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Así viven los mareros en la cárcel de Támara, Honduras

  • 03 marzo 2017 /

Los mareros de la MS-13 y 18 viven como en sus casas y mucho mejor que la gran mayoría de los pandilleros que están delinquiendo en los barrios y colonias de Tegucigalpa.

Tegucigalpa, Honduras

No pagan luz, no pagan agua, tampoco impuestos. Sin embargo, viven como si estuvieran en sus casas en la Penitenciaría Nacional de Támara.

A los reclusos de la MS-13 y 18 no les falta nada en los módulos. Tienen desde camas hasta dinero para derrochar y darse lujos, como gruesas cadenas de oro, conocidas como “blin blin”, con dijes del número 18 o MS-13.

Los mareros, que teóricamente pagan las penas en esta cárcel, no sufren calor en verano. Los dos módulos cuentan con aires acondicionados, y en cada cuarto, donde viven dos reclusos, poseen ventiladores.

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Mareros en Támara. Estos reciben dinero de las “clicas” que operan en los barrios y colonias de Tegucigalpa.
Los mareros cuentan, por ejemplo, con una barbería con todos los instrumentos y en mejores condiciones que cualquier negocio de un barrio populoso de San Pedro Sula.

La barbería, con total iluminación, posee dos sillas, dos barberos, mueble de seis gavetas para guardar las tijeras, gelatinas y otros productos cosméticos.

El suelo siempre permanece limpio porque el piso es de cerámica comprada con el dinero recolectado de la extorsión.

Afuera, en el recinto, cuentan con una pequeña sala con juegos infantiles para que sus hijos, los días de visita, puedan distraerse todo el día, mientras sus mujeres los acompañan en las celdas, es decir en los cuartos, que no tienen barrotes sino que cortinas de tela.

Foto: La Prensa

Los mareros recluidos en la Penitenciaría Nacional de Támara gozan de privilegios que no tienen los que delinquen en las calles. Esto les permite pagar las penas sin mayor presión sicológica.
Cerca de allí tienen una pequeña máquina para hacer “popcorn”. Esta es conectada a un enchufe en el cual conectan los cargadores de los teléfonos celulares que, por regla, deben esconder cuando llegan desconocidos o representantes de cualquier autoridad del Estado de Honduras.

En cada celda, también, hay televisores, algunos son plasmas, los servicios sanitarios siempre están limpios y dotados de papel higiénico, como si fuera un pequeño hotel.

Los pandilleros pueden ejercitarse. Estos tienen una cancha de concreto para jugar fútbol o practicar baloncesto.

En los alrededores, hay zonas con mesas y asientos para sus momentos de esparcimiento y atender a las visitas.

“En este mundo, esos son lujos y todos los lujos que tienen los mareros son comprados con el dinero que le quitan a los buseros, taxistas y comerciantes por medio de la extorsión”, dijo un exintegrante de una clica que operaba en una de las colonias de Tegucigalpa.

Los mareros que están en la Penitenciaría Nacional de Támara viven en mejores condiciones que los pandilleros de esas organizaciones que ejecutan los actos delictivos en las calles capitalinas. Sin considerar a los grandes líderes, estos viven en condiciones precarias, en cuarterías, donde no tienen, en la mayoría de los casos, aires acondicionados.

Foto: La Prensa

Foto: La Prensa

Con todas las comodidades viven los pandilleros.

Foto: La Prensa

Las autoridades de la Penitenciaría Nacional de Támara les permiten a los mareros ingresar desde el artículo más pequeño hasta un mueble grande de un juego de sala
Un exmarero entrevistado por LA PRENSA explicó que el sistema de las maras “es esclavizante”, pues consiste en utilizar y explotar a los que aspiran ser líderes para que los poderosos vivan como reyes.

El dinero que recogen los miembros de las clicas no lo pueden malversar. Deben entregarlo tal como lo reciben, ni un cinco más ni un cinco menos. Si el jefe detecta un faltante, puede tomar medidas extremas, como matar al miembro, por robar y ser desleal.

El marero, tanto de la 18 como de la MS-13, solo recibe una pequeña cantidad de dinero para comprar comida y sufragar gastos.

La mayor porción es administrada por el jefe. Una cantidad debe enviarla al centro penal para que los “homies” puedan llevar una vida en medio de las comodidades que no tuvo cuando estuvo delinquiendo en la calle.

Los mareros de la 18, recluidos en el módulo Escorpión, son menos ostentosos para vivir, sin embargo, los líderes lucen cadenas gruesas de oro y siempre se muestran altivos como si no estuvieran dentro de una cárcel.

Nada que envidiar a quienes están libres, ellos hasta tienen su propia barbería.

En los módulos hay cocinas y en ellas utilizan cuchillos para preparar los alimentos. El reglamento de las cárceles prohíbe a los reclusos usar armas cortopunzantes.

Diferencias

En la Penitenciaría, los de la 18 recluidos en el módulo Escorpión tienen más gasto, porque cuentan con 521 reclusos, mientras que la otra mara solo tiene 120 presos.

Para un excolaborador de la 18, “caer en la cárcel no es un castigo, es como un regalo para un pandillero porque ellos viven con todas las comodidades”.

Sin considerar que están privados de libertad, los mareros de la 18 viven dentro del presidio como muchos ciudadanos hondureños.

Ellos también compran botes pequeños de agua purificada. Usan desinfectantes para los pisos, perfumes y también tienen spray de insecticidas para fumigar y matar a las cucarachas.

Mientras algunos hogares asisten a tiendas de ropa de segunda a comprar sábanas, ellos mandan a sus mujeres a comprar piezas nuevas y también almohadas.

En los dos módulos no hay hedores, tampoco basura tirada en el suelo. Los mareros castigan a quienes no respeten el reglamento interno de aseo. Los pasillos siempre permanecen limpios porque hay un plan de limpieza diario que es realizado con materiales comprados por ellos con los fondos que les llegan de las calles capitalinas.

Los pandilleros también tienen sus barberos que les cortan el cabello, tal como indica el reglamento de la organización.

Según un recluso de esa mara, a quienes están a punto de recuperar la libertad les dan permiso de dejarse crecer el pelo para que, una vez afuera, no los relacionen con la organización y los rivales no los maten. En algunos de los cuartos hay muebles grandes, como sofás, que entran como todos los objetos, por el portón principal del presidio con el permiso de las autoridades.