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'Vivo sin un centavo, lo que me dan lo entrego a otros”

  • 22 marzo 2015 /

Saturnino Senis, párroco de la catedral San Pedro Apóstol cumplió 53 años de ser sacerdote, 17 sirviendo en Honduras.

San Pedro Sula, Honduras

Sus raíces son españolas, pero su corazón le pertenece a Honduras. El padre Saturnino Senis Mayordomo lleva 17 años de entrega y servicio en la catedral San Pedro Apóstol. El sacerdote vivió una infancia sin lujos y así ha sido durante toda su vida. Con LA PRENSA, Senis revivió su sueño de viajar a América y detalló cómo llegó a Honduras.

¿Se siente más hondureño o español?

Más hondureño. Llevo en Honduras exactamente 17 años, dos meses y 20 días y lo digo con exactitud porque vine un 30 de diciembre de 1997, unos meses antes del huracán Mitch.

¿Cómo fue su niñez?

Nací en un pueblecito de Castilla. De familia humilde, fui un niño de pueblo. Mi padre era campesino y en invierno que iba al campo arreglaba zapatos. En la época que yo nací era la guerra civil española. Luego, en la posguerra, había mucha necesidad y no era fácil comprarse zapatos. Cuando se rompían los mandabas a arreglar y mi padre lo hacía. Éramos la familia de los zapateros. Mi mamá era ama de casa; se casó dos veces. Del primer matrimonio tuvo dos hijos: quedó viuda. Luego conoció a mi papá que era soltero, se enamoraron, y ella con 35 y él con 36 se casaron y tuvieron dos hijos.

¿A qué edad y por qué decidió ser sacerdote?

Cuando iba a la escuela entré de acólito en la parroquia con un sacerdote que atendía al pueblo. En contacto con él, surgió en mí el deseo de ser sacerdote, ser como él. Íbamos a ver enfermos y yo me fijaba cómo hablaba él, les daba ánimo y al final debajo de la almohada metía un billete, y él era pobre. Eso se me quedó muy grabado. A los 11 años y medio le dije a mi papá que quería ser como don Vicente, el sacerdote. Él me preparó. A los 12 años hice el examen de ingreso al seminario y lo aprobé. Esta semana cumplí 53 años siendo sacerdote.

¿Tuvo novias en su adolescencia?

En los pueblos a los 11 años ya se tiene novia. A mí me gustaba mucho una chica, una vecina mía, Isabelita, ahora está casada y es abuela. El año pasado fui a verla porque me enteré que estaba enferma. Yo la quise mucho a esa niña. No fue mi novia, pero me atraía y me sentía bien con ella.

¿Cómo llega a San Pedro Sula?

Estuve dos años en un pueblo y otros 10 dando clases en el seminario en la ciudad, sin embargo, me cansé. Le pedí a mi obispo que me mandara a un pueblo, pues a mí me gustó siempre el contacto con la gente. Quedó vacante una parroquia de un pueblo que tenía cinco mil habitantes, ahí estuve 17 años, ahí murieron mis padres. Cuando mi madre murió vi que podía realizar mis sueños de venir a América, ya nadie dependía de mí. Me puse en contacto con un obispo de Panamá y fui, estuve cuatro años; no obstante, regresé a España. El obispo no me dejó volver y para engatusarme me dio la mejor parroquia, preciosa; sin embargo, yo no me aguantaba y añoraba volver a América. En Panamá había conocido a Ángel Garachana: no era obispo. Lo consagraron obispo de San Pedro Sula el 3 de febrero de 1995. Mi obispo estuvo ahí, y cuando regresó, le pregunté: ¿Y cómo es San Pedro Sula? Nunca había escuchado hablar de la ciudad. Me dijo que era grande, próspera, industrial. Llamé al obispo Garachana, le dije que quería ir a trabajar con él a Honduras. Me vino a ver, hablamos, me ofreció clases en universidades; pero yo quería una parroquia. “Bueno, pues te voy a dar una parroquia, la catedral”. El 30 de diciembre de 1997 viajé y aquí estoy. El 31 de diciembre por la noche celebré la primer misa con el obispo.

¿Ha visto evolución o estancamiento en la ciudad?

He visto que ha crecido en habitantes, posibilidades, colegios, universidades y en pobreza. Aquí me di cuenta enseguida de que hay mucha gente en los bordos de los ríos y barrios marginales que la pasa muy mal. No hay trabajo, no hay medios de vida, no tienen vivienda.

¿Cómo evalúa la gestión de Juan Orlando Hernández?

En un sentido está preocupado, pero veo en el periódico que la primera dama entregó 250 bolsones con útiles, cuando nosotros hemos entregado tres mil pares de zapatos y útiles escolares y no sale publicada. Por qué no nos unimos todos y resolvemos el problema. Falta unidad.

¿Qué siente al ver que no atienden a los niños de la calle?

Recién llegado tuve contacto con dos niños. Los he ido conociendo a todos. Ahora han ido quedando adultos. En un solar del Estado intenté hacer una casa para niños y ancianos, que también me duele que estén en la calle, durmiendo en el suelo. Pusimos la primera piedra, pero no hemos puesto todavía la segunda. Me dijeron que había 100 mil dólares, ¿dónde se han ido? A saber...

¿Ha perdido terreno el catolicismo frente a la Iglesia evangélica?

Ha crecido mucho el número de los que siguen la Iglesia evangélica, pero ¿de verdad les predican el evangelio? Si yo predico suavecito y fácil, la gente va ir; no obstante, no se puede ser cristiano si no se comparte. Cuando un empresario se confiesa, le pregunto si paga buen salario a los obreros, si paga Seguro Social, si no no lo puedo perdonar. Ese es el evangelio y así no se tienen muchos seguidores. Por ejemplo, Misael Argeñal fue un muchacho de la catedral y ahí lo tienes viviendo a lo grande en Miami, con guardaespaldas, carros de lujo... Yo vivo sin un centavo, trabajo con el dinero que me da la gente y se lo doy a otros, ya que quiero ser fiel conmigo mismo y con Dios. Tengo mi pensión porque soy jubilado en España. Esa me sobra para vivir, no necesito más.

¿Qué siente de que la gente prefiere ir a la playa en vez de vivir la Pasión de Jesucristo?

Muchos van a la playa y luego van al culto, a la parroquia. Ojalá pudiéramos ir todos a la playa.

¿Qué piensa del divorcio?

Me da pena porque es algo que se rompe, aunque se rompe lo que no nació bien. El divorcio es algo doloroso, pero no puede ser un infierno el matrimonio. Cuando ya no es posible la convivencia, cada uno por su lado y rehaga su vida. Por eso el Papa está insistiendo en que a los que se han casado por la iglesia y se divorcian, se les facilite cobrándoles poco los gastos del divorcio y anulación del matrimonio. Todos tenemos derecho a ser felices. Un matrimonio que no se entiende, mejor que se separe porque los hijos pagan las consecuencias.

¿Cuál es su punto de vista sobre las uniones gay?

La homosexualidad no es una enfermedad, un gay tiene sus derechos y sus deberes y tienen que respetarlo. Si dos chicos o chicas se quieren y desean vivir juntos, no tengo nada en contra, lo que me duele es que se le llame matrimonio. La Palabra dice claro que Dios hizo al hombre y a la mujer para que se unieran en matrimonio. No tengo inconveniente en que se quieran, y mientras no practiquen no hay pecado. El otro día se confesó un gay, por primera vez en mi vida. Yo le absolví y le dije que si tiene afición por un muchacho que no tenga relaciones con él, eso es romper el sacramento.

¿Cómo va su recuperación?

Gracias a Dios, a los médicos, a la medicina, a las oraciones y preocupación de tanta gente ya estoy fuera de peligro. No me duele nada, tengo apetito, duermo bien. Gracias a Dios creo que he salido de este bache. Me alegro de que me haya pasado aquí en Honduras. Podía haber ido a España, ahí me era gratis todo. Aquí he gastado 300 mil lempiras; pero he sentido el cariño de la gente, eso me llena. Me han hecho dos operaciones y me hicieron seis quimioterapias. Me siento de maravilla y con ganas de trabajar.

¿Le va al Barça o Real Madrid, y en Honduras a quién?

Por cercanía debería ser Madrid, pero no me gusta. Aquí soy Real España. Yo jugué, era defensa izquierdo.