29/04/2024
12:34 AM

112 años cumplirá la hondureña más longeva

Doña Cresencia Vallecillo, originaria de San Nicolás, según el Registro Nacional, es la personas más anciana del país.

Sus cabellos parecen hilos de plata y sus ojos azules hundidos en su rostro guardan miles de recuerdos que se han acumulado en más de un siglo de vida. Su piel de anciana contrasta con su sonrisa de niña que llena de entusiasmo a toda su familia y a quienes la conocen.

Doña Cresencia Vallecillo, considerada por el Registro Nacional de las Personas la mujer más longeva de Honduras, está por cumplir 112 años. Ella nació el 29 de octubre de 1899, aunque fue registrado equivocadamente su año de nacimiento como 1902 tras un trámite de reposición de identidad, por lo que legalmente tiene 109 años de edad.

En una acogedora vivienda ubicada en un cerrito de San Nicolás, Santa Bárbara, reposa todos los días rodeada de mucho amor. A pesar de su larga vida no ha perdido la lucidez ni el deseo de seguir viviendo y sólo la aqueja el no poder caminar por un problema en su cadera, además de no escuchar claramente. Procreó diez hijos con su esposo Miguel Ángel Mejía, quien murió a los 94 años, él nació también en 1899. Le sobreviven siete hijos y el mayor cumplió 89 años.

Tiene 52 nietos, casi 200 bisnietos, 108 tataranietos y ya hay miembros de su quinta generación. “Yo estoy alegre porque he vivido tanto. Alegre con la gente que viene a visitarme. Vienen a verme bastantes nietos”, contó.

Nunca se enoja

Ella no tiene la receta ni sabe qué le ha permitido vivir tantos años, pero dice que sí lo imaginó. Asegura que se levanta alegre todos los días entre siete y ocho de la mañana y se acuesta a las siete de la noche. Quizá uno de los secretos que le ha permitido vivir es que no se enoja ni se preocupa por nada.

“Es malo enojarse. Yo nunca me he enojado. Yo no he renegado nunca ni con mis hijos, nunca. No me quité la vida yo con ellos”, señala.

Ni su esposo, asegura, le provocó enojos pese a que era muy enamorado y procreó hijos fuera de su matrimonio. “Yo ni le hacía caso. Pegó como diez hijos en la calle, hubiera visto. No peleé nunca. Se quita la vida uno en eso. Por enojado no come uno y todo, yo no. Cuando un hombre llega no lo deja tener gusto a uno”.

Al final tomó la decisión de separarse de su esposo, pero sin sufrir. Se dedicó a formar a sus hijos para que fueran hombres y mujeres de bien. “Eso sí, yo los aconsejaba. Mis hijos no fueron malcriados, nadita. Obedientes para todo, no me quité la vida con ellos. He sido feliz, no me he enojado por ninguna cosa”, reiteró.

No está cansada de la vida y se la deja a la voluntad de Dios. “Si Dios quiere, sigo viviendo. Estoy agradecida con el Señor y cada vez que me acuesto le rezo a Él”.

Durante su juventud trabajó mucho el junco y apoyaba a su esposo destazando vacas, dice que los precios de la carne eran muy baratos. “Ahora todo es muy caro. Vea hoy cuánto le aumentaron a todo”. Dijo que votó para cinco Presidentes y recuerda con emoción a Ramón Villeda Morales, “Pajarito”. “De quien me acuerdo es de Pajarito. Bien me acuerdo cuando pasaron por aquí. Iban señoras con grandes banderas. Ahora ya dejé de votar”, comentó.

También recuerda que en su juventud se podía dormir tranquilamente y “hasta con las puertas abiertas”. Doña Cresencia aparte de no enojarse dice que come de todo y le gusta un “traguito o cerveza” de vez en cuando.

“Yo como de todo, por eso es que he durado más. Me gusta el traguito, la cerveza. El guaro pero arreglado, puro no”, confesó entre las risas de sus parientes esta dama que en esta semana recibirá un reconocimiento especial del Congreso Nacional.