24/04/2024
11:20 AM

Jesús de Otoro, la comarca de las yuntas

En esta región, el tiempo hizo una pausa y se niega a seguir su curso.Las carretas haladas por bueyes siguen siendo una opción.

A paso lento, pero seguro, las carretas de bueyes van abriéndose campo por valles y poblados entre el trajín de la vida moderna y les dan un aire pintoresco a las comarcas como Jesús de Otoro, en el departamento de Intibucá, donde este medio de transporte es muy popular.

Los campesinos que guían este rústico medio transporte van y vienen del campo a los poblados, llevando grandes cargas con la fuerza de su yunta de bueyes, que ni algunos vehículos de motor podrían superar.

En el municipio de Jesús de Otoro, el transporte en carreta sigue tan vigente como en la época en que no existían más medios para trasladarse de un lugar a otro. A pesar de que es más lento, los pobladores de la región luchan por mantener en boga este medio, pues para ellos es mucho más barato que contratar un vehículo.

Aquí, el tiempo hizo una pausa y se niega a seguir su curso. Para muchos habitantes, las carretas movidas por la fuerza animal les dan su único ingreso. Ese es el caso de Santos Rodríguez, un campesino que debido a las pocas oportunidades de trabajo en la zona se dedica a hacer fletes en su carreta.

“Por falta de trabajo tengo que dedicarme a esto. La gente, cuando ocupa un viajecito, nos busca y nos paga 150 lempiras por carga. Con este trabajo mantengo a mi familia”.

Rodríguez contó que se dedica a este negocio desde que tiene doce años. Sus tíos le enseñaron la técnica para amansar a los toros y convertirlos en obedientes y dóciles bueyes.

El campesino de origen lenca relató que, al principio, las bestias se imponen y, con el hocico casi rozando el suelo y resoplando, tratan de zafarse del yugo que las mantiene unidas a la carreta. Mientras explica, los bueyes se inquietan en señal de resistencia, él coge su vara y la extiende hacia los animales y les puya las costillas con pericia para someter a los rebeldes.

“Cuesta ponerlos mansitos. Desde que era niño aprendí a amansarlos. Cuando salen bruscos hay que tenerlos bien amarraditos varios días hasta que aprendan a recibir órdenes”.

Demanda

En Jesús de Otoro, más de sesenta personas se dedican a esta actividad y, aunque los carros son una competencia ruda, el bajo precio que cobran los carreteros marca la diferencia para que sigan existiendo en este pueblo. La ganancia del día depende de los kilómetros que recorra la carreta y de la carga que lleven.

“Solo hago un viaje al día para no molestar a los bueyes, pero con eso hago para comprar la comidita. El precio del viaje depende de cuántas cargas llevo y qué tan largo debo ir”, dijo Rodríguez.

Los viajes más solicitados son para trasladar papas, arena y leña de un pueblo a otro, como dice Manuel de Jesús Méndez, que también se dedica a esta actividad.

Se jacta de ser un veterano que peleó en la guerra entre Honduras y El Salvador y a pesar de sus 69 años camina firmemente junto a sus bueyes más de cuatro kilómetros diarios para entregar las cargas que le han encomendado.

En la vieja carreta de don Manuel se confunden entre las cargas sus dos pequeños nietos, que lo acompañan en algunos de sus viajes.

Muchos desconocen que todo buey nace toro y mediante el proceso de castración los convierten en animales mansos y menos peligrosos.

Si el toro no es castrado, se vuelve agresivo cuando entra en celo, explicaron.

Los bueyes son mancornados con un yugo generalmente hecha de madera resistente, como macuelizo, laurel y un árbol conocido como barrabás.

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