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¿Qué necesita una sociedad emprendedora?

  • 19 diciembre 2016 /

El crecimiento de la economía impulsado por la innovación puede resolver un dilema que desafía al capitalismo moderno.

Nueva York, Estados Unidos

Cómo generar un crecimiento económico sostenible basado en empleos de alto valor y buenos salarios. Ese crecimiento es el meollo de las sociedades emprendedoras. El problema es cómo llegar ahí.

Una sociedad emprendedora va de la mano con un Estado emprendedor. Los grandes avances tecnológicos como Internet no surgieron de gobiernos preocupados por la “comercialización”; surgieron del efecto secundario de inversiones enfocadas en misiones públicas a largo plazo. Estas misiones, como hacer llegar a un hombre a la luna, se tradujeron en problemas múltiples cuya solución requirió asociaciones dinámicas, lo que estimuló la innovación.

Los desafíos de hoy, desde el envejecimiento hasta el cambio climático, pueden ofrecer un enfoque similar y una fuerza motivadora. En los pocos países que han logrado el crecimiento inteligente impulsado por la innovación, Estados Unidos, Israel, Dinamarca, incluso China, los funcionarios públicos no solo han posibilitado al sector privado sino también corrido riesgos como inversionistas de último recurso, no solo prestamistas de último recurso.

En Silicon Valley, una red descentralizada de organizaciones públicas inteligentes, se apoya toda la cadena de innovación. Este apoyo incluye investigación aplicada, así como asistencia financiera a largo plazo para las compañías. También incluye políticas que dan forma directa e indirectamente a la demanda de nuevos productos y servicios.

Al contrario de la opinión dominante de que las políticas están destinadas a simplemente “corregir” las fallas del mercado, agencias públicas como la Agencia de Proyectos de Investigación Avanzada de Defensa, o DARPA por su sigla en inglés, en Estados Unidos; Yozma en Israel; y Sitra y Tekes en Finlandia han dado forma y creado mercados. Estas inversiones directas son más exitosas para generar nuevas inversiones privadas que el mismo dinero gastado a través de medidas indirectas como créditos fiscales.

La crítica habitual de que los gobiernos no pueden seleccionar a los ganadores ignora el hecho de que Internet fue creada a través de esas inversiones orientadas a una misión, como lo fueron casi todas las tecnologías en el iPhone (incluidos el GPS, Siri y la pantalla táctil). En el sector energético, la energía solar, nuclear, eólica e incluso el gas de esquisto fueron sacados adelante por el financiamiento público. Las tres compañías de Elon Musk, SolarCity, Tesla y Space X, han recibido más de 4,900 millones de dólares en apoyo público. En ocasiones, estas inversiones tienen éxito (Tesla), en ocasiones fracasan (Solyndra); pero como le dirá cualquier capitalista aventurero, eso es normal.

(Mariana Mazzucato es profesora de economía en la innovación en la Universidad de Sussex en el Reino Unido.)