15/04/2024
08:10 AM

El 70% de los migrantes detenidos son de Centroamérica

McAllen, Texas, Estados Unidos.

Unos se entregan en el puente internacional en Anzaldúas, fronterizo con Reynosa, Tamaulipas, y otros son sorprendidos por los agentes migratorios, quienes vigilan las 24 horas los pasos entre el río Bravo, el desierto en Falfurrias y el muro.

Los nueve centros de detención en las cercanías de Río Grande Valley, en el sur de Texas, reciben a diario a centenares de hombres, mujeres y niños; el 70% de ellos son centroamericanos que buscan oportunidades en Estados Unidos.

Por el Valle del Río Grande cruzaron 24,493 menores sin compañía durante el año fiscal 2013, y creció a 47,017 del 1 de octubre a mayo de 2014. Las proyecciones estimaban que al cierre de ese año la cifra rondaría los 90 mil menores, según la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza de Estados Unidos (CBP).



Los peligros en los 561 kilómetros de la frontera de Texas con Tamaulipas conllevan innumerables peligros; entre ellos, el río Bravo, donde están al acecho las bandas criminales que controlan el paso de los indocumentados.

“Estamos en una zona peligrosa; si das un mal paso vas a explotar. Hay ‘pateros’, que son los que cruzan a los migrantes por el río, y hay otros criminales rondando en la frontera; les piden dinero y a otros quieren utilizarlos. A nosotros solo nos queda decirles que tengan cuidado”, explicó Héctor Silva, coordinador del albergue Sendas de Vida en Reynosa.

El agente Ramiro Garza coordina el centro de procesamiento donde se alberga a los indocumentados mientras se define el procedimiento. La cónsul de Honduras, Ana Bulnes, y Karol Escalante, vocera de la embajada de Honduras en Washington, acompañaron a LA PRENSA en el recorrido, donde brevemente se conversó con hondureños.
Retenidos

Una vez que son detenidos, los trasladan hacia un centro en McAllen, Texas, una estación de la patrulla fronteriza que recorrió el equipo de LA PRENSA; sin embargo, no se permitió el uso de cámaras, celulares ni grabadoras.
El agente Ramiro Garza, coordinador del centro de procesamiento, explicó el trámite que se le sigue a cada indocumentado.



“Hay 24 agentes que registran a cada una de las personas que han sido detenidas. Por ejemplo, anoche fueron 700 los detenidos en la frontera; la mayoría centroamericanos. A cada uno se les levanta una ficha con sus datos, se les hace una entrevista y luego esperan para determinar quiénes aplican para audiencia en una corte, quiénes quedan detenidos y cuántos de ellos serán deportados”, expresó el oficial.

En el centro de control hay cuatro agentes que monitorean con cámaras lo que ocurre en el interior de las 10 celdas, que tienen capacidad para 30 personas. Las personas son separadas por sexo; solo las madres permanecen con sus hijos.

En otra área del local que fue acondicionada por la crisis migratoria de 2014, otro grupo de oficiales se ubica en los pasillos con equipo computarizado a fin de tomar los datos y revisar el historial de cada migrante. Son un promedio de 18 a 24 horas para que cada indocumentado conozca el procedimiento que seguirá para permanecer o ser deportado de ese país.



Apoyo de consulados

En el proceso es clave el apoyo de los consulados de Centroamérica y México a los migrantes.

Existe una estrecha coordinación con las delegaciones diplomáticas y la patrulla fronteriza para el intercambio de información.

“Cuando existen dudas sobre la identidad de un hondureño o verificar si las personas que acompañan a los menores son sus verdaderos padres se hace una búsqueda de datos en el sistema que tenemos en el consulado. Muchas veces eso retrasa y los migrantes tienen que pasar más tiempo en los centros. No obstante, este sistema ha permitido detectar cuándo los menores son utilizados por desconocidos, con el fin de rescatarlos”, explicó Ana Bulnes, cónsul de Honduras en McAllen.

Cuando se determina que los hondureños serán deportados, son entregados en custodia a la Oficina de Aduanas y Control Fronterizo (ICE).

Los cónsules en todo momento supervisan los procesos para los que serán deportados, detenidos o liberados bajo la supervisión de las autoridades, mientras se resuelven sus casos en las cortes federales.

El tiempo que dura el proceso de deportación, los agentes migratorios dan atención con comidas, acceso a agua potable, ropa e higiene a los migrantes.
Si llega a pasar el proceso de audiencias ante un juez, los detenidos permanecen en casas de sus familiares hasta que sean los tribunales los que decidan su futuro.

Una hondureña originaria de Olanchito, Yoro, lloraba en una celda en McAllen porque será deportada.
Asegura que huyó del país por miedo, pues era amenazada. “Me vine porque buscan matarme, pero no me creen y me dijeron los agentes que me deportarán”, relató pidiendo que se guardara su identidad.

Foto: La Prensa



Menor hondureña

No a todos los migrantes que esperan con sus parientes la cita con el juez de inmigración les va bien.

El consulado de Honduras en McAllen reporta que una menor no acompañada ingresó a Estados Unidos en febrero de 2015.
Como iba sola, buscaron parientes de ella en Estados Unidos y contactaron a un tío para que el departamento de Bienestar Social calificara si era apto o no para tener su custodia.

Tras un estudio, a la menor la entregaron a su pariente. Pasaron tres meses y una llamada alertó al consulado informando que la niña sufría abusos por parte de su familiar y que era vendida a amigos y compañeros de trabajo.

“La niña escapó y pidió apoyo al consulado. Cuando conocimos el caso, buscamos un lugar donde estuviera segura. Lo ocurrido se puso en conocimiento de las autoridades. El tío fue acusado, pero huyó de Estados Unidos. La menor continúa en el país y desde el consulado velamos para que esté bien”, manifestó la cónsul.

La delegación diplomática en esta frontera del sur de Texas atiende varios casos.