North Yorkshire, Inglaterra, para comprobar el trabajo de restauración que necesitaba. Y de repente, tras retirar parte de los recubrimientos del techo, el extraño descubrimiento les cayó encima: un gato momificado de al menos 200 años de antigüedad.
Por lo visto, una antigua superstición de la zona habla de emparedar gatos entre los muros de una casa como amuleto de buena suerte, o en ocasiones, ponerlos colgando del techo.
Eso sí: la mayoría de las veces los gatos habían fallecido anteriormente. Es el caso de este felino que carecía de dientes, indicando que se trataba de un animal ya mayor.
La pareja comentó que en muchísimas ocasiones se han encontrado con cebollas secas entre los muros de antiguas mansiones: otro extraño talismán para alejar a los malos espíritus.
Su intención es la de volver a enterrar al bicho en los cimientos del edificio, para que siga trayendo suerte a la propiedad.