San Pedro Sula. En el pintoresco pueblo de Taxco, en el mexicano estado de Guerrero, Dunia Cáceres encontró la clave de su éxito como empresaria.
Esta sampedrana, que antes trabajó como asesora financiera para una institución bancaria, encontró literalmente una mina de oro (o de plata en este caso) en el país azteca.
“Comencé cuando, durante un viaje a México, una compatriota que reside allá me habló de este lugar llamado Taxco, Guerrero, y me dejó impresionada la calidad de las piezas y el trabajo artesanal. De ahí me vino la idea”, dice Cáceres al referirse a la forma en que se inició en el negocio de la plata.
Ese viaje a tierras mexicanas despertó en ella el deseo de ser su propio jefe, independizarse y lograr la libertad económica.
Su habilidad para negociar la hizo entrar en tratos con los artesanos de Taxco, que tienen una larga tradición de crear hermosas piezas combinando piedras y metales, “a mano, nada de esto es maquilado”, aclara Cáceres.
El negocio ha marchado tan bien que la empresaria cuenta con una red de distribución en México, Honduras y Estados Unidos y comercializan unas 6 mil piezas de joyería al año.
Al consultarle por qué no obtiene su materia prima de las minas hondureñas, Cáceres explica que la calidad de la plata de Taxco es muy difícil de obtener en otra parte. No se olvida de su país: actualmente trabaja en el lanzamiento de su marca de productos, un proyecto con el que espera crear empleos en Honduras a partir de 2014, además de que busca artesanos hondureños para elaborar las piezas.
