04/12/2025
12:59 AM

Emigrante hondureño: 'Descubrí que el sueño americano ya no existe”

Óscar Montalván fue deportado por segunda vez de Estados Unidos, donde vivió diez años

Por amor, necesidad, ambición o un sueño, hombres y mujeres se han aventurado a sufrir de todo y lo siguen haciendo ahora, aunque todo parezca estar en contra suya y las posibilidades sean escasas.

Ese espíritu hay en los hondureños que se van ilegales a Estados Unidos y cada año que pasa aumenta la cifra, sin importar que el viaje sea cada día más peligroso. La vida es cada vez más difícil y quedan menos oportunidades que nunca.

Eran las 3.38 de la tarde cuando 43 hondureños ingresaron el pasado jueves en el Centro de Atención al Migrante Retornado, CAMR, de San Pedro Sula. Apenas se habían bajado del avión cuando algunos ya estaban pensando cómo volver y otros regresaron resignados a quedarse y tener que enfrentarse a la realidad de la que trataban de huir.

Entre ellos estaba Óscar Moltalván, de 42 años, capturado por la Policía Fronteriza en Nogales, Sonora, cuando intentaba regresar a suelo estadounidense luego de haber sido deportado a mediados de 2011 tras diez años de vivir en el país del norte.

Muerte, traición y peligro

El emigrante hondureño originario de Tegucigalpa le reveló a diario LA PRENSA vivencias, sentimientos, esperanzas y lecciones que le dejaron los años de trabajo en Estados Unidos, así como el reciente viaje que no pudo completar para volver allá. “Hay mucha gente muerta en el desierto de Nogales. A varios de los hondureños desaparecidos deberían buscarlos ahí porque los ‘coyotes’ te dejan tirado si no te apuras. Nueve empezamos el viaje en el desierto, pero solo cuatro lo completamos. No sé qué pasó con los otros; se quedaron atrás. Me atraparon porque el coyote nos engañó. Le pagamos y nos dijo que ya estaría listo un carro que nos llevaría en el resto del camino, pero era mentira y llegó la Policía”.

Óscar explicó que hacer el viaje ahora es mucho más complicado que antes. “Les recomiendo a mis paisanos que, si no están seguros de querer ir, mejor que se queden porque está muy difícil. No se encuentra trabajo en las fronteras. De aquí para allá, antes uno se iba pidiendo, pero ahora ya nadie quiere dar comida ni hay donde dormir y es mucho más peligroso también”.

El efecto de volver

Montalván aclaró que las consecuencias han sido duras desde que fue atrapado y enviado de vuelta a Honduras.

“Aquí, los hijos están aguantando hambre porque no tengo chamba. Tengo cuatro hijos y necesitan estudiar y no puedo ayudarles con nada porque no tengo dinero. La mujer tiene que andar trabajando de cocinera porque no hay de otra”.
El hondureño se refirió a sus planes tras el frustrado viaje.

“Voy a hacer el último intento de volver a Estados Unidos. Creo que puedo llegar si me lo propongo, aunque, si encuentro trabajo en Honduras, mejor me quedo aquí. Sé que hay oportunidades y, si no se puede de una manera, se busca otra”.
El migrante habló sobre su vida en Honduras antes de irse por primera vez a Estados Unidos y conversó sobre su regreso forzado.

“Trabaje en locución de radio como en 1997 y, aunque ganaba poquito, al menos estaba en la casa con mi familia, pero al irme a Estados Unidos perdí hasta a la mujer. Ahora me siento feliz y contento de haber vuelto porque tal vez puedo hacer algo en mi país. Además descubrí que el sueño americano ya no existe”.

Los de aquí y los de allá

En palabras simples se dicen grandes verdades y esto fue lo que hizo Montalván al referirse a los errores que cometen muchos compatriotas que van a territorio estadounidense o las injusticias que cometen algunos familiares que se quedan en Honduras y no consideran a quienes hicieron el riesgoso y sacrificado viaje.

“Hay unos que se van de Honduras y se les olvida que dejaron a la mujer con tres o cuatro hijos y van solo a disfrutar y emborracharse.

Muchos ganan hasta 500 dólares a la semana, pero les da pesar enviar 50 para que puedan estudiar los niños.

Pero por otro lado, aquí también hay muchas mujeres que les ponen los cuernos a los maridos que están trabajando duro en Norteamérica.

Y hay otras personas que son inconscientes aquí porque a cada rato están llamando para decir estoy enferma o que ando en el hospital o que se enfermó mi papá y todo son puras mentiras, solo para sacarle dinero a quien está trabajando en Estados Unidos y no les importa cuánto cuesta ganar esos centavos”.

Casi inexplicablemente, a pesar del objetivo no cumplido y de regresar con los bolsillos vacíos, la sonrisa de Óscar estuvo presente todo el tiempo.

Llegó a la Ver noticias relacionadas