"
San Pedro Sula, Honduras.
La nostalgia, recuerdos y lágrimas no se hicieron esperar este domingo primero de noviembre en los principales cementerios de la ciudad, adonde centenares de sampedranos llegaron a visitar los restos de sus familiares.
Ayer se conmemoró el Día de los Santos por recordarse a los niños que han fallecido. Hoy es el Día de los Muertos.
En los camposantos públicos ubicados en Paz Barahona y La Puerta y en privados como Jardines del Recuerdo fue en los que se reportó mayor cantidad de personas que llegaron para limpiar la superficie de la tumba de los suyos para colocarles flores frescas e incluso hacerles algunas mejoras a las estructuras.
A pesar de la multitud, el silencio imperaba. Apenas el canto de un grupo de mariachis se escuchaba en las sepulturas adonde los visitantes reviven gratos recuerdos y a la vez la amarga realidad de no volver a ver a sus personas amadas.
“Es doloroso venir y recordar, pero uno lo hace por deber, por respeto a sus familiares. Pasan los años y uno mantiene la esperanza en Dios que nos volveremos a ver en el cielo”, dijo Cándida Mejía, quien desde 1977 visita la tumba de su madre. Los vendedores de placas, flores y reparaciones de tumbas aseguran que este año la cantidad de personas bajó respecto al año anterior."
La nostalgia, recuerdos y lágrimas no se hicieron esperar este domingo primero de noviembre en los principales cementerios de la ciudad, adonde centenares de sampedranos llegaron a visitar los restos de sus familiares.
Ayer se conmemoró el Día de los Santos por recordarse a los niños que han fallecido. Hoy es el Día de los Muertos.
En los camposantos públicos ubicados en Paz Barahona y La Puerta y en privados como Jardines del Recuerdo fue en los que se reportó mayor cantidad de personas que llegaron para limpiar la superficie de la tumba de los suyos para colocarles flores frescas e incluso hacerles algunas mejoras a las estructuras.
A pesar de la multitud, el silencio imperaba. Apenas el canto de un grupo de mariachis se escuchaba en las sepulturas adonde los visitantes reviven gratos recuerdos y a la vez la amarga realidad de no volver a ver a sus personas amadas.
“Es doloroso venir y recordar, pero uno lo hace por deber, por respeto a sus familiares. Pasan los años y uno mantiene la esperanza en Dios que nos volveremos a ver en el cielo”, dijo Cándida Mejía, quien desde 1977 visita la tumba de su madre. Los vendedores de placas, flores y reparaciones de tumbas aseguran que este año la cantidad de personas bajó respecto al año anterior."
"
"
"
