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El auge y caída de una ciudad ilustra los desafíos de China

  • 19 septiembre 2013 /

La acumulación de malas noticias han instigado a las autoridades de la ciudad a buscar nuevas fuentes de crecimiento.

Hasta hace poco, esta ciudad manufacturera en el sureste de China era un emblema del enorme auge en las exportaciones del país. Ahora, simboliza los problemas que China afronta para sostener su crecimiento.

La mano de obra barata, el acceso expedito a los mercados internacionales y un liderazgo diestro en los negocios contribuyeron a que Yantian se transformara en los años 90 de una aldea agrícola a un núcleo fabril con cerca de
150.000 habitantes. Para 1998, más de 400 empresas extranjeras se habían instalado aquí, produciendo electrónicos, juguetes y relojes de exportación. También se construyeron un campo de golf y un hotel de lujo para que los jefes de las fábricas se entretuvieran.

Ahora, la cantidad de firmas extranjeras en la ciudad ha descendido a unas 150. El alza en los costos laborales, la escasez de terrenos disponibles y la desaceleración de la demanda de los consumidores occidentales hicieron que
algunas fábricas quebraran; otras se mudaron a lugares más económicos. El número de trabajadores migrantes, que solían llegar en oleadas a Yantian se ha reducido a casi la mitad.

La acumulación de malas noticias han instigado a las autoridades de la ciudad a buscar nuevas fuentes de crecimiento, como inversiones inmobiliarias riesgosas. “El sector exportador no tiene un futuro a largo plazo”, opina
Deng Zerong, el nuevo secretario del Partido Comunista en Yantian y, según una leyenda local, un pariente distante de Deng Xiaoping, el ex líder conocido por abrir la economía china al mundo tras años de aislamiento.

Los desafíos de Yantian ofrecen una radiografía de los problemas que China afronta en este momento. Según la Oficina Nacional de Estadísticas (ONE), el crecimiento del país descendió a 7,5% interanual en el segundo trimestre
de 2013, frente a un máximo de 14,8% en el mismo lapso de 2007.

Durante décadas, el país más poblado del mundo utilizó una fórmula sencilla para acelerar su expansión. Combinó cantidades abundantes de mano de obra barata con una inversión fuerte en infraestructura y plantas nuevas, para liberar la energía económica que se desperdició durante los caóticos años de Mao Zedong.

La inversión extranjera entró a raudales y China se convirtió en la fábrica del mundo. El crecimiento económico anual promedió 10% en las décadas de 1980, 1990 y 2000, según la ONE. Pero ahora, el flujo de trabajadores con
sueldos bajos se está secando y las inversiones en maquinaria nueva y otro capital no rinden tanto como antes.

La demografía juega un papel importante en este cambio de tendencia. La población en edad de trabajar se redujo en 2012, en parte debido a la política de hijo único que disminuyó la tasa de natalidad. Según proyecciones de las Naciones Unidas, entre 2010 y 2030, la fuerza laboral china perderá 67 millones de trabajadores, más que toda la población de Francia.

Con menos trabajadores disponibles, los salarios han subido, lo que ha llevado a algunos fabricantes a trasladarse
a países rivales más baratos, como Bangladesh y Vietnam. El crecimiento de las exportaciones también se ha precipitado, desde un promedio de 30% al año entre 2003 y 2007 a 9,2% en los primeros ocho meses de 2013, según la Administración General de Aduanas.

Pero pocos dentro y fuera del país creen que la economía reanudará su expansión meteórica. Muchos sostienen que, de no mediar una serie de reformas profundas, China pasará apuros para sostener su actual ritmo de crecimiento. Los economistas resaltan la urgencia de revisar el sistema que liga el acceso a servicios sociales para los 260 millones de trabajadores migrantes en China a su lugar de nacimiento. Las normas actuales exigen que vuelvan a casa para acceder a cuidados de salud, educación y otros servicios gratuitos.

El sistema funcionaba bien mientras no hubiera otra ola de trabajadores jóvenes para reemplazarlos. Pero ese ya no es el caso. La falta de apoyo a los trabajadores migrantes ha desatado un efecto dominó económico. Muchos de ellos gastan menos para ahorrar para servicios básicos que el Estado no cubre. El consumo doméstico en China ronda el 36% del Producto Interno Bruto, según ONE. Eso se compara con 70% en Estados Unidos. La conclusión: China depende de las exportaciones y la inversión gubernamental para impulsar su crecimiento.

Yantian ilustra las ventajas del modelo de crecimiento anterior de China, así como la incertidumbre más reciente con respecto a su durabilidad. La ciudad es una extensión de fábricas con un campo de golf en un extremo. Cuando China comenzó a abrirse al mundo en los años 80, Yantian estaba bien posicionada para despegar. Su ubicación estratégica a una hora de Hong Kong creó las condiciones perfectas para un boom exportador. “Fue como encontrar una montaña de oro justo a la puerta de casa”, dice Deng, el secretario local del Partido Comunista.

Sin embargo, los peligros de la dependencia excesiva de las exportaciones empezaron a quedar en evidencia a finales de los años 90, cuando la crisis asiática arrastró a algunas empresas de Yantian a la quiebra. La crisis financiera de 2008 empujó a otras al abismo.

Tanto el alza de los salarios como del yuan, que se ha fortalecido 34% frente al dólar desde 2005, han causado estragos. Incluso empresas exitosas, como Kunki Electronics Co. Ltd., que fabrica estuches para cámaras y celulares para gigantes como Samsung y Panasonic, sienten la tensión.

Lin Meihui, el jefe de 41 años de la empresa, dice que Kunki sigue creciendo y es rentable. Acaba de invertir 100 millones de yuanes (US$16,3 millones) en una nueva planta en Yantian, que inauguró este año. Pero solo ha podido encontrar a 440 de los 550 trabajadores que necesita para que su fábrica opere a plena capacidad.