Qué hacer cuando un hijo adolescente se enamora por primera vez

Consejos para acompañar a tu hijo en su primer amor, o desamor.

  • 08 dic 2020

SAN PEDRO SULA.

Visualice su primer amor, el primer o la primera chica con la que paseó de la mano, los primeros besos furtivos en su vida. ¿Recuerda qué sensaciones sintió? Todos, en alguna medida, hemos tenido un amor de adolescencia que, llegados a la madurez, recordamos con una sonrisa. Y, ahora, el verano es la época ideal para enamorarse por primera vez.

Si retrocedemos en nuestra memoria podremos entender mejor a nuestros hijos adolescentes y a su primer amor, dándole la importancia que tiene, sin ridiculizarlo pero tampoco dándole unas alas que no le lleven a ninguna parte. Un término medio como siempre, sería lo deseable.

Para la doctora Guadalupe Chiclana, neuropsicóloga y psicoterapeuta del hospital Gregorio Marañón de Madrid, es importante atender al hecho del primer amor. «El primer amor de verano —explica— suele ocurrir en la adolescencia y es importante porque es fruto del proceso de adquisición de la identidad por el que todos pasamos, por ello es muy significativo, al igual que otros hitos del desarrollo».

En busca de la identidad
«En este proceso de adquisición de nuestra identidad, añade la doctora, empezamos a diferenciarnos de nuestros padres, construyendo nuestra personalidad. Dentro de este proceso, la independencia de nuestros padres, la construimos con vínculos que establecemos con otras personas, no sólo vínculos de amistad, sino vínculos profundos».

«Los chicos empiezan a sentir que quieren a otras personas de forma diferente»Chiclana advierte que «nuestros hijos empiezan a sentir que quieren a otras personas, de forma diferente a como quieren a sus padres y amigos. Pero ellos no son conscientes aún de este proceso interno y del significado que tiene, por ello es importante acompañarles desde nuestro papel de madre o padre. Todo lo que han aprendido de cómo querer, empiezan a ponerlo en marcha, y empiezan a diferenciarse y dar otro paso más en la formación de su personalidad».

Además, recuerda que todo esto sucede en una etapa de profundos cambios «que hace que haya alteraciones del estado de ánimo que se expresen físicamente (mariposas en el estómago, pérdida de apetito, cantar a todas horas, no pisar la casa en todo el verano, sonrisa o llanto sin motivo...). Es realmente una obra de arte la variedad de emociones que expresamos en la adolescencia».

Si tu hijo se enamora...
«El papel de los padres es: ser padres (ni amigos, ni colegas, sino padres). Aportarles confianza para que puedan acudir a nosotros, y darles a ellos la oportunidad de vivir su vida, su espacio, y equivocarse, sin eliminar los límites que como padres elegimos poner a nuestros hijos».

Un punto muy importante es tratar de bajarlos un poco a la tierra ya que «es importante aportar realidad: La vida no es un anuncio de cerveza, ni de ropa interior. Prevenir ante posibles situaciones, también apoyarles dándoles información, que aunque rechacen mirándonos como si viniéramos de Marte y que no sabemos nada de la vida, seguramente quede ahí flotando».

Y si el amor se acaba...
Lo mejor es estar ahí para contenerlos, consolarlos y abrazarlos, hacerles ver que no se acaba el mundo aunque ellos puede que lo vean así. Para la doctora «cuando este amor (o amores) de verano desaparece, la mejor forma de ayudar a nuestros hijos es empatizar con ellos, desde el papel de padres».

Es un hecho para ellos muy significativo (tanto como puede ser para un adulto una traición de un amigo o un problema laboral), y la mejora ayuda es aportar cariño, comprensión, apoyo, sin dejar de tener unos límites claros para ayudarles también a manejar su estado de ánimo.