La Ceiba, Honduras.
Los agricultores de la cuenca del río Cangrejal tienen problemas para sacar sus cosechas por el mal estado de la calle.
“Sembramos maíz, frijoles y otros productos que cosechamos, ya sea para el consumo nuestro o para la venta, pero sí nos afecta que la carretera no esté buena. En temporada de invierno cuando vienen lluvias fuertes es peor, por eso pedimos a las autoridades que nos escuchen, ya que no podemos seguir en esta situación”, dijo Aída Reyes, una de las vecinas que reside entre las montañas de los parques nacionales Pico Bonito y Nombre de Dios.
El Gobierno central reparó la carretera en dos ocasiones el año pasado, pero los trabajos no fueron los adecuados y con la lluvia se deterioró, lamentó Wilfredo Peña, un habitante de la comunidad de Toncontín.
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“El problema de esta carretera es que no le hacen cunetas; si se las hicieran las reparaciones durarían más, ya que el agua no pasaría por toda la calle. La dejan pareja y el agua se va por en medio”.
Para este poblador, las autoridades deberían aprovechar que las alcantarillas están colocadas desde hace varios años, pero muchas se han perdido, ya que no las han puesto a funcionar.
“Solo es de buscar las alcantarillas en la carretera porque ahí se pueden ver y están buenas”. Don Pedro Gómez es un dirigente comunal de la aldea Urraco y transportista de la zona que asegura que varias de sus unidades se han dañado por el pésimo estado de la vía. “Es difícil la situación; este año han venido dos veces, y si llegaron hasta acá arriba en Toncontín y Urraco es por presión mía, pues hemos ido hasta Tegucigalpa a buscar a los ingenieros de Insep para que nos ayuden con esta carretera”.
Según los registros en el Instituto de Conservación Forestal (ICF) y la Unidad de Gestión de La Ceiba hay sociedades colectivas organizadas para la explotación del bosque en las comunidades de Urraco, Toncontín, El Pital, Río Viejo y Yaruca, las cuales aseguran que también enfrentan problemas para sacar el producto.
Los pobladores esperan que las autoridades gubernamentales oigan el clamor.
