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Hondureño recogía latas en la calle y ahora es empresario en EEUU

  • 18 febrero 2018 /

    San Pedro Sula, Honduras

    De pepenador en las calles de New Jersey, Sergio Alberto Pérez llegó a convertirse en un exitoso empresario que invierte parte de su tiempo en ayudar a mitigar las necesidades que enfrentan sus compatriotas en Honduras.

    No había cumplido quince años cuando dejó las calles del barrio Cabañas para emigrar al país del norte a batallar por la vida.

    Su niñez en el populoso barrio sampedrano había transcurrido entre sus estudios primarios y los pleitos callejeros a puño limpio con otros cipotes por demostrar quién era el gallito de la cuadra. “Jugábamos una potra y terminábamos peleando solo con la fuerza de los puños. Las armas más peligrosas que a veces usábamos eran las piedras”, comentó durante una visita que hizo a San Pedro Sula. Como no encontró trabajo en cuanto llegó a Estados Unidos tuvo que salir a las calles a recoger latas de aluminio para el reciclaje. Allí supo lo que es rifarse el pellejo con otros pepenadores por la disputa de territorio.

    Acostumbrado a no dejarse humillar por nadie se le oponía a cualquier agresor, pero sus contendientes terminaron educándolo a puros golpes.

    De nada le valieron las clases de karate que había recibido en San Pedro Sula. Si lograba pegarle a uno, al rato aparecían siete contra él. Cierta vez lo llevaron a la Policía por haberle dado en la cara a un moreno que intentó robarle un beeper, pero cuando salió de la comisaría lo estaban esperando los compañeros del agredido, quienes lo atacaron hasta dejarlo inconsciente.

    Hace toda clase de actividades para recolectar fondos, con los cuales ayuda a través de su organización. Su labor ha sido bien reconocida.

    Gracias a que su cerebro “es como una esponja que todo lo absorbe” aprendió rápidamente plomería, construcción y otros oficios que le permitieron salir de las calles y convertirse en obrero.

    Después de que cursó el high school, su sueño era convertirse en policía, pero para ello tenía que estudiar otros tres años, lo cual no fue posible porque para entonces ya tenía un hijo.

    Ahora, Sergio Alberto Pérez es propietario de una compañía constructora y una inmobiliaria. Sin embargo, de lo que él se enorgullece es de ser el fundador y presidente de la organización filantrópica Líderes Hondureños Unidos en New Jersey.

    Frecuentemente llega a Honduras acompañando a brigadas médicas que operan a niños con labio leporino y paladar hendido. Contó entusiasmado que ya está terminada una escuela de dos pisos que su organización construyó en San Manuel, Cortés, para sustituir a una champa de bambú que servía como centro escolar.