25/04/2024
11:19 PM

Iglesias católicas, santuarios de la fe y del arte

Lempira es el departamento con más templos construidos por colonizadores españoles.

La Campa, Lempira

El templo de San Matías, guardado en el corazón de Lempira, mantiene las puertas abiertas todos los días por una simple y poderosa razón: Dios y el arte son para creyentes y no creyentes.

Este templo, edificado por colonizadores españoles en el siglo XVIII, atesora en su interior pinturas, esculturas, retablos y objetos sacros antiquísimos que son joyas auténticas para museos de cualquier parte del mundo.

“Este es un templo para todos, para los que creen y no creen. Cualquier persona puede venir a ver las cosas antiguas que tiene”, dice José Gabriel Orellana, un lenca que trabaja como asistente del santuario.

Orellana abre todas las mañanas el templo y lo cierra un poco antes de que el sol se oculte, independientemente de que reciba o no visitas.

En La Campa, un municipio con 6,500 habitantes (radicados en aldeas y en el pueblo), ninguna persona conoce a ciencia cierta la fecha en la cual los españoles y los indígenas construyeron este templo; sin embargo, ninguna duda de que es colonial.

En la parte anterior del altar está registrada una restauración con fecha de 1799.

A esta iglesia, que en el paisaje se destaca por el blanco inmaculado que cubre su superficie, concurren todos los años en febrero más de 40,000 católicos de occidente para participar en la celebración de la feria patronal de San Matías, cuya escultura, que data del siglo XVIII, se encuentra entre las imágenes que dominan el altar mayor.

A 16 kilómetros de este templo, en San Manuel de Colohete, otro pueblo de aspecto fantasmal, se halla una iglesia que cautiva a los visitantes por su arquitectura barroca expresada en la fachada.

El frontis es, de hecho, una pequeña muestra de arte. Toda su superficie, en alto relieve, está decorada con figuras alusivas al catolicismo, como el Santo Grial (en la parte superior de la puerta) y dentro de diez oquedades están acogidas igual número de esculturas.

Foto: La Prensa

San Manuel de Colohete, Lempira.

La Campa, Lempira.

En su interior se encuentra la imagen de un Cristo Negro que “podría ser”, a juicio de los habitantes, más antiguo que el de Esquipulas, Guatemala; hay pinturas del siglo XVIII y bajo tierra la tumba del vicario y juez Juan N. Rodríguez, fallecido en 1811.

“Esta iglesia no está abierta todos los días porque ya ha sido saqueada cuatro veces”, dice Salón Vásquez, colaborador católico que le abrió las puertas a periodistas de La Prensa.

En Gracias, la cabecera departamental de Lempira, dos imponentes templos católicos del Siglo XVII encierran parte de la historia de Honduras.

La iglesia La Merced, cuya construcción comenzó a principios de 1600, ofrece un frontispicio barroco constituido por figuras de ángeles y cuatro esculturas.

A un par de cuadras, la iglesia de San Marcos, con una fachada barroca, es testigo del origen de la ciudad. Aquí, en 1544, el obispo Francisco Marroquín ofició la primera misa pontificia de Honduras.

Algunas de las iglesias coloniales de Comayagua y Lempira se muestran imponentes porque poseen una fachada con figuras en relieve y esculturas sacras empotradas.

Cruz Petrificada en Comayagua.

Comayagua

En este departamento, que atesora parte de la historia de Honduras, siete iglesias coloniales se encuentran distribuidas entre la cabecera y los municipios de Esquías, Lejamaní y Ajuterique.

En el centro de Comayagua (fundada en 1537), la catedral de la Inmaculada Concepción (edificada en 1650) cuenta con cuatro retablos, pinturas del siglo XVII y esculturas sacras.

“Esta catedral es considera la única basílica mayor de Honduras, por orden del papa Pío IX. En esta catedral contrajo matrimonio el general Francisco Morazán”, explica Ismael Caballero, uno de los guías turísticos de la ciudad.

Caballero guía a grupos de turistas que desean recorrer el circuito colonial de 36 manzanas donde, además de la catedral, se encuentran cuatro iglesias más y varios museos.

Otra de los baluartes de la cultura es la iglesia de San Francisco, construida en el Siglo XVI, tiene en una de sus torres cuatro campanas, una de ellas (fundida en Alcalá de Henares en 1460) es la más antigua de América Latina.

Entre su conjunto de piezas valiosas sobresale la figura de El Nazareno, esculpida en el siglo XVII por el artista guatemalteco Mateo de Zúñiga.

“Aquí tenemos también la cruz petrificada. Quedó petrificada cuando un sacerdote hizo un exorcismo”, explica Ibis Rolando Arias, vicepresidente de la Cofradía de Jesús Nazareno.

Con fachadas menos ostentosas, la iglesia de La Caridad (1640), iglesia La Merced (1550) y la de San Sebastián (1580) guardan obras de arte que se han escapado de las manos de los saqueadores.

La iglesia San Sebastián es de relevancia histórica, pues en ella se encuentran sepultados los restos del general José Trinidad Cabañas.

Los acusados de herejía eran ejecutados frente a la iglesia La Merced, de Comayagua.

Comayagua, una ciudad que conserva los rastros de la Santa Inquisición española

“Aquí yace el cuerpo de M.D Juan Segismundo Flores y Gallo, cura que fue del sagrario de esta Santa Catedral, maestro de la Santa Inquisición. Falleció a (...) de julio de 1766”, reza una lápida que es exhibida en el Museo de Antropología e Historia.

Esta lápida evoca los momentos cuando (entre 1500-1821) la Iglesia Católica castigaba con la horca y la hoguera a todos los que practicaban la herejía.

Tanto en Europa como en América, la Iglesia Católica castigaba a todas las personas que se oponían a las creencias o dogmas que imperaban.

“Esa lápida fue encontrada donde era el Hospital Santa Teresa. Él era un cura inquisidor, consagrado como mayordomo por la Iglesia, él perseguía a los brujos”, dice Elvia Leticia Caballero, empleada del Museo de Antropología.

El Tribunal del Santo Oficio de la Inquisición, instalado en el Siglo XVI en Guatemala, tenía jurisdicción en los países de Centroamérica y castigaba, además de la hechicería, la bigamia y el homosexualismo.

Los inquisidores ejecutaban a los acusados en una plaza situada frente a la Iglesia La Merced, que en el Siglo XVI ocupó el centro de la ciudad.

Con la firma de la Independencia de Centroamérica (1821) y con la llegada de los pliegos a Comayagua, la Santa Inquisición perdió su poder y, automáticamente, dejó de existir.

Frente a la catedral, en la misma plaza, ahora se encuentra un monumento que bautizaron los comayagüenses como “la columna de la Constitución”; sin embargo, es conocida popularmente como La Picota.

“Aquí le decimos la picota porque antes hubo una picota donde la Inquisición condenaba a loshechiceros”, dice Ismael Caballero, guía turístico de la ciudad.