La tanorexia, una adicción al sol

Este trastorno es grave y puede provocar serios consecuencias

  • 21 ago 2015

Nunca es suficiente. Necesitan más y más sol, pues están convencidos de tener la piel pálida, a pesar de que en realidad sea oscura. Este es uno de los síntomas característicos de las personas que padecen tanorexia.

La adicción al sol o tanorexia es un trastorno psiquiátrico en el que existe una obsesión patológica, irracional, grave y persistente por estar siempre bronceado.

Esto provoca que la persona afectada se exponga de manera compulsiva y enfermiza al sol o a los rayos UVA, a pesar de conocer los efectos dañinos que puede conllevar.

“Los dermatólogos estamos observando una creciente obsesión por el bronceado enfermizo. Por lo tanto, la llamada memoria de la piel hará que unos 20 o 25 años después de los excesos de radiación, y aunque la persona evite el sol de forma drástica, su piel lo recordará y aparecerán las inevitables consecuencias en forma de cáncer de piel”, advierte Ramón Grimalt, profesor de Dermatología de la Universidad Internacional de Cataluña.

No son conscientes del problema

Foto: La Prensa

El especialista explica que la mayor parte de las personas que padecen este tipo de enfermedad no son conscientes de su problema. Al contrario, para ellas es normal tener ese color de piel durante todo el año. “Por ello, acuden en verano al sol natural, pero no dudan en recibir radiación artificial en invierno mediante cabinas de bronceado para alimentar su obsesión”, describe.

De hecho, la tanorexia está considerada como un tipo de dismorfobia, es decir, un trastorno en el cual la persona tiene una percepción distorsionada de su propia imagen. En este caso, dicha distorsión se centra en la tonalidad corporal y deriva en la búsqueda del bronceado perfecto.

Precisamente, el empeño incesante de lucir un tono de piel bronceado y la frustración de no llegar nunca a conseguir esa supuesta perfección terminan dañando la salud.

Sería algo similar a lo que sucede en la anorexia con la necesidad de perder peso porque “nunca se llega a la plena satisfacción de la delgadez”, o en la vigorexia, en relación al culto al cuerpo, que “nunca se alcanza una definición muscular adecuada”, detalla Augusto Zafra, director de la Unidad de Desintoxicación Hospitalaria del Hospital Nisa Aguas Vivas, situado en la provincia de Valencia (este de España).

Por su parte, los especialistas del centro Can Roselló, una clínica especializada en adicciones y patología dual, explican que cuando se toma el sol, “en el cerebro se generan endorfinas, neurotransmisores opioides producidos en el sistema nervioso central, que crean una sensación de placer”.

Además, el doctor Zafra apunta que la tanorexia guarda ciertas similitudes con las adicciones químicas (como el alcoholismo, el consumo de cocaína, cannabis, heroína o alucinógenos), pero también con las conductas repetitivas de las adicciones comportamentales, por ejemplo, la ludopatía, la adicción a las nuevas tecnologías, al trabajo o a las compras.

Al parecer, cuando una persona comienza a tomar el sol se estimulan los circuitos cerebrales del placer mediante la secreción de endorfinas y, más tarde, existen fenómenos similares a la dependencia, abstinencia y tolerancia, por lo que la no exposición al sol o a los rayos ultravioleta podría generar síntomas de irritabilidad, ansiedad, inquietud y un malestar significativo, aclara.

Baja autoestima

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El experto afirma que la tanorexia “afecta, por lo general, a mujeres de entre 15 y 35 años. Suelen presentar tendencia a la baja autoestima, una escasa aceptación de sí mismas y una búsqueda persistente de la aprobación de quienes las rodean. Esto responde a una interiorización errónea de los modelos imperantes en occidente, que atribuyen a la delgadez, la simetría corporal y el bronceado de la piel unos elevados valores de éxito personal, estatus social y poder económico que no se corresponden con la cotidianeidad”.

Hay una serie de síntomas que los especialistas consideran pistas de que una persona puede padecer tanorexia. Uno de ellos es percibir la tonalidad de la piel de forma distorsionada y tener el convencimiento, inamovible, de poseer una piel pálida cuando en realidad es oscura.

“A menudo quienes sufren tanorexia entienden como un fracaso personal tener clara la piel en comparación con la de otras personas. Por ello, se imponen la obligación de seguir oscureciéndola, aunque esto suponga una gran inversión de tiempo e, incluso, el abandono de otras actividades cotidianas”, indica el doctor Zafra.

“También pueden presentar pérdida de apetito, apatía o ansiedad cuando creen que no se han expuesto al sol durante el suficiente número de horas”, agrega el galeno.

En algunas ocasiones, puede existir un trastorno depresivo, fobia social y laboral o un trastorno obsesivo-compulsivo. “Los casos más graves pueden desarrollar cuadros delirantes de tipo somático que requieren ingreso hospitalario”, destacan los especialistas de Hospitales Nisa.

Entre las personas con tanorexia es habitual la visita a especialistas en dermatología, debido a las complicaciones derivadas de la excesiva exposición solar.

Asimismo, es frecuente que se resistan a someterse a una evaluación psicológica o psiquiátrica cuando se les sugiere que tienen un problema de tanorexia, indican desde Hospitales Nisa.

En este sentido, el doctor Zafra explica que, cuando una persona es diagnosticada de tanorexia, “requiere un abordaje terapéutico multidisciplinar, con psicoterapia reglada y un tratamiento psicofarmacológico ya que, a menudo, es necesario tratar síntomas de ansiedad, depresión y el trastorno obsesivo compulsivo de base”.

El especialista matiza que la intervención psicológica está enfocada “a restringir los comportamientos de exposición, mejorar la distorsión de la percepción corporal y cuestionar el hecho de centrar la valoración personal en el aspecto físico”.