25/04/2024
04:28 PM

Sampedrano es retratista de turistas en Cancún, México

El hondureño tiene su estudio en la Plaza La Isla dentro de la exclusiva zona hotelera de Cancún.

Redacción.

El sampedrano Carlos Canizales se hizo profeta de la pintura lejos de su tierra, pero no la olvida y espera volver a ella y darle las últimas pinceladas en el atardecer de su vida.

En Cancun, México, muy cerca del mar, tiene su estudio atiborrado de cuadros y retratos que turistas y reconocidos personajes le encargan conociendo el prestigio de su pincel.

El artista calcula que en los veinte años que tiene de plasmar su inspiración en el lienzo, ha hecho un millón de retratos, entre ellos de artistas, deportistas y personajes de renombre como el extinto escritor, Gabriel García Márquez. El recordado cantautor mexicano, Juan Gabriel, quedó tan satisfecho con la pintura de su rostro, que le mandó un mensaje de agradecimiento y felicitación: “Son rostros que casi te hablan y te siguen con la mirada”.

Cuando Canizales comenzó en Cancún le obsequiaba sus retratos a los artistas de Televisa para que lo promocionaran, pero ahora que ya adquirió prestigio, se los vende a precios que ellos pagan sin regatear.

El hondureño tiene su estudio en la Plaza La Isla dentro de la exclusiva zona hotelera de Cancún, adonde es común ver transitar a artisas de la talla de Alejandro Fernández o cineastas de Hollywood, comenta Canizales. “Es tan común verlos, que nadie los incomoda pidiéndoles autógrafos o fotografiándolos. De cuando en cuando alguno de ellos se detiene en mi estudio para que le haga un retrato”, expresa el pintor.

Un príncipe árabe que paseaba por la plaza con su harén y sus guardaespaldas tuvo a bien entrar al estudio del hondureño para que también le hiciera su retrato.

Foto: La Prensa

El arte es un don que explotó en sus manos, desde que estaba en la Escuela Miguel Paz Barahona de San Pedro Sula, adonde competía con los mismos maestros que le daban clases de dibujo.

Después de terminar su Plan Básico en el el Instituto Dionisio de Herrera decidió buscar otros derroteros y emprendió el viaje a Estados Unidos. Estuvo en San Antonio, Texas, ahí comenzó a hacer retratos, pero de repente se fue a pasar vacaciones a Cancún y se quedó.

En Cancún conoció a un viejo artista peruano que trabajaba en los estudios de Walt Disney, quien lo motivó a que instalara su estudio en el puerto turístico, después de reconocer el valor de sus cuadros.

Su pasión por la pintura se ha ido agrandando con los años y su arte añejando como el vino. “Nunca estoy satisfecho con lo que hago, siempre estoy buscando más detalles y observando nuevos ángulos”, dice.

Sus dedos parecen convertirse en lápices mágicos y su rostro se transforma por la inspiración cuando se entrega a una obra.

Considera que quien es capaz de hacer un buen retrato puede pintar de todo, por eso también pinta paisajes y otros motivos que reserva para su colección particular. Piensa morir con el lápiz en sus manos cuando algún día sin fecha regrese a su ciudad.