15/04/2024
12:48 AM

Elí Reyes, un bombero y paramédico con pasión

Arriesga su vida por los otros. Comenzó como voluntario tras la muerte de un amigo.

San Pedro Sula, Honduras.

Con un machete aparta la maleza para abrir camino. En medio del infernal fuego y sofocado por el humo Elí Reyes, un bombero de 24 años, intenta detener el avance de las voraces llamas que amenazan con llegar a una vieja vivienda de paredes de tabla y láminas.

En su espalda carga una mochila hecha de aluminio que almacena unos 20 litros de agua. El resto de sus compañeros, desde el otro lado del cerco de alambre ciclón que divide la calle y el predio, conectan la manguera para reprimir desde ahí el siniestro. Este episodio para el uniformado y sus compañeros es común. Todos los días ponen en riesgo su vida para salvar la de otros. El equipo de LA PRENSA acompañó al bombero durante toda su jornada para conocer más detalles de esta noble profesión.

Foto: La Prensa

ARDEN LAS MONTAÑAS. De tres a cuatro horas tarda la unidad de bomberos en sofocar un incendio.
7:00 am- 10:00 am

Unas horas antes, él se presentó en la Estación de Bomberos de Choloma para empezar su turno de 24 horas de servicio y ponerse a la orden del comandante Jorge Banegas. Con las botas reluciendo de limpias, el uniforme cuidadosamente planchado y atento al llamado del timbre corrió para unirse a la fila con sus otros compañeros. Su labor inicia orando para pedir a Dios que las misiones que surjan en el día resulten exitosas. El megáfono rompe su silencio: “Bombero Elí Reyes, presentarse a la cabina central”. Elí, un joven alto, fornido y de tez blanca, se apresura al llamado. Al llegar a la estancia, un hombre sale a su paso, trae la mano ensangrentada y envuelta con un pañuelo.

Foto: La Prensa

5:40 AM. RUTINA DIARIA. RUTINA DIARIA BOMBEROS. Cuando la alarma suena, se viste, arregla su cama y baja a hacer otros deberes.
¿Qué le pasó?, cuestiona el intrépido bombero, mientras toma su mano para revisar la herida. Además de apagar llamas se capacitó como paramédico. Él está encargado de la clínica que inauguraron dentro de la estación hace cuatro meses. “La idea de la clínica es para atender ciertas emergencias y evitar que la gente tenga que salir corriendo para el hospital de San Pedro Sula. Las atenciones son gratuitas”, explica mientras limpia y sutura tres puntos en la mano izquierda del paciente. Al finalizar indica al familiar del herido sobre los cuidados que este debe tener, con mucha paciencia le repite una y otra vez, no debe olvidar ningún detalle. “Muchas gracias, Dios se lo pague”, le dice el humilde hombre que trabaja en construcción.

6.:00 AM SE PONE A LAS ÓRDENES DEL COMANDANTE. El comandante Jorge Banegas gestionó la contratación de Elí. Asegura que como bombero voluntario siempre fue muy dedicado y sus conocimientos sobre primeros auxilios han servicio para salvar muchas vidas. A diario, Reyes atiende más de 15 emergencias y traslados de pacientes, además de su labor como apagafuegos.
10:00 am- 11:00 am

Basta cruzar unas cuantas palabras con el bombero Reyes para darse cuenta del entusiasmo que le causa servir al prójimo. “La gente pobre es muy agradecida. Hace unos días curé a un señor y hoy vino muy temprano a regalarme unos mangos”, cuenta con satisfacción.

Al preguntarle cuál fue el motivo qué lo impulsó a unirse al cuerpo de bomberos, responde con tristeza que un amigo que murió en manos de la violencia lo animó a ser bombero voluntario. “De tanto que me insistió, un día decidí ir. No puedo explicar, fue como amor a primera vista. Me gustó, sobre todo la parte de primeros auxilios. Comencé a ir todos los fines de semana”, recordó.

Foto: La Prensa

8:00AM. SE ENCOMIENDAN A DIOS. Todas las mañanas se reúnen y piden por el éxito de su trabajo.
Por iniciativa propia decidió trabajar para pagar sus estudios de secundaria. “Trabajaba toda la semana, iba al colegio sábados y domingos y cuando salía me venía a la estación”. No pudo ir a la graduación, aunque tenía todo pagado. Ese día el destino definió el rumbo de su vida. “Hubo un incendio de grandes magnitudes y me pidieron que colaborará desde la estación. “No quise decir que ese día era mi graduación porque sabía que me necesitaban. Eso marcó mi vida”, relató. Antes de ser contratado, a finales del año pasado, sirvió con dedicación 13 años como bombero voluntario.

Foto: La Prensa

10:00 AM ATENTO AL LLAMADO. Nunca se desprende de su radio por cualquier llamado de emergencia.
11:00 am- 12:00 am

Los gritos de los otros bomberos, que pasan al lado de la clínica, le recuerdan que debe prepararse para la rutina de ejercicios que se practica diariamente.

A 10 kilómetros de la estación, una empresa les presta una cancha para hacer deportes. Lo hacen cuando el sol está más intenso para mantenerse familiarizados con el clima de los incendios.

12:00 m- 4:00 pm

El entrenamiento termina. Todos llegan hambrientos por la faena, pero el timbre de emergencia les impide comer. La mayoría se levanta sin haber probado bocado. El encargado de manejar el camión hace sonar la sirena. Por el tubo, uno a uno se deslizan los bomberos que estaban en los dormitorios. Nosotros corremos hacia el camión, como uno más del equipo. Detrás viene la ambulancia que maneja Elí. Si hay heridos o un bombero resulta lesionado, él debe dar los primeros auxilios.

Desde lejos, en un predio ubicado en la carretera hacia Ticamaya, se divisa el humo. Los incendios forestales son comunes en la época de verano, la mayoría dan indicios de ser provocados. Luego de tres horas, logran controlar las llamas. El camión apenas avanza unos dos kilómetros cuando recibe otra alerta. Detrás del cerro adonde acaban de sofocar el fuego surgen llamas y se acercan a las instalaciones de una planta generadora de energía.

Son las cuatro de la tarde y ellos siguen en plena faena, para cuando terminan, sus rostros percudidos por las cenizas, el sudor y el sol, reflejan el cansancio de una larga y difícil jornada.

Foto: La Prensa

4:00 PM. SE ARRIESGA. Subir cerrós para controlar incendios es parte de su rutina diaria.
4:00 pm- 10:00 pm

Recién entran a la estación cuando un nuevo timbrazo anuncia otro incendio forestal. Elí y sus compañeros siguen sin poder comer. Inhalan aire como queriendo absorber nuevas fuerzas.

Esta vez es en la parte más alta de otro cerro, se las ingenia para subir. Por momentos el cansancio traiciona y dan algunos pasos en falsos; el aire quema y a medida se avanza, la reparación se dificulta. Después de unas horas todo acaba. Como regalo de Dios, una intensa lluvia comienza caer. Por esta noche los incendios terminaron, es hora de que el héroe apagafuego por fin descanse hasta que el timbre anuncie una nueva emergencia.