Guía emocional para papá y mamá

La sobreprotección hace tiranos, individualistas e infelices a los hijos. Los niños deben aprender a canalizar sus emociones

  • 29 jun 2017

ESPAÑA. ¿Su hijo está decaído, se enfada por cualquier cosa o tiene celos de su hermano y ya no sabe qué hacer? El profesor Fernando Alberca explica cómo interpretar las emociones de los niños y enseñarles a gestionarlas para que puedan ser felices.

“Todas las emociones son buenas porque aportan riqueza, personalidad, sabiduría, posibilidad y capacidad, pero la intensidad, frecuencia, inhibición y cambios en su forma de ser o actuar es lo que determina que haya en nuestros hijos un equilibrio o desequilibrio emocional y, en consecuencia, que las emociones les beneficien o perjudiquen en un momento dado de su vida. De ahí la necesidad de darles una educación emocional acertada como padres”, subraya Fernando Alberca en el libro Cómo entrenar a su dragón interior.

Gestionar las emociones. Alberca comenta que, por lo general, los adultos no hemos recibido una adecuada educación emocional y, a menudo, no sabemos diferenciar emociones y sentimientos.En este sentido, el profesor explica que una emoción “es una agitación en el interior (con manifestación externa) involuntaria pero consciente; por ejemplo, el miedo, la ira o la euforia. Los sentimientos, en cambio, son voluntarios y, en palabras del especialista, ‘están en un lugar superior a las emociones’.

13 grupos emocionales. El especialista sostiene que existen cuatro emociones básicas que han ido evolucionando y formando variaciones hasta dar origen a 13 grupos emocionales distintos, con un total de 41 emociones y 19 sentimientos. Estas emociones básicas son miedo, tristeza, ira y alegría.

Alberca compara nuestras emociones con una montaña en cuyo valle estarían el miedo y la tristeza; en la falda, la ira, y en la cumbre, la alegría. El camino hacia la cima se recorre paso a paso desde el valle hasta lo más alto, de modo que para experimentar una emoción es necesario conocer las anteriores. “Todas y cada una de ellas son necesarias para conquistar la cumbre, el Everest de nuestra emoción y, en buena parte, de nuestra vida”, destaca.

El miedo consiste en una reacción ante lo que consideramos que es un verdadero peligro. Está formado por el individualismo y el temor. “El primero normalmente pasa desapercibido como emoción, pero, sin duda, es la base que explica muchos de los comportamientos y manifestaciones emocionales de nuestros hijos”, expone el profesor.