En las calles garífunas exhiben su cultura y reclaman atención del Estado de Honduras
Este pueblo cultural, conmemora este 12 de abril, los 227 años de su presencia en Honduras. Los garinagú son herederos y celosos vigilantes de las costas caribeñas.
Una mujer garífuna, retrata la alegría de aquel episodio del pasado, cuando sus ancestros llegaron de la isla de San Vicente a Honduras, buscando libertad.
LUIS LEMUS
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La recreación de su llegada es el acto que une a las comunidades garífunas de Honduras.
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Los tambores son parte de la identidad cultural de los afrodescendientes, estos instrumentos acompañaron a los primeros que llegaron a las costas de Honduras.
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Jóvenes, adultos; hombres y mujeres, participan en la dramatización de la llegada de sus ancestros.
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Al ritmo de sus tambores, los garinagú alegraron las calles de La Ceiba, pero también exigieron una mayor atención del Gobierno. “Pues todavía hay comunidades sin electricidad”, dijo la dirigente Gregoria Jiménez.
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Los garífunas han sido durante 227 años lo herederos de las costas hondureñas. Pero enfrentan grandes desafíos, con el tema de la tenencia de la tierra.
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Su baile es un atractivo y se ha convertido en una identidad en la costa caribeña de Honduras. Las comunidades garífunas ahora están amenazadas a perder su identidad.
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Aylin Jiménez, Marbella Laboriel y Karen Bailey, son jóvenes que participan en grupos de danzas garífunas en la Ceiba.
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Las comunidades garifunas también son tierra de mujeres hermosas y de grandes talentos, que la han dado un gran aporte a Honduras.
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El mar agitado no detuvo a la comunidad garífuna para conmemorar aquel evento, de cómo llegaron sus ancestros el 12 de abril de 1797 a las costa de Honduras.
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Una mujer viste una camisa con la imagen del extinto líder Céleo Álvarez Casildo, dirigente que siguen extrañando las comunidades afrodescendientes.
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El sonido del caracol, es una señal propia de los garifunas. Acompaña a los tambores y las maracas, es un instrumento muy popular en los eventos sagrados de este pueblo cultural.
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Dixon Miranda, en un ritual, esparce licor sobre uno de los dramatizadores, “para darle la apertura de los ancestro cuando van a llegar. Es algo solemne para nosotros, recordamos a nuestros fallecidos”, explicó.
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Con el apoyo de embarcaciones del Primer Batallon de Infanteria Marina, se revivió la llegada de los primero garífunas a Honduras, en La Ceiba.
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En un recorrido por la avenida San Isidro, los cantos en su lengua materna y los tambores, los garífunas demandaron mayor atención del Gobierno a las necesidades en sus comunidades.
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Entre drama y realismos, los afrodescendientes conmemoraron sus 227 años de herencia. El mar agitado por el mal tiempo no les robo su alegría.