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A los 12 años comienzan a abortar las jóvenes

  • 22 julio 2010 /

Esta práctica ilegal continúa. En el primer trimestre de este año ya han sido atendidas 80 adolescentes entre 12 y 18 años con hemorragias producidas por interrupciones del embarazo.

A partir de los doce años, las adolescentes en Honduras comienzan a practicarse abortos. Las estadísticas son escalofriantes: en 2009 sólo en el hospital Mario Rivas de San Pedro Sula se realizaron 1,515 legrados a menores de edad.

Esta práctica ilegal continúa. En el primer trimestre de este año ya han sido atendidas 80 adolescentes entre 12 y 18 años con hemorragias producidas por interrupciones del embarazo.

Según un estudio de estudiantes de quinto año de Medicina de la Universidad Nacional Autónoma de Honduras, Unah, el 40 por ciento de los partos corresponden a muchachas de entre 13 y 19 años.

Cada vez crece el número de chicas que comienzan a muy temprana edad su vida sexual y recurren a varios procedimientos para provocarse un aborto sin tomar en cuenta sus graves consecuencias.

El ginecólogo y oncólogo José Manuel Palomo dice que el 80 por ciento de los abortos atendidos en el Mario Rivas son espontáneos y el 20% provocados. El experto explica que las menores de edad “se colocan pastillas en el cuello de la matriz debido a que no tienen conocimiento de su uso y eso desencadena complicaciones. Son manipuladas por personas que no tienen conocimientos básicos”.

Cuando se presenta una joven con infecciones, se sospecha que pueden ser producidas por un aborto, agrega.

Las adolescentes están recurriendo a medicamentos prescritos exclusivamente para dolencias cardiovasculares, gástricas y respiratorias y contra la diabetes para causar la pérdida del nonato.

La venta libre de medicamentos contraindicados para mujeres en gestación se ha restringido en el país debido a su alta demanda. La ginecóloga Nidia López dijo que existen muchas sustancias utilizadas para provocarse la interrupción del embarazo, “las jóvenes desconocen las consecuencias. El problema es que prefieren abortar que planificar”.

La farmacéutica de la clínica Joyri, Rina Moradel, informó que las chicas no conocen la dosis; sólo un experto de salud y un químico farmacéutico pueden conocerla. Lo peligroso de esto, explica la experta, es que fácilmente lo encuentran en Internet o personas sin escrúpulos les proporcionan la información.

Peligro en Internet

En un recorrido por varias farmacias de San Pedro Sula, el equipo periodístico de LA PRENSA comprobó que se ha limitado la venta libre de pastillas y sólo se venden con receta médica extendida por el especialista de la rama.

Pero la salida fácil para estas jóvenes está a un click de distancia. En la web abundan los sitios que explican paso a paso cómo interrumpir un embarazo sin medir las consecuencias. Éste es uno de los tantos casos que allí se abordan: “Sólo tengo 15 años y estoy embarazada.

Si se enteran en mi casa, me matan. Estoy buscando una forma rápida para acabar con esto”, relata una joven desesperada en un foro en la web.

La respuesta llega de inmediato: “Ahí te va: compra unas pastillas normales de anticonceptivo…” y continúa la explicación, detallándole la cantidad que debe usar y hasta los posibles efectos.

Hay otros sitios en Internet que comercializan deliberadamente estos medicamentos en varios países, entre ellos Honduras. Prometen llevarlos a la puerta de su casa y aseguran: “Le enviaré un sobre conteniendo un disco compacto. Las pastillas estarán ocultas entre el portadisco y en la tapa posterior. Siempre hago envíos de esta clase por seguridad, ya que estas pastillas pueden ser confundidas con algún tipo de droga. Nadie sospechará el verdadero contenido del paquete que usted recibirá y las pastillas llegarán a su destino final intactas y en buen estado”.

También le informan sobre las dosis que deben ingerir, cuándo hacerlo y cómo actúa el medicamento, pero no las contraindicaciones y los graves peligros que acarrea esta decisión ilegal.

No importan los riesgos

La especialista Nidia López explicó que varios de esos fármacos no son controlados y puede comprarlos cualquier persona. “Al usarlos, las jóvenes están poniendo en riesgo sus vidas, ya que podrían sufrir enfermedades que pueden llevarlas a la muerte”.

Para el ginecólogo Alex Wolozny, “la desintegración familiar y la falta de educación han contribuido a que las muchachas a menor edad mantengan una vida sexual activa”. Eso causa problemas sociales como adquirir una enfermedad de transmisión sexual, ETS, sida, embarazos a corta edad y el aborto.

“La joven se encuentra en una encrucijada. Al darse cuenta de que está embarazada se pregunta ¿ahora qué hago? Decirlo en casa es un problema. Entonces acude a cualquier farmacia o a centros clandestinos, que me imagino existen, para acabar con el problema”, señaló el especialista.

Wolozny dijo que las adolescentes desesperadas “usan medicamentos contra alguna enfermedad, pero tienen efecto secundario que causan contracturas en el útero y producen el aborto. Tengo entendido que se están retirando del mercado”.

La ginecóloga Nidia López advierte que “cuando las adolescentes se someten a varios abortos provocan que el cérvix se vuelva incompetente”. La mayoría de ellas comienzan a sangrar y creen que ya han expulsado el feto y la placenta, pero en muchos casos no es así. “Si no es tratada por un médico, puede causar severas infecciones que no sólo ocurren en el útero, sino que se trasladan al torrente sanguíneo, causando una septisemia que puede llevarla a la muerte”.

Complicaciones

La ruptura uterina es una de las graves secuelas de un procedimiento mal practicado. Se presenta sobre todo en los embarazos avanzados mayores de 20 semanas de gestación.

Otro factor de riesgo es la infertilidad “debido a que el útero es una cavidad y al estar haciendo varios legrados para limpiar se pegan las paredes y se causa el síndrome de Asherman”, aseguró Wolozny. Ésta es una afección que se presenta en mujeres que se han sometido a algunos procedimientos de dilatación y legrado.

El especialista advierte que “una joven puede morir por hemorragia, infección y perforación uterina. Han llegado a tomarlo como un método de planificar, aunque ése no es su objetivo”.

Los especialistas opinan que muchas veces las adolescentes prefieren abortar por temor de que sus padres descubran que están tomando pastillas anticonceptivas y por mitos como “la planificación me engorda, me hace daño, me duele la cabeza, me cae mal”.

Esta problemática, dicen los expertos, debe obligar al Estado a diseñar programas que ayuden a las jóvenes a conocer los peligros de comenzar la vida sexual a temprana edad y de tomarse la libertad de terminar con la vida de un nuevo ser humano.

“Aborté y todos los días me arrepiento”

“Era una joven como cualquier otra, llena de ilusiones y metas. Tenía 16 años cuando la vida me cambió. Tuve un novio por el que daba la vida; era el hombre perfecto, pero mi desilusión fue muy grande.

La famosa frase ‘si me querés, demostrámelo’ no faltó en aquella relación. No dudé y me entregué sin pensarlo. Empecé a tener relaciones sin protección. Cada vez eran más frecuentes, hasta que un día quedé embarazada. Recuerdo la cara de mi pareja; estaba extrañado y algo violento. Me dijo a gritos: ‘¿Por qué no te cuidaste? Todo iba tan bien’. Me quedé muda un instante, lloré y le pregunté: ‘¿Ahora qué vamos a hacer?’. Él contestó que no había nada que hacer. ‘Vas a abortar porque somos muy jóvenes y no estamos preparados para este paquete’.

Me mantuve firme y le dije que lo quería tener, pero me convenció de que si no lo hacía, me dejaría sola.

Pudo más la presión social y la de mis padres. No me imaginaba criando un bebé cuando apenas había comenzado a estudiar.

Hice lo incorrecto: aborté sin que mis padres se dieran cuenta, pero mi aspecto físico me fue delatando. Empecé a sentirme cansada, demacrada y no podía con el peso de mi conciencia.

A las jóvenes les digo que mi vida nunca volvió a ser la misma, mi conciencia no me dejaba en paz. El tiempo pasó y seguí con aquel novio que decía que me quería más por lo que le había demostrado, pero seguimos actuando irresponsablemente y volví a quedar embarazada. Esta vez, más consciente de lo que había hecho, le exigí que me respondiera y se casara conmigo, pero no quiso. Nuevamente se acobardó y me dejó sola. Recordé lo que había sufrido con el primer aborto y no quise someterme al segundo, por lo que tomé la decisión de enfrentarme a él sola y con el apoyo de mi mamá.

Comprendí que el amor de aquel joven no era tan grande y que sólo quería divertirse sin ningún compromiso, pero no me importó y seguí adelante.

Lo más triste de todo esto es que tenía una cuenta pendiente con Dios y siento que me la cobró porque mi hija nació, pero con problemas físicos.

Cada vez que la veo, lloro mucho y recuerdo lo que pasó, Me siento muy culpable, pero al mismo tiempo le agradezco a Dios por ser madre.

Mi hija requiere todo mi tiempo y a mis 19 años no he podido seguir estudiando. Ahora tengo que trabajar para sostenerla y mi mamá la cuida.

Si en aquel momento hubiera hablado con mi mamá, no pesaría en mi conciencia aquel ser humano al que privé de la vida. Sé que es un pecado y todos los días me arrepiento por eso. Con mi pequeña hija estoy reparando un poco el daño que le hice a ese ser indefenso.

Y si quieren saber qué pasó con aquel joven que me bajaba el cielo y las estrellas, se casó, formó una familia y su esposa está a punto de tener su primer hijo”.